Texto y foto: Juan Manuel Contreras
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Miércoles 03 de mayo, 2017


[i]El profesor Fredy de Jesús Góngora Cabrera, quien el viernes 28 de abril fue designado Maestro Distinguido 2017, reconocimiento que otorga la Secretaría de Educación de Yucatán (Segey) a los docentes cuya trayectoria y labor constituye una aportación en beneficio del estado. En entrevista con La Jornada Maya, el docente narra su opción profesional, los cambios en los paradigmas escolares y su método de enseñanza: Los nuevos alquimistas.[/i]


Es común pensar que las personas eligen la docencia por vocación, afirma Fredy Góngora: “Me dediqué a la docencia por cuestión de mi vida, de mi historia, por lo que fui, por lo que soy”. El hecho de crecer en Oxkutzcab, en una familia, carente de figura paterna, hizo que desde temprana edad se viera en la necesidad de desempeñarse en diversos oficios; bolero, vendedor de periódicos, y otros. “Mi madre siempre nos decía que tratáramos de hacer bien las cosas, que no tengamos límites. Ella decía ‘ustedes son libres de hacer lo que puedan’”, recuerda.

Sus años como alumno le hicieron caer en cuenta que la escuela es una institución en donde hay mucha disciplina. “Yo me decía, ¿por qué no tener un lugar donde pudiéramos tener alas? Un lugar para poder innovar y crear”, es ahí en donde crece su interés por la enseñanza, a partir del deseo de encontrarse del otro lado del aula y convertirse en quien marque la diferencia, al generar espacios propicios para la libertad de creación.

Si algo ha marcado su trayectoria, es la búsqueda de la excelencia docente. “Descubrí que muchas veces, para ser un buen maestro, se puede hacer lo que el programa establece. Fue en esa etapa de mi vida cuando descubrí que realmente tenía que rencontrarme con mi pasado y cumplir lo que me había prometido”. Así comenzó el proyecto Los nuevos alquimistas.

La iniciativa consiste en una metodología de aprendizaje basada en proyectos sociales, en la que el niño tiene la libertad de crear. “Es ahí en donde pudiera yo definirme como un alquimista, que busca transformar los metales en oro; donde los metales son los niños y el oro la educación de calidad”.

[b]La forma del método[/b]

La metodología nace hace cinco años, luego que Góngora Cabrera trató de satisfacer un sistema basado en la medición y como maestro trató de cumplir con estos parámetros. “Una escuela que gana premios es una escuela que es catalogada como buena. Hace cinco años estuve en una comisaría y pudimos lograr todos los primeros lugares de los concursos que el sistema pedía”, recuerda.

“Al año siguiente, al ver a una de mis alumnas caminando con su nixtamal en la cabeza le pregunté la razón por la cual no había asistido a la escuela, a lo que contestó ‘es que no seguí estudiando’, al cuestionarla por la razón ella me respondió: ‘porque no aprendí bien’. A mí me dio muchísima vergüenza y me dije ‘jamás trataré de seguir enseñando como lo estoy haciendo, tengo que ser un maestro que inspire, que le dé al niño las herramientas para sentirse motivado’, es ahí cuando nace la idea de modificar la enseñanza”, relata.

Con este proyecto, Góngora busca darle un significado a los aprendizajes a través de la identificación de problemas en las comunidades o de tratar en las aulas temas que sean de interés para sus alumnos, en donde se puedan sentir identificados. “Sabemos que el ser humano tiene debilidades, pero también fortalezas. La idea es buscar una metodología que ponga en práctica esas fortalezas”, precisó.

“También es una metodología humanista, pues utilizamos mucho la libertad; tratamos que la escuela no sea solamente ese espacio de cuatro paredes, sino que pueda ser una herramienta para resolver problemas cotidianos”, abundó el profesor. Asimismo con esta iniciativa busca que los niños entiendan que la escuela es un espacio para aprender y desarrollar competencias y “la comunidad es el laboratorio donde las ponen en práctica”.

[b]Vocación, libertad y ¿competencias?[/b]

Para el entrevistado, las cualidades que debe tener un profesor se pueden englobar en una sola palabra: vocación; sin embargo, considera que otra deseable, acorde a su metodología de enseñanza, es la libertad. “Primero la libertad para innovar, y segundo, creo que el valor fundamental de la docencia es el amor, porque el amor te permite dar todo, pero de igual forma te permite soportar todo. La educación se encuentra en un momento muy complicado, pero la figura del docente es fundamental para sacar adelante este país”.

Tras 20 años en las aulas, Góngora Cabrera ha visto desfilar centenares de alumnos que no son ajenos a los cambios que ha vivido el país. Al respecto, el profesor señala: “Más que un cambio generacional, yo creo que es la sociedad lo que está cambiando, y es ahí donde nosotros los docentes tenemos que adaptarnos a estos cambios”.

De igual forma resalta la importancia de reflexionar respecto a que el momento que estamos viviendo requiere de nuevas competencias, es decir, de alumnos que tengan acceso a la información, “es nuestra responsabilidad estar a la vanguardia de las necesidades, no sólo para crear niños que puedan resolver problemas, sino que puedan reflexionar sobre las necesidades, los valores y la buena ciudadanía”.

