Yucatán embajadora tradicional e innovadora en Festival Roxy

María Briceño, enviada
Foto: Raúl Angulo Hernández
La Jornada Maya

Guadalajara, Jalisco
Lunes 25 de febrero, 2019

El aroma llevaba a Yucatán, pero se estaba lejos. El olor a cochinita, a cebolla recién cortada, a castacán y a marquesita recién hecha invadía al festival de música y arte culinario Roxy, en Guadalajara, Jalisco. Los responsables de ese estímulo al olfato eran tres yucatecos que ahora resultan imprescindibles para la escena gastronómica del estado: el chef Pedro Evia; Pedro Medina, propietario de la taquería, del mercado de Santiago, y Sergio Mena, heredero de Polito, el creador de de las marquesitas.

Los asistentes, en su mayoría jóvenes, pudieron comer tacos y tortas de cochinita, lechón, marquesitas, tacos de castacán con queso, tostadas de ceviche negro y esquite de pibinal. Los clientes llegaban solos; un reportero residente de Jalisco fue uno de los primeros en consumir del stand de comida yucateca: claro que los conozco, cuando fuí a Mérida comí en el parque de Santiago los mismos tacos. Al fondo, mientras se servían las primeras órdenes de comida, se escuchaba Lucha de gigantes, que interpretaban los españoles de Nacha Pop en el escenario.

Vistiendo filipina negra con bordados florales, Pedro Evia cocinaba el castacán, ubicado al frente de la plancha. Al preguntarle sobre la preparación del ceviche negro que se encuentra en el menú, dice: aunque los puristas se arranquen las vestiduras, es quizá la única preparación prehispánica que tenemos; es un boox k'óol a base de cítricos, recado negro y fondo de pescado. Evia transportó más de 120 kilos “de contrabando”, confiesa, entre recados, castacán y la “madrola para hacer las marquesitas de Polo”.

Justo detrás de la mesa en la que se preparan los tacos está una mesa llena de ingredientes dulces: crema de avellana, mermelada de zarzamora, cajeta y el ingrediente salado que define a la marquesita; seis quesos de bola que viajaron desde Mérida. Es Sergio Mena, nieto de Polito, quien se encarga de la elaboración de las marquesitas. Trajo consigo sus especialidades: tres quesos con cajeta y queso de bola, queso crema y mermelada de zarzamora; esta última lo hizo acreedor del “tenedor de oro” en el año 2014, en Quintana Roo.

Como un iniciativa de parte de la Secretaría de Fomento Turístico (Sefotur), que encabeza Michelle Fridman Hirsch, Yucatán fungió como primer invitado al festival Roxy en su tercera edición, haciéndose presente en el área de comida gourmet, pero también con la instalación de hamacas coloridas para que los melómanos pudieran descansar, a la vez que se mostraban fotografías de lugares turísticos en Yucatán; también estaba un asiento confidente “tu y yo” para tomarse fotos con frases tipicas yucatecas: ¡Fooo! ¡Uay! ¡Sonría ninio!

[b]Tradición y audacia[/b]

Mientras que en la zona gourmet estuvo presente la tradición, los asistentes al festival innovaban con atuendos audaces: botas altas, cabellos de colores, paliacates, cabellos largos y rastas coincidían en una explanada de suelo irregular en Terraza Vallarta.

El programa del festival Roxy incluyó la presentación, en tres diferentes escenarios: Converse, Infal y Jack Daniels, de bandas como The Fab Four, Bush, Stone Temple Pilots, Caifanes, Future Islands y 311.

Jacobo Márquez, productor del Roxy, “marida” la música con la comida: comer sin música no es una experiencia rica; uno debe comer siempre con vino y con música, ése es uno de los objetivos del Roxy, comparte.

Márquez apuesta por la nostalgia: “la música te recuerda cuando estabas en la secundaria, al primer concierto que asististe. Intentamos que sea el soundtrack de tu vida hecha festival. Mi primer cassette para mi walkman fue de Stone Temple Pilots y no hay canción de Caifanes que el público no conozca”, subraya.

Whisky, cerveza y vodka rellenan los vasos de cartón. Todo se paga con una pulsera que se tiene que recargar con efectivo previamente. El cielo se pone pardo y la tarde se asoma para dar pie a la presentación de la mejor banda tributo a The Beatles: The Fab Four.

Con un parecido innegable, Paul, Ringo, George y John suben al escenario portando unas casacas idénticas a las que se usaron en el Shea Stadium en 1965. La nostalgia unió al público con canciones como All you need is love, Revolution, All my loving, entre otras. En el público hay niños encima de los hombros, mismos que dentro de algunos años, probablemente, aseguren que vieron a los Beatles en vivo.

[b]Santidades mexicanas[/b]

En el mismo escenario ya se espera a Caifanes. Es de noche y las primeras filas ya son imposibles de alcanzar. El vocalista Saúl Hernández sale al escenario con una camisa de lunares blancos y empieza el concierto con Afuera. Su voz es disminuida por el canto de todos los asistentes, es un coro enérgico cantado por varias generaciones.

Sabo Romo, Saúl Hernández, Alfonso André y Diego Herrera fueron testigos de un masivo derramamiento de vasos y de cómo cientos de brincos amasaron el piso irregular de la explanada. Saúl no se escucha, pero no es necesario; las canciones ya todos las sabemos. A la mitad del concierto Saúl, se resigna y decide que es mejor dirigir el micrófono a la gente.

Por fin hay silencio y por primera vez en el concierto se escucha con claridad su voz para hacer una declaración política: “Hay que permanecer en el cambio para ser chingones. Ustedes tienen que hacer que persista. Hay quienes luchan un día y son alguien, pero hay quienes luchan toda la vida, y esos son los imprescindibles”.

Al finalizar el concierto, el piso queda lleno de basura y los comentarios sólo confirman que el diablo ha escupido a Caifanes; siguen con vida.