Paul Antoine Matos
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Viernes 14 de julio, 2017

La gota recorre la tierra hasta las entrañas del inframundo maya. Cae desde el cielo para atravesar el suelo cárstico yucateco por donde se filtra y, a su paso, deja un pequeño, minúsculo rastro de minerales que luego de millones de años forma las estalactitas por las que se desliza hasta quedar suspendida en la punta de la formación rocosa. La gravedad la atrae hacia el agua del cenote Wolpoch.

Una escalera lleva hacia el Xibalbá. Se siente cómo el calor de la intemperie yucateca se convierte en humedad y el fresco que aportan las aguas del cenote. La respiración cambia y el aire tiene una consistencia diferente, un poco más pesada que en la superficie.

El inframundo en Wolpoch se compone de círculos, como los narrados por Dante en su Divina Comedia, pero en lugar de pecadores que cumplen penitencias eternas, son rocas que observan el paso de ese tiempo sin fin. En el medio, los círculos son atravesados por un árbol cuyas ramas se quedan en el mundo terrenal, su tronco en las cavernas y sus raíces alcanzan el agua del cenote.

Hace ocho meses la Expedición Grosjean, junto a Fundación Bepensa y ProNatura México, intervinieron éste y otros tres cenotes de Homún para crear un circuito ecoturístico en ese municipio. Además de Wolpoch, están Chulul, Santa Cruz y Balmi.

Para el proyecto se recuperaron los sacbés, modernos caminos blancos que en lugar de mayas tendrán turistas en automóviles; se limpiaron los cenotes y se adaptaron para hacerlos cómodos para el visitante y permitir que se bañen en sus frías aguas. Wolpoch tiene un museo entre sus paredes, que muestran vestigios arqueológicos mayas, aunque algunos son réplicas hechas por los vecinos.

De este cenote, el espeleólogo Sergio Grosjean afirma que “estaba devastado, con toneladas de escombro y lodo, enterrado”, el cuerpo de agua era de apenas tres metros y hoy ha crecido. La deforestación provoca que no se filtren las materias orgánicas hacia el subsuelo, mientras que un espacio arbolado permite que el agua que cae por la cúpula rocosa sea cristalina, explica.

La intención del circuito de cenotes de Homún es unir esfuerzos entre los lugareños y las organizaciones que apoyan, lo que permite desarrollar proyectos ecoturísticos y dar vida a la economía local, manifiesta.

Actualmente, 20 cenotes están abiertos al turismo en Homún, de los 420 que se han descubierto en el municipio. Lo visitantes podrían acudir cada semana a conocer uno nuevo, y esto motiva a la población a trabajar en proyectos en pro del medio ambiente, indica Grosjean.

[b]Agua[/b]

Para la gente de Homún y las organizaciones partícipes, el agua es un recurso fundamental que debe ser cuidado y protegido entre todos. Desde 2013, el municipio es parte de la Reserva Estatal Geohidrológica del Anillo de Cenotes, según decreto del gobierno de Yucatán, que califica la zona como un sitio de recarga cuya agua transita por Mérida, entre otras poblaciones, hasta la costa. En la zona vive el 57 por ciento de los habitantes de Yucatán y se aprovecha el 41 por ciento del agua del estado.

El presidente de Fundación Bepensa, Ricardo Ponce Gutiérrez, afirma que la protección del agua y su cuidado es responsabilidad de nosotros. La reserva, asegura, abastece de agua limpia a más del 60 por ciento de la población yucateca, por lo que su conservación debe ser un motivo de preocupación.

Señala que en Bepensa y Coca Cola son grandes consumidores de agua, por ser parte de la industria refresquera, por lo que su objetivo es devolver la misma cantidad que usan.

“En el caso de Homún, es su activo más importante, por lo que si los propios habitantes no la cuidan, nadie lo hará”, comenta. Los cuatro cenotes del circuito tienen en total 10.53 millones de litros de agua.

[b]Peligro ambiental[/b]

“La gente ha cambiado las granjas porcícolas que contaminan por sitios turísticos”, reconoce Grosjean. Sin embargo, a mil 500 metros del cenote Wolpoch se construye una, que surtirá de carne de cerdo a la empresa Kekén.

