Texto y foto: Jesús Mejía
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Lunes 20 de febrero, 2017

Escasamente invitado a las salas de conciertos por ser el patito feo de los instrumentos musicales, el saxofón ocupó, por fin, en las manos y el aliento de Abel Pérez Pitón –uno de sus mejores intérpretes–, el lugar preponderante en el recital presentado este fin de semana por la Orquesta Sinfónica de Yucatán.

[i]El Concierto No. 1 para Saxofón[/i], del francés Pierre Max Dubois (1930-1995) constituyó un estreno en Yucatán y fue tema central del quinto programa de la orquesta. El anuncio de la presentación del instrumento suscitó la curiosidad del público que llenó el teatro Peón Contreras.

Sin aspavientos, Abel Pérez se acomodó en la silla alta, fijó el atril con la partitura y sin más inició el concierto, en el que se escuchó de manera predominante el sax contralto en los tres movimientos: el primero, un [i]allegro[/i]; el segundo, un [i]lento nostálgico[/i] y, el tercero el [i]allegretto[/i].

En principio, al sax se le vio, aunque reluciente, brillante por su textura laminada, un tanto extraño en un escenario dominado por el piano y el violín como instrumentos solistas. Sin embargo, segundos después su sonido y el virtuosismo de su intérprete habrían de cautivar a los asistentes.

La orquesta encabezada por el director huésped, actual titular de la Sinfónica de Xalapa, el brasileño Lanfranco Marcelletti, tuvo en la obra de Max Dubois un papel secundario: apenas las cuerdas acompañaron las formas melódicas tenues y alegóricas del sax, cuya sonoridad brillante y clara ocupó todos los rincones del teatro.

Inventado por el belga Adolfo Sax en 1840, el instrumento fue traído a América durante la invasión francesa a México, desde donde soldados desertores lo llevaron a Nueva Orleans para cobrar auge en los años veinte, en los clubes nocturnos del jazz, según narró en su libro [i]El cuerno del diablo. La historia del saxofón, de la novedad escandalosa al rey de lo cool[/i], el periodista Michael Segell. Con cierto parecido físico al gran [i]Bird[/i], Charlie Parker –el más grande exponente del sax en el jazz–, aunque con barba, Abel Pérez captó la atención durante 17 minutos continuos de secuencias melódicas y escalas cromáticas.

En el inicio del concierto, Lanfranco Marcelletti mostró sus dotes de pedagogo, al explicar al público las características de las obras y llevó a la orquesta al pináculo de la interpretación de la música del compositor italiano de óperas, Gioachino Rossini, con la Obertura [i]Semiramis[/i] basada en la puesta en escena del mismo nombre.

El maestro Lanfranco Marcelletti mostró su gran valía como musicólogo y director de orquesta, al sacarle brillo a todas y cada una de las secciones de la OSY, para las cuales pidió el aplauso del público.


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