Texto y foto: Luis A. Boffil Gómez
La Jornada Maya

Valladolid, Yucatán
Domingo 5 de enero, 2020

La Santísima Cruz Tun, que se encontraba en la localidad de Xocén, dejó “huérfanos y desamparados” a los pobladores de esta localidad, conocida como el Centro del Mundo, después de que un incendio le causara graves daños hace algunos días.

Fue el 28 de diciembre de 2019 cuando una veladora, que prendió el mantel del altar, provocó un incendio en el que se quemaron varios imágenes de santos, además de la Cruz de Piedra venerada por los habitantes de la zona desde hace casi dos siglos.

En el lugar, donde generalmente se prohíbe tomar fotos porque según la tradición la fotografía se llevaría el alma de la venerada imagen, se quemaron la Cruz de Piedra, una imagen de la Virgen de Guadalupe y cruces de madera.

El incendio causó conmoción entre los más de 450 pobladores de Xocén, que se localiza a 12 kilómetros de la cabecera municipal de Valladolid, al oriente de Yucatán, por lo que las autoridades policiacas acudieron a verificar.

Se esperan que a través del INAH se realicen los estudios necesarios para saber la magnitud del daño que sufrió la Cruz de Piedra.

El templo de la Santa Cruz, donde se encontraba este símbolo importante para la comunidad, diariamente es llenado de veladoras por los devotos y personas creyentes, quienes consideran milagroso el santuario.

La magna celebración de la Santa Cruz inicia el 3 de mayo donde se ofician misas y numerosas personas acuden para las actividades religiosas, danzas mayas, ofrendas y comidas en un ambiente de fiesta.

“Quedamos huérfanos, desamparados, desprotegidos”, narraron los descendientes mayas (en lengua nativa) a las autoridades policiacas que acudieron para constatar la magnitud del siniestro.

[b]Historia de la Santa Cruz[/b]

Sobre la historia de la “Santísima Cruz Tun”, la narrativa oral es sumamente importante. En 1982, un escrito elaborado por Benito Abán May, describe que en tiempos remotos existían tres deidades. Una de ellas la Santísima Cruz Tun, la divinidad mayor; otra, intermedia entre las tres, cuyo nombre no se recuerda y la cruz menor, la más milagrosa, denominada Juan de la Cruz Tun Verde.

En la época de las tres deidades, todo aquello que sembraban producía. Las ofrendas tenían que ser por triplicado y la falta de ellas era castigada, con la muerte

El exceso de castigos motivó a los sacerdotes mayas a identificar cuál de las deidades hacía morir a las personas por faltar con sus ofrendas. Y los sacerdotes decidieron que las cruces Juan de la Cruz y la de nombre desconocido eran las que aplicaban el castigo y decidieron retirarlas para que quedara sólo la Santísima Cruz Tun para adorarla.

Unos 13 sacerdotes mayas llevaron las cruces a una cueva, pero al amanecer las cruces estaban en su sitio original.

Un nuevo cónclave definió que las cruces podrían ser trasladadas si las ofrendas consistían en toda clase de semillas y dinero.

Trece sacerdotes y nueve niños se encargaron de llevar las cruces y rezar nueve noches y nueve días. Las cruces desaparecieron y los sacerdotes y sus acompañantes murieron misteriosamente.

Al menos, la tradición existía antes del inicio de la Guerra de Castas de 1847 (confrontación entre mayas y hacendados por la posesión de tierras y liberación de esclavos), ya que se hace referencia a este evento donde la deidad Santísima Cruz Tun dio poder sagrado con resistencia a sus agentes del pueblo de Xocén.

La historia también se refiere que en el testamento escrito en lengua maya se consignaba la historia de Xocén y de la Santísima Cruz Tun, así como una parte apocalíptica.

El concepto de que Xocén es el Centro del Mundo proviene de un dogma de la propia narración. La aparición de la Cruz se asocia a la bendición del mundo. “La naturaleza lítica del monumento ocasiona que no se le mueva o quite de su lugar porque fue puesta por el Dios Padre eterno para significar el centro del mundo”, de acuerdo con la narrativa de Abán May.

Según la tradición, la Santísima Cruz Tun, por su esencia misma, tiene capacidad de proporcionar salud en forma preventiva o curativa. Habitualmente las peticiones a la Cruz implican la presencia en el santuario de la persona que solicita la gracia y de sus familiares.

En casos en que sea imposible el traslado de la persona a quien se quiere gratificar, la familia del sujeto interesado deberá estar presente. El sacristán y a los cantores de la Cruz fijan la fecha y solicitarán a los interesados llevar 13 velas nuevas que serán colocadas en el altar y servirán exclusivamente para el ritual, ya que la familia las tendrá que llevar nuevamente a su hogar.

La ceremonia es presidida por tres cantores, cada uno de ellos porta su vestimenta habitual y entre las manos debe tener un libro de oraciones y un rosario. El cantor principal (habitualmente el más anciano) tiene también una pequeña campana que utilizará durante la ceremonia.

Los cantores ocupan la primera fila en el templo y quedan de frente al altar y de espaldas a los demás asistentes. Previo al inicio de la ceremonia los fieles colocan en el altar sus ofrendas que consisten en comida, tortillas de maíz, balché (bebida de aguardiente, extraído del árbol del mismo nombre), atole de maíz y miel. Las velas son colocadas delante las ofrendas y son prendidas al inicio de la ceremonia por el sacristán.

La ceremonia consiste en el rezo del equivalente a un rosario del culto católico. El cantor principal inicia con un repique de la pequeña campana y un canto de entonación católica y simulando hacerlo en latín. Los rezos son palabras eufónicas que aparentan esta lengua.

En forma rotativa cada cantor reza y canta hasta completar 15 misterios del rosario. Al rezar los cantos, simulan leer sus viejos misales.

Al final del rezo y en lengua maya, el cantor principal pedirá a la Santísima Cruz Tun que brinde su protección y proporcione salud al solicitante -del cual dicen su nombre-, petición que se realiza en tres ocasiones.

Para terminar, los hombres pasan delante de la Cruz, comen una pequeña cantidad de masa de maíz con cacao y hacen la señal de la cruz con los dedos pulgar e índice en la frente. Después harán lo mismo las mujeres. El atole de maíz y cacao se reparte entre los asistentes, así como la comida ofrendada. Con este ritual -en la creencia de los mayas- se obtiene la gracia de la Santísima Cruz Tun.

En forma diferente a otros rituales curativos de la región maya de Yucatán, la petición de sanación o prevención a la Santa Cruz Tun de Xocén no implica procesos de tipo “limpias”, ingesta de brebajes u otros procedimientos, así que la participación directa de curanderos y H’menes (sacerdotes-curanderos) no tienen cabida.


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