Katia Rejón y Paul Antoine Matos
Foto: Valentina Álvarez Borges
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Lunes 18 de diciembre, 2017


[i]En entrevista para[/i] La Jornada Maya [i]el abanderado del PRI para la gubernatura de Yucatán, Mauricio Sahuí Rivero, plantea los grandes retos que hoy enfrenta el estado, debido a su crecimiento económico, demográfico e industrial. Asimismo, expone las estrategias que se deben seguir para mantener la paz en el estado, producto de un gran esfuerzo político y social.[/i]


Rolando Zapata Bello alzó el brazo del secretario de Desarrollo Social. La foto fue publicada por una revista yucateca que, a su vez, decidió por una estrategia arriesgada, en la zona gris de la ley electoral, donde no existe autoridad competente para castigar, presumirla. En espectaculares y medallones de camiones, la imagen de Mauricio Sahuí Rivero con el gobernador era el destape. Tres meses después, se hizo oficial. El Partido Revolucionario Institucional (PRI) decidió el jueves que será su candidato para gobernar Yucatán.

La imagen de Sahuí Rivero con Zapata Bello continúa presente: en redes sociales, los trabajadores del gobierno yucateco recibieron la orden de cambiar su foto de perfil y de portada de Facebook por la de los dos políticos, caminando juntos, siendo “la carta más fuerte” del Revolucionario Institucional. También los empleados publicaron dos videos de la trayectoria educativa y política del candidato. “Mantengamos el rumbo”, dice el otro, en referencia a la continuidad del proyecto zapatista.

Su familia es originaria de Espita, su tío compitió por la alcaldía en ese municipio y su padre fue líder sindical de maestros y diputado local. Mauricio Sahuí Rivero, nacido en Mérida el 8 de febrero 1976, pasó por la política estudiantil en la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), a los 16 años fue líder estudiantil del Frente Juvenil tricolor y pasó por todo el PRI: ordenó sillas, representó casillas, fue presidente estatal, diputado local y federal, representante del poder Legislativo en el entonces Instituto Federal Electoral (IFE) y se convirtió en secretario estatal.

“Mantengamos el rumbo”, la frase que se repetirá los próximos seis meses, ¿acaso años? El rumbo Zapata-Sahuí inició a finales de 1998, cuando Zapata Bello, como presidente estatal del PRI y diputado local, lo invita a colaborar con él en el Congreso y el partido. “Desde ahí nos une una estrecha amistad de muchos años que hemos ido consolidando y nos permitió generar espacios de apertura para la política”, dice en una entrevista con La Jornada Maya, hace casi dos años.

La tarea de Mauricio Sahuí era construir discursos, expresar los mensajes de Zapata Bello, a raíz de un gusto personal por la oratoria, escritura y declamación. Su cercanía con el actual gobernador era por sus orígenes: hijos de padres maestros, estudiantes de colegios privados, deportistas.

“Quien me lleva al PRI se llama Rolando Zapata Bello, estuve de cerca en todas sus campañas, en donde conocí a gente destacada de la política yucateca como Dulce María Sauri, Víctor Cervera Pacheco y a su vez participé en las campañas de Ivonne Ortega. Estoy muy agradecido con los que me han ayudado, pero me queda claro que en política cada quien es responsable de su propio destino y sus propias decisiones”, dijo el viernes pasado en entrevista con La Jornada Maya, la primera que concedió luego de su destape.

[b]Yucatán, la envidia del resto[/b]

Su intención es mantener un estado en donde sus hijos puedan jugar en las calles, sin temer a la inseguridad.

“Tenemos que pensar en Yucatán partiendo de los anhelos que sigue el ser humano. El yucateco es criado con valores familiares, yo soy papá de tres hijos, Mauricio, Emiliano y Sebastián, y esposo. Mi familia me apoya mucho y lo que Yamile y yo queremos para nuestros hijos es que vivan en un estado seguro y se desarrollen plenamente cuando sean jóvenes”.

Su objetivo es que sus hijos vivan en el estado, jueguen en los parques y salgan sin miedo, que la paz se mantenga. Mauricio Sahuí quiere morir en Yucatán.

Dice que la calidad de vida se refleja en la tranquilidad de sus calles, en la gente que camina por éstas en la madrugada y en los saludos al vecino con buena voluntad, que son el resultado de la educación que se recibe de los padres y ellos, a su vez, de los abuelos.

El reto de Yucatán es la migración de familias, producto del boom inmobiliario de Mérida que atrae a familias de otras partes del país para vivir en la entidad. “Ha venido gente buena y gente que no es tan buena”, reconoce.

La gente buena, dice, tiene la intención de conservar nuestra calidad de vida, pero “hay intereses de otros grupos de aprovecharse de ciertas circunstancias. Yucatán tiene en su crecimiento una gran oportunidad, pero a su vez un gran reto para conservar su calidad de vida”.

Yucatán vive en tensión superficial por la violencia del país y la crisis económica. La militarización nacional, con la Ley de Seguridad Interior, el narcotráfico en Quintana Roo y el fin del petróleo en Campeche son fenómenos claves que tendrán efectos sobre la entidad, entre ellos más migración de personas que huyen de los asesinatos y violaciones de los derechos humanos, pero también gente que ven en el estado un mercado para la venta de drogas, crimen organizado y mafias como la del pepino de mar.

