"No se puede acabar las cosas que están bien hechas"

Texto y fotos: Óscar Rodríguez
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Jueves 28 de diciembre, 2017


[i]Uno de los últimos grandes interpretes de la canción yucateca, Demetrio Burgos, recorre las cantinas del centro con su guitarra, como en tiempos de anataño. En entrevista con [/i]La Jornada Maya[i], habla sobre su historia y el panorama de la trova en la actualidad.[/i]


De cantina en cantina, Demetrio Alberto Burgos Herrera, uno de los últimos grandes trovadores de la última centuria, se gana la vida. Atrás quedaron esas grandes veladas, serenatas que compartió con leyendas de la canción yucateca; a pesar de ser oriundo de la antigua Th’o y llevar el nombre del estado en alto, en el ocaso de su carrera no tendrá homenaje en Chichén Itzá como Armando Manzanero Canché, uno de sus contemporáneos.

La edad le ha arrancado el oído de manera parcial, pues cuenta con 83 años. Eso no lo dobla y se aferra a seguir cantando Peregrina, junto con otras piezas a los parroquianos que entre botana y cerveza acuden a los “centros de salud” del primer cuadro de la ciudad. “Es el final de un trovador, triste sí, pero siempre con mi guitarra y cantando”, remata don Beto Burgos, como le gustan que le llamen.

Sentado en la barra de la cantina El Gallito, don Beto toma un respiro para continuar con su andar; en ese lugar accede a contar su historia, que comprende 66 años de poner en alto las canciones del Mayab en varias ciudades de todo el país.

Él, con una cerveza Corona, yo con una Montejo, comenzamos con la charla una tarde de noviembre, de esas raras, cuando los intensos calores de la capital yucateca aminan un poco, después de “un salud” el trovador empieza a contar su historia, justo un día antes de su cumpleaños.

[b]¿A los cuántos años empezó de trovador?[/b]
Muy joven, estaba estudiando en la academia universal la carrera de contador, era el año 51, yo nací en 1934 así que saca la cuenta.

[b]¿Cómo es que le nace a usted el gusto por la trova?[/b]
Al oír las canciones de la radio. Desde chamaco me llamó la atención, porque estas canciones la repetía en la casa, en la sala donde estaba la radio, mi madre que en paz descanse. Decidí entonces llegar a cantar todas las canciones que en aquellos tiempo pasaban, era la época de los boleros, de los tríos Los Panchos, Los Ases, Los Diamantes, Los Caballeros, de las canciones de Agustín Lara, de Gonzalo Curiel, las canciones que cantaba Toña la Negra, también. En el año 57 es cuando empiezo de forma profesional, pero yo traía un repertorio que había oído por la radio.

Carlos, uno de los meseros de la longeva cantina con más de 90 años de historia, comienza a repartir la primera tanda de botana. Pibitos, frijol negro, remolacha, sikilpak y las clásicas tostadas son colocados en la barra; don Beto aprovecha para dar un sorbo a su cerveza.

Hasta la mente del trovador yucateco le llegan los recuerdos de esas noches de trova cuando acudía a la Plaza Grande; con los músicos de esa época esperaban hasta altas horas a algún enamorado, esposo o hijo, que deseaba llevar hasta algún balcón una serenata yucateca.

“Conocí a don Ermilio Padrón López, Chispas Padrón, le decíamos; a don Manolo López, a don Manuel Díaz Massa, que hizo la letra del Pájaro Azul”, recordó.

La vida lo llevó a ponerse de frente de Rómulo Rozo Peña, quien esculpió uno de los monumentos más emblemáticos, el Monumento a la Patria. “Rómulo escribía unos versos muy bonitos que después fueron musicalizados por don Manolo López”.

[b]¿Usted alguna vez compuso alguna canción?[/b]
No, fíjese que no. Cómo son las cosas. Sé bastantes canciones de todas las épocas, pero no se me facilita componer ninguna, que yo diga es mía esa canción. Normalmente canto canciones de todos los autores, no solo de los yucatecos.