La emergencia del Internet y las redes sociales ha revolucionado y modificado el paradigma educativo en la última década. Góngora considera que es un hecho que tiene ventajas y desventajas y el debate en torno a su uso en las aulas es muy profundo. Sin embargo, debemos quedarnos con el aspecto positivo. “Si sabemos utilizar los medios, son una magnífica herramienta. Llevar un celular a la escuela se presta a darle mal uso, pero si tenemos un programa que nos permita utilizarlo para registrar en video las actividades culturales de un municipio, por ejemplo, puede ser muy útil”.

El profesor se declara consciente de los peligros y el mal uso que se le puede dar a la tecnología: “Es importante enseñarles a los infantes acerca de las posibilidades que brinda el mundo del Internet, y así como hay cosas buenas hay cosas malas y de ahí también pudiéramos utilizarlo como algo educativo. Vivimos en pleno siglo XXI y hay un mundo de información, creo que una de las competencias necesarias para los alumnos es el acceso a ella”, señala.

“Es cierto que la educación se basa en competencias en las cuales el razonamiento matemático y las habilidades comunicativas son fundamentales”, reconoce, “pero también hay que considerar esos aspectos del humanismo: La capacidad de los niños para convivir y crear, para ser responsables de los problemas de la comunidad”, afirma.

“Esto es algo arriesgado, porque la enseñanza por competencias no es medible fácilmente. Se trata de un proceso largo. Nosotros hemos monitoreado a los egresados, preguntando en las secundarias a las que ingresan acerca de su desempeño, y hemos tenido muy buenos resultados”, destaca.

[b]Si un niño disfruta[/b]

Su paso por escuelas rurales le ha dejado numerosas enseñanzas; la más destacable en 20 años es la que le han dejado los niños: “Me enseñaron a volver a vivir, a disfrutar”, un ejemplo de esto sucedió hace poco tiempo mientras desarrollaba junto con sus alumnos un proyecto de teatro guiñol. “Yo estaba detrás de la mampara viendo a los niños felices y me dije a mi mismo: ‘éste es el mayor regalo que un niño le puede dar a un maestro; ver cómo disfrutan lo que hacen. Si un niño disfruta aprendiendo, creo que nos podemos sentir satisfechos’”.

Respecto al panorama educativo en el estado, el maestro Góngora opina que la educación se encuentra en un momento histórico a causa de la Reforma Educativa, la cual considera una medida dolorosa pero muy necesaria: “Estamos en un momento de evaluaciones; que si bien son criticables, son importantes porque diagnostican nuestras necesidades. Necesitamos saber en qué estamos mal. Una evaluación no es algo punitivo, sino una herramienta para saber en qué estamos fallando y en qué podemos mejorar.

“Uno de los principales retos es empezar a trabajar de manera colaborativa, entender que el sistema educativo somos todos”, aseveró. “Los padres de familia necesitamos recuperar esa función de inculcar valores a la sociedad. Los maestros necesitan recuperar la confianza en sí mismos; los niños, descubrir sus capacidades; las autoridades educativas, encontrar en nosotros esa unidad y yo creo que juntos podemos sacar adelante el sistema educativo”, indica.

Reitera que el verdadero reto es convertirnos en una sociedad colaborativa y consciente de que la transformación desde la comunidad contribuye a transformar el estado y al país.

Siendo una persona positiva y un hombre de fe, como él mismo se define, Góngora conserva el optimismo y considera que las cosas pueden mejorar para el país en este año electoral venidero. “Tenemos un 2018 donde hay un reto para la docencia. Hay una libertad que se nos otorga. Si queremos ser maestros buenos, podemos tener buenos alumnos. Si queremos ser maestros excelentes, tenemos que arrancarle las penalidades y frustraciones a los niños y darles esperanza”.

“Cada persona tiene que tomar conciencia de la situación que estamos viviendo y los cambios que están habiendo en Yucatán en relación al resto del país”, señala en relación a la política. De igual forma subraya la importancia de la responsabilidad que los docentes tienen con los alumnos, quienes son los que tomarán las decisiones en el futuro, así como reafirmar el compromiso para con México y la sociedad.

[b]Comunidad y sueños[/b]

En referencia a su natal Oxcutzcab, comenta que uno de los problemas más grandes que tiene este municipio son los altos índices de migración, los cuales propician costumbres que afectan los valores.

“Tuve la oportunidad de escribir un libro, [i]Los viajes de los mayas modernos: el encuentro de dos culturas[/i], en el cual trato de despertar la conciencia de la importancia de rescatar nuestros valores de identidad como yucatecos. Si bien es cierto que no podemos frenar la migración, también podemos tomar conciencia que nuestra cultura tiene un gran valor. No podemos permitir que el mundo globalizado nos siga envolviendo”.

“¿Qué es lo que ha dejado más huella en su vida como mentor y docente?”, sin dudarlo, responde: Las excursiones. “Los momentos felices de mi vida, eso siempre he tratado de aplicarlo en la escuela. Esos momentos felices son los que dejan huella. Entonces, hagamos momentos felices.

“Cuando era niño, tratábamos de salir adelante y se me quedó grabada una frase que rezaba: ‘Chofer a la torre Eiffel por favor’ y yo me decía que algún día iría a París. Mis compañeros se reían de mí, sin embargo ya siendo adulto tuve la oportunidad de visitar Francia. Esta anécdota se la platico a mis niños para darles a entender que los sueños pueden hacerse realidad si nos preparamos”, puntualiza.


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