Graciela H. Ortiz
Foto: Sputnik
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Sábado 4 de abril, 2020

En estos días de encierro el estrés y la incertidumbre se vuelven caldo de cultivo para la violencia hacia la pareja, así como para el maltrato infantil.

“La violencia puede ser aprendida, porque a veces se replica cuando hay un padre que es severo, que ejerce violencia para educar, para imponer miedo a sus hijos y que estos acaten las reglas”, explica el sicólogo César Gutiérrez Peña, del Centro de Atención y Reeducación para Hombres que Ejercen Violencia de Género.

“Cuando un hombre es violento y agresivo, muchas veces es aplaudido por la sociedad o el grupo; en muchos ambientes eso es algo que se valora, como alguien que me va a proteger, que me va a defender, que imponga ese respeto o miedo en muchas situaciones”, añade, al tiempo que afirma que la violencia puede ser algo que ha estado ahí y que le ha dado una cierta identidad a la persona.

Pero también se puede dar cuando no se sabe cómo manejar las emociones, cuando se ha llevado una vida donde se ha tenido que reprimir muchas cosas, y no se puede hablar ni manejar esas emociones.

El especialista explica que al momento de querer expresar miedo o vulnerabilidad, el hombre no sabe cómo hacerlo porque siempre tiene que ser fuerte, existe esa exigencia, “entonces no tiene contacto con esa vulnerabilidad, no habla de sus emociones, y es una necesidad que se tiene que cubrir como las necesidades fisiológicas”.

“Por lo que al momento de no saber cómo comunicar o canalizar su enojo de una manera afectiva o positiva, se tiene esa conducta impulsiva. Por ejemplo, si la persona tiene un problema con su pareja y no lo comenta, porque ese tema lo hace sentir vulnerable, y se siguen presentando ese tipo de situaciones allí surge el impulso, ya sea a través de violencia sicológica o física”, detalla.

En el encierro, la persona violenta se encuentra en una nueva situación al enfrentarse con su familia, ya que salía a trabajar y muchos de ellos después del trabajo concurrían a la cantina con sus amigos, “muchos se sienten presionados porque no están dando dinero en la casa al no estar trabajando y eso puede incidir en su hombría, y a lo mejor consumen más alcohol, lo que se suma a la crisis”.

“Si no hay un buen manejo en cuanto a la parte emocional, no sabe cómo manejar el enojo, el estrés, la frustración, entonces sí puede ser un factor de riesgo para la familia”, afirma.

El sicólogo recomienda que en esta situación de encierro es importante trabajar la comunicación con el entorno familiar y la pareja, porque muchas veces los matrimonios se concentran en ser padres y se olvidan de la otra parte. “Debe existir una paternidad responsable, más cercana a los hijos, esto puede generar que el hombre conozca más a sus hijos, de una manera diferente”, precisa.

Puntualiza atender las responsabilidades de manera normal, el contacto cercano con los hijos, y también permitirse un tiempo para estar en pareja, y de manera personal, ya sea realizar meditación, escuchar música, pintura, “tomarse media hora al día para hacer algo que disfrute para conectarse consigo mismo”.

“Es importante definir lo que hay qué hacer en casa y tratar de cambiar los roles, por ejemplo si la mamá ha estado siempre en la cocina, que cada quien desempeñe una función diferente para que haya un aprendizaje”, indica.

También realizar una actividad en familia como ver una película, jugar un juego de mesa, contar chistes, platicar, etc.; mantenerse comunicado con los amigos, familiares, mantener la red familiar y social.

Pero sobre todo, es importante mantener los hábitos, “si nos quitan la rutina nos quitan esa programación que conlleva la rutina, a qué hora me levanto, desayuno, voy al trabajo, voy por los chicos”.

[b]Ley seca[/b]

Gutiérrez Peña considera que si se decreta la Ley Seca en el Estado, la abstinencia podría ocasionar que la persona se vuelva más agresiva, porque ello ocasionará estrés, enojo y frustración que no podrá controlar. “Es un factor de riesgo por otro, incluso puede aparecer depresión y suicidio”, reflexiona.

Asegura que el alcohol es una gran herramienta para olvidarse de todo el tema emocional, “al no tener ese factor a la mano se va a enfrentar a la realidad y aparecerá sintomatología depresiva”.

“Al dejar el alcohol la violencia intrafamiliar podría escalar aún más, porque en ese momento se van a destacar muchos temas familiares”, concluye.

Edición: Elsa Torres


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