Para Mauricio Sahuí, Yucatán es la envidia del país por sus condiciones de seguridad y crecimiento económico, lo que podría atraer cosas “que no queremos los yucatecos”.

[b]Medidas para preservar calidad de vida[/b]

“Uno de los factores para evitar que eso suceda es generar conciencia en la sociedad de lo importante que es conservar nuestra calidad de vida. No es un asunto exclusivo de la autoridad ligada a la seguridad pública, que hace un excelente trabajo con el comandante Luis Felipe Saidén Ojeda al frente de la secretaría y un gran cuerpo de policías que se suman a conservar el estado bien vigilado; va más allá”, reconoce.

“Los que vivimos en Yucatán tenemos que ser capaces de fortalecer el tejido social juntos”.

Su mayor temor es que las personas se encierren en sus casas, lo que provocaría que la gente no conviva con sus vecinos, ni su entorno. “Con esa condición de aislamiento, individualizado, pensando en lo que ocurre afuera, la vida cambia”.

Lo que percibe es que se necesitan crear condiciones para convivir, saber quiénes somos, quién es nuestro vecino, qué ocurre en la colonia, con quiénes estudian nuestros hijos y que se denuncien hechos extraños.

“Nuestra sociedad confía en la autoridad en materia de seguridad, ligado a eso, evidentemente, va un amplio ejercicio de civilidad que está anclado a la educación”.

“Tenemos que saber construir ciudadanos que respeten nuestras reglas de convivencia, cultura, leyes de tránsito, para que, las malas prácticas que se tienen de otras partes no se traigan y en lugar de contaminarnos podamos nosotros, por el contrario, hacer que todos se sumen a las reglas de convivencia en el estado”.

También se debe aprender de la experiencia de otros estados del país, que tienen “películas adelantadas” de lo que se vive en Yucatán, menciona. Hay gente que dice “nos pasó esto en Monterrey, en el Distrito Federal y no queremos que eso suceda en un espacio que hoy puede ser conservado en ese sentido”, expresa.

“Es un gran ejercicio de gobernanza. Tenemos que vincular a la sociedad civil en las acciones de gobierno. Los grandes problemas de una sociedad no los resuelve sólo una autoridad, siempre serán resueltos en el trabajo conjunto, incluidos actores públicos y privados.

El gobierno está obligado a generar ejercicios de gobernanza y participación ciudadana en las decisiones y, con esto, construir de manera conjunta el estado al que aspiramos, apunta.

“Se tienen que hacer dos cosas para mantener la seguridad en Yucatán: exigir a la autoridad que cumpla y reconocer su compromiso. En ese reconocimiento, encontrar la confianza que nos permita conservar el estado que merecemos y que queremos”, advierte.

Como diputado creó los comités Mérida toma fresco: “En esa convivencia cuidamos nuestro espacio y nos damos cuenta del vecino ‘raro’ que acaba de llegar a determinadas horas de la noche; nos enteramos de la esquina donde asaltaron a una persona y prevenimos a la gente para que no suceda, por lo tanto denunciamos”.

“Cuando te empiezas a enterar de las situaciones que se dan en tu entorno a través de las noticias, ello significa que ya estás encerrado en tu casa y vives en una ciudad donde la convivencia no se puede dar”.

Asistencialismo, fracaso de la pobreza

Mauricio Sahuí Rivero se convirtió en secretario de Desarrollo Social en Yucatán, desde el 2015, hasta la fecha, los proyectos principales de la dependencia son los programas de animales y huertos de traspatio, así como tinacos y otros productos de índole asistencialista.

“El asistencialismo dará lugar a la aniquilación de la pobreza”, expresa. El tema fundamental que es el ingreso no puede ser exitoso si no va ligado al esfuerzo, si no hay conciencia de superación, motivación, ganas de trabajar. Entonces, hay programas, sobre todo de incentivo a la producción, que deben ser destinados a aquellos grupos y personas que están demostrando tener las ganas de salir adelante. Sin embargo, los recursos para la productividad son limitados, no se pueden dar a todos”.

“El gran reto es determinar quiénes son los que se lo deben llevar y, evidentemente, es para gente que tenga ganas. La mente puede mucho, si tú te autolimitas ahí vas a quedar; en cambio, cuando tienes la visión de grandes metas a largo plazo y condicionadas al esfuerzo, los éxitos no son producto de las casualidades, son consecuencia del esfuerzo diario, de la disciplina y que en ese transitar haya ayuda en torno al objetivo planteado”.

Algunos de los libros que ha leído son Confesiones de un gobernador, escrito por Carlos Loret de Mola, del cual apunta: “los pasajes de la historia reciente de nuestro estado involucraba a distintos actores políticos que leía en los periódicos” y el Contrato social de Rousseau, “que muestra cómo se plasman ideas revolucionarias en un país que en ese momento luchaba contra un estado monárquico y que peleaban con esas ideas que se consideraban libertarias para que no haya esclavitud”.

Para egresar como abogado de la UADY su tesis de licenciatura giró en torno a la globalización y derecho: “no podemos ser un país monocromático, tenemos que ser una nación que acepte su pluralidad, multiculturalidad y que entienda que tiene que generar espacios respetuosos de comunicación. Lo que a este país le falta no es que las voces distintas se escuchen, todos pueden ser escuchados, se han encontrado los medios de expresión. El gran reto es cómo lo hacemos desde una perspectiva de respeto que nos lleve a la construcción de las cosas”.


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