Juan Manuel Contreras
Foto: Fernando Eloy
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Martes 28 de abril, 2020

Sentado a las afueras de una tienda de conveniencia, don Rafael disfruta su refresco de cola como de costumbre. Es un hombre de hábitos enraizados y la gente de la colonia lo sabe muy bien. A últimas fechas su rutina dio un cambio drástico, pues las juntas de Alcohólicos Anónimos (AA) a las que asistía religiosamente desde hace 36 años, han cesado por primera vez a causa de la pandemia.

[i]El Padrino[/i], como se le conoce, teme por los más jóvenes que apenas encuentran su cauce en el camino de la sobriedad.

Ha pasado poco más de un mes desde que el grupo al que acude no sesiona, lo que para él fue un golpe duro; no por el riesgo de una recaída, sino por lo incómoda que puede resultar la modificación de su itinerario.

Como don Rafael, miles de asiduos al programa de AA se han quedado sin sus juntas, pues la contingencia sanitaria obliga a los establecimientos a prescindir de reuniones, "ahora que entramos a la Fase 3 está peor la cosa, no tenemos fecha para volver a la tribuna", lamentó el septuagenario.

Esta situación puede tener muchas aristas, pues el alcoholismo es una enfermedad impredecible. Para el rehabilitado, las juntas han sido un pilar importante en su recuperación, aunque a estas alturas el prescindir de ellas no lo regresará a sus tiempos de farra, asegura.

"No puedo asegurar lo mismo para quienes tienen uno, dos o cinco años de sobriedad", advierte, ya que, con base en su experiencia, la abstinencia reacciona diferente según el cuerpo y la mente de quien padece este mal.

No se sabe con exactitud cuántos individuos integran la red de AA en Yucatán, ya que el número varía, pero -por lo menos en el grupo al que don Rafael asiste- hay muchos jóvenes que asisten por problemas, no solo con la bebida; sino con las drogas duras como la cocaína y el cristal.

"Ellos son quienes corren más riesgo. Algunos de ellos ya estaban habituados a las juntas y es importante para ellos escucharnos, a los viejos, 'levantar el fondo' y con esto, ellos recapaciten y eviten tocarlo como nosotros lo hicimos en su momento", señaló.

Al alcohólico en recuperación la Ley Seca no le hace mella. Sin embargo, teme que esta medida pueda ser contraproducente para quienes tienen la intención de dejar la bebida, pues considera que "no hay nada más tentador que lo prohibido".

Aunado a esto, acota que la prohibición podría ser fatal para quienes dependen de la bebida, ya que la abstinencia conlleva síntomas que el gobierno no ha tenido en cuenta y que no se mitigan con acudir a las juntas, pues requieren tratamientos médicos "para los que el gobierno ahorita no tiene tiempo" al estar enfocados en la emergencia sanitaria.

Al ser cuestionado sobre las iniciativas que sus compañeros del grupo han tomado para llevar a cabo las juntas de manera remota, don Rafael sonríe tímidamente y saca de su bolsa un celular, "a este [i]cacahuatito[/i] con trabajo y mis hijos me marcan. Mira, ni cámara tiene, menos WhatsApp".


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