Abraham Bote
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Viernes 24 de abril, 2020

Imágenes poco vistas en el centro de la ciudad y sus alrededores: La plaza principal cerrada, acordonada por cinta amarilla: decenas de palomas se han apoderado del lugar en búsqueda de restos de comida en el suelo. Ya no hay ni un alma, nadie que las arroje migajas de pan o tortilla. 

La gente va y viene, aunque sus rostros están cubiertos por cubrebocas, sus ojos alcanzan a  reflejar cierta preocupación. Incertidumbre, sobre lo que viene en un futuro próximo. 

Calles, mercados y negocios cerrados. Decenas de coches de policías rondando el primer cuadro de la ciudad, asegurando que se cumplan las medidas sanitarias. "¿Hasta cuándo vamos a estar así?", se escucha entre la gente que espera su camión. 

Esto es lo que se pudo observar en un recorrido realizado por el centro de la ciudad este 24 de abril, día en que entró en vigor las nuevas medidas del gobierno del estado ante el inicio de la fase 3 etapa del COVID-19, como el uso obligatorio de cubrebocas para salir, para entrar a algún lugar o subirse al transporte público, entre otras.  

En el camión de la ruta de Los Héroes, todos los usuarios, incluidos el chófer, portan su cubreboca, además, se sientan en lugares separados para respetar la "sana distancia"; sin embargo, conforme va avanzando, más gente se sube, y los lugares se van llenando, poco a poco. 

Si bien, el flujo de automóviles ha disminuido en el corazón de la ciudad; pese a la fase tres de la pandemia, es palpable que mucha gente tiene que seguir saliendo, no todos pueden cumplir con el aislamiento domiciliario. Se puede observar decenas de personas haciendo fila, esperando la llegada del autobús, especialmente en las rutas del norte. 

Hay gente que espera igual para retirar dinero en los cajeros automáticos de los bancos, y largas filas de gente esperando para hacer sus comparas en un supermercado.

Para hacer más amena la espera, Felix Martínez, quien usa una silla de ruedas, intenta entretener a la gente con su guitarra y su música y al mismo tiempo ganarse unos pesos para comer. "Papi, tenemos que comer mi rey, el gobierno no nos dio ningún apoyo"; expresa el músico. 

Claro que tenemos miedo, agregó, pero también tiene fe en Dios y confía que todo saldrá bien. "Hay gente que no tiene apoyos, que tiene que trabajar, tenemos que salir, hermano"; manifestó. 

[b]Plaza y parques cerrados[/b]

Un escenario nostálgico:  parques, y pasajes, como el Emilio Seijo o el de la Revolución cerrados con cintas amarillas, para que no pase la gente. Los mismo en la Plaza Grande, lugar que donde suelen convivir mucha gente, músicos, boleros, turistas, hoy luce vacía, sólo las palomas han reclamado este sitio como suyo, las cuales rondan por todo el lugar, en búsqueda de algo de comida. 

[b]Los olvidados[/b]

Caminado, uno también puede ver a personas de la tercera edad, sobre todo, que se instalan en algunos puntos dela ciudad, cerca de la Catedral, o el mercado Lucas de Gálvez, no tienen nada que temer, no tienen casa, o un lugar donde quedarse, duermen en las calles o estacionamientos, y sólo esperan que alguien les regale una moneda para poder comer este día. "Voy a morir de hambre o por el virus"; dijo un ancianito, con voz baja que contrabajo se entiende por su cubrebocas. 

El mercado Lucas de Gálvez se mantiene vivo aunque hay varios locales cerrados, aún sigue recibiendo decenas de personas que van en búsqueda de verduras, frutas y alientos frescos y accesibles para su bolsillo. Antes de entra personal del municipio les proposicional desinfectante ala gente. Todos tiene que usar cubre bocas, y así lo hacen.

En los alrededores, patrullas de la policía estatal y municipal recorre las calles verificando que todos cumplan con las disposiciones, les indican a la gente que se coloquen bien el cubrebocas, que no permanezcan mucho tiempo en un solo lugar y que se muevan.   

Las calles del corazón de la ciudad lucen por un lado vacías de autos, pero por el otro, aún hay gente que intenta seguir su vida normal, pese a los riesgos y la amenaza de este virus mundial. Quisieran quedarse en casa, pero no pueden, tiene que salir a trabajar, buscar la manera de ganarse el pan de cada día. 

Pero en general, todos esperan que esto se termine pronto , mientras tanto, solo queda esperar e imaginar estar de nuevo en la plaza principal, verla llena de gente, vital, alimentar a las palomas, sentarse a leer o disfrutar de un helado en los parques. Bailar en Mérida en domingo, o comer una cochinita en el Bazar García Rejón. Los buenos tiempos volverán.

Edición: Elsa Torres


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