Juan Manuel Contreras
Foto: Notimex
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Jueves 14 de mayo, 2020

No es raro que los emprendedores se enfrenten contra los vendavales del cambio, pero el panorama que el COVID-19 vino a dibujar en ese ámbito sin duda no tiene precedentes. La pandemia ha modificado el giro de centenares de negocios; y la ley seca acentúa el declive de la economía de quienes se dedican a la venta de cerveza, como don Max, quien ahora vende postres.

Avecinado desde siempre en la colonia Alemán, hace 40 años que Máximo Perera Solís tuvo la genial idea de dedicarse a la venta de cerveza, oficio que a lo largo de su vida le ha procurado el sustento e innumerables placeres mundanos.

Luego de emplearse en diversos rubros, el joven Max optó por probar suerte con la venta de cerveza y se hizo de una costosa licencia -25 mil pesos de aquel entonces- para su distribución, por ahí de los años 80.

“Me fui para arriba”, recuerda con la nostalgia propia de quien contempla sus épocas doradas en la lejanía temporal.

Con evidente entusiasmo, don Max relata cómo es que los distribuidores particulares de la bebida fueron “comidos” por las dos compañías cerveceras que operan en el país, en un esquema de negocios que considera -por lo menos- mezquino.

Las administraciones anteriores tampoco abonaron a la prosperidad de los comerciantes de alcohol, ya que desde la administración de Ivonne Ortega Pacheco, del PRI, se les aumentó el mil por ciento para la revalidación del permiso, llegando al precio de 6 mil 500 pesos.

Este fue el contexto, a mediados de la primera década del nuevo milenio, que causó la proliferación de expendios Modelorama y Six -de la Modelo y Moctezuma, respectivamente- los cuales fueron expandiéndose a lo largo del territorio estatal.

“Ahorita ni en cuenta nos tienen”, acusó don Max ante el difícil panorama al que se ha enfrentado por la Ley Seca instaurada en Yucatán.

Para el empresario, dichos consorcios lucran con un discurso de “sé tu propio jefe” mientras violentan el bienestar de quienes se acercan a ellos ilusionados por la posibilidad de poseer su negocio; mientras no cuentan con los mínimos estándares de seguridad social.

La llegada de la Ley Seca empeoró la lacerante situación de don Max, pero también detonó una nueva idea de negocio. La imposibilidad de poner el pan sobre la mesa lo orilló a incursionar en el mundo de la repostería.

Flanes; cheese cakes; pasteles y pays de varios sabores figuran en el menú del emprendedor, quien con ayuda de su esposa (doña Aida) los elabora siguiendo todas las normativas sanitarias dictadas por las autoridades estatales.

Si no hay cambios a lo que recientemente informó el gobierno del estado, la Ley Seca, se levantará el 1 de junio, pero el confinamiento es catalizador de nuevas iniciativas, como se ha visto con don Max, cuyo instinto de supervivencia lo “arrastró” fuera de su línea y ahora, en vez de cartones de caguamas, lleva dulces recipientes en su irremplazable “vochito”.

Edición: Elsa Torres


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