El temor de Grosjean y los miembros del circuito de cenotes es que la granja contamine el manto acuífero y, por las características de interconexión entre los cenotes, estos se dañen, lo que afectará una forma de vida para los homunenses. Eso ha generado protestas contra la granja; incluso, los habitantes la clausuraran de forma simbólica, al bloquear con rocas y piedras la entrada de vehículos.

La cercanía de la granja con el cenote preocupa a los pobladores y las organizaciones, porque temen la contaminación del manto acuífero, pero también a los olores de unos 20 mil cerdos que comerán y defecarán a un kilómetro y medio.

En el decreto firmado por Rolando Zapata Bello se indica que, cada año, los cerdos en Yucatán excretan mil 417 toneladas de residuos orgánicos, mientras que la descarga de aguas residuales de la industria porcina genera 2.98 hectómetros cúbicos (un hectómetro es un millón de metros cúbicos, y en cada metro cúbico caben mil litros) de aguas negras.

El 63 por ciento de estas aguas “recibe parcialmente algún tratamiento”, esto mayormente en las granjas grandes. El resto del desecho no es tratado, ya que 90 por ciento de las granjas son pequeñas y medianas, y éstas “vierten sus residuos directamente sobre el suelo y cavernas situadas en los alrededores, por lo que al no tener los suelos ningún sistema de protección, estos residuos pasan directamente al acuífero subterráneo”, indica Grosjean.

El investigador señala que la granja corre el riesgo de no operar bien los biodigestores o que estos sufran alguna fisura. Además, también se filtrarían al subsuelo los medicamentos y hormonas aplicados a los cerdos.

También está el uso de fertilizantes y pesticidas como el DDT y el Edulsofano, prohibidos a nivel mundial, pero usados en Yucatán, que se filtran con el agua hacia el subsuelo y caen como gotas en los cenotes, agrega.

“Es una locura hacer una granja porcícola en uno de los principales yacimientos acuíferos de la región, que alimenta de agua a Mérida”, enfatiza.

[b]Pros y contras[/b]

El ex alcalde de Homún, José Clemente May Echeverría, indica que la granja porcícola generará 50 empleos directos, mientras que con el ecoturismo serán al menos 500 personas con oportunidades laborales en sectores como tricitaxis, prestadores de servicios y cocina, además de los indirectos por los tendejones.

Desde hace cinco años, con la apertura de una veintena de sitios ecoturísticos con cenotes, se ha reducido la cantidad de migrantes de Homún hacia Mérida que, por lo general, trabajaban ahí como albañiles, menciona.

El secretario de Desarrollo Urbano y Medio Ambiente (Seduma), Eduardo Batllori Sampedro, indica que la granja sí puede establecerse en la zona porque “no hay incompatibilidad en materia de ordenamiento ecológico”.

Afirma que sí se elabora el programa de manejo de la reserva, “pero hoy por hoy no se prohíbe la actividad”. En su momento se consultó, pero no se mostró ninguna inconformidad, por lo que se les dio la factibilidad, pues el Ayuntamiento de Homún otorgó la licencia de uso de suelo y de construcción, y el manifiesto de impacto ambiental está en trámite, reconoce.

La semana pasada, el Ayuntamiento de Homún entregó una solicitud de revocación de la licencia de uso de suelo, menciona el secretario, por lo que los desarrolladores de la granja, que invirtieron en el terreno y la construcción, seguramente tomarán cursos legales por la acción de la presidencia municipal.

“El ordenamiento ecológico lo permite, es factible hacerlas ahí. Ya hay varias granjas en la reserva, y en Homún había siete granjas pequeñas y medianas, pero cerraron”, menciona.

Lo que la Seduma sí solicitó enfáticamente fue que, al estar dentro de la reserva, el sistema de tratamiento de aguas residuales será más efectivo que el usado comúnmente en la industria.

Pero Batllori Sampedro también reconoce que el ecoturismo es una alternativa sustentable.

Tanto Grosjean como los pobladores de Homún ya se preparan para interponer demandas legales y amparos en contra de la granja porcícola.


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