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Tras un profundo suspiro, el trovador asegura que su secreto para vivir en el medio es la constante actualización.

[b]¿Alguien le enseñó a tocar la guitarra, o aprendió usted solo?[/b]
Yo acudí a las reuniones de esa época, le estoy hablando de los cincuentas. Lo que yo veía que hacían con la guitarra, yo llegaba a la casa y trababa de hacerlo.

[b]¿La tradición de los trovadores se está perdiendo?[/b]
No se puede perder las cosas que están bien hechas, como la canción yucateca, sino que, pues, van cambiando los gustos, por las otras melodías, canciones.

Insiste que a pesar de la aparición de tecnologías como la televisión, el cine, el internet y otros modos de comunicarse, como la telefonía celular, la trova yucateca permanecerán a través de los años.

Con más de seis décadas de cantar desde grandes escenarios como en serenatas o bien, a los comensales en una mesa de alguna cantina todo tipo de canciones, afirmó que las generaciones del nuevo milenio le piden tocar canciones que interpretan Vicente Fernández, Luis Miguel, entre otros.

Hace siete años que perdió su último empleo en el restaurante La Dolce Vita, ubicado en la calle 65 del Centro Histórico de Mérida, donde cantaba por espacio de cuatro horas con un día de descanso, por lo que ahora tiene que ir de bar en bar a buscar el sustento diario.

“Es muy difícil encontrar trabajo en la trova, en la canción romántica. Se ha perdido el sentido del romanticismo, porque hay música de televisión y la juventud se va con esa época, con la moda actual, entonces lo que viene siendo el romanticismo de llevar la serenata para conquistar a la joven, como que eso ya no se usa”.

Señaló que en antaño un joven que deseaba llevar serenata a una mujer no podía incluir en el programa de la serenata ninguna canción que hablara de besos o abrazos, después ya de “enamorados” podía hablarse de algún contacto físico.

“Se tenía que cuidar mucho la letras de las canciones, por la familia de la enamorada y por el vecindario, que estaban pendientes de lo que le iban a cantar a la vecina. Así era de estricto el sistema del enamoramiento. Ahora del antro a la realidad”, apuntó.

La tarde comienza a agonizar y la corona del trovador está casi por terminarse, sin embargo, antes del último trago, Alberto Burgos nos confía que por su edad y la pérdida parcial de su oído cada vez le es más complicado encontrar trabajo.

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Manifestó que todos los días, en compañía de su inseparable guitarra, camina por las calles del Centro Histórico para buscar algún cliente para llevar el sustento a su hogar, donde lo espera su esposa Aurora Rivero Villanueva, con quien está casado desde hace 41 años.

[b]¿La del estribo, don Beto?[/b]
"No, son dos como la gente, ya más es borrachera y apenas es martes", reprende, para después acabar su cerveza y continuar en busca de algún romántico empedernido o algún corazón roto que quiera escuchar una canción de la voz de Beto Burgos.

[b]Currículo oficial[/b]

Alberto Burgos entregó a [i]La Jornada Maya[/i] su vasto currículo que cuenta las más de seis décadas de una carrera artística que inició, de manera empírica, a los 16 años de edad.

Durante los 63 años que ha consagrado su vida como trovador, ha sido parte de tríos como Montenegro, San Luis, Los Pelícanos, Los Galanes, Los Héroes, Los Condes, Los Ángeles, Los Pelicanos Los Duendes del Mayab, Los Tecolotes, Panamericano y Los Tres Yucatecos.

Como interprete, participó en la Rondalla Yucateca, donde grabó dos discos bajo la firma de RCA y en 1966 con el trio Los Condes grabó un Extended Play.

Dentro de los reconocimientos que ha sido objeto fue la medalla Chan Cil en el año del 2007, que otorga el Ayuntamiento de Mérida ,así como candidato a la presa Pastor Cervera a propuesta de la Sociedad Artística Ricardo Palmerín.