Por los altos costos de calesas eléctricas 'habría que llegar a acuerdos': caleseros

La transición de calesas tiradas por caballos a eléctricas no sería económicamente viable para la Unión de Conductores y Pequeños Propietarios de Carruajes de Yucatán, que opera en Mérida. “Además, aceptar un carruaje eléctrico a cambio de nuestra tradición sería ilógico”, aseveró Eduardo Echeverría Ayala, secretario de dicha agrupación. 

“No tenemos el presupuesto, en dado caso tendríamos que llegar a los acuerdos. Una calesa eléctrica tiene costo de 700 a 800 mil pesos y su batería de cuesta 100 mil pesos para dos años, no tenemos el poder económico para eso”, detalló.

El candidato a la alcaldía meridana por el PAN, Renán Barrera Concha, manifestó su voluntad de cambiar el esquema de trabajo de los caleseros. Sin embargo, los aurigas no han sostenido reunión alguna con él -ni con otro candidato-. 

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“Sabemos que hay una propuesta, pero conociendo su trayectoria con nosotros, ha de haber algo favorable, aunque no sabría decir qué es, pero por lo pronto me abstengo de opinar al respecto”, señaló el líder de los caleseros.

La agrupación se encuentra a la espera de saber si se encuentran en la agenda de los demás candidatos, “no estamos cerrados, sino abiertos al diálogo, pero eso no significa que vaya a haber algún cambio”, expuso; y aclaró que no estarían dispuestos a cambiar caballos por motores eléctricos.

En rueda de prensa, el líder de los aurigas señaló que los equinos bajo su tutela son atendidos por médicos profesionales pertenecientes a la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), con quienes tienen un acuerdo, “llevan una buena vida, alimentación y manejo”, aseguró.

Caballos sanos

Echeverría Ayala condenó que sus críticos llamen “maltrato animal a ver al caballo trabajando”. Reiteró que estos animales están capacitados y sanos a razón de las verificaciones que se realizan los miércoles en la facultad de Veterinaria de la UADY, aunque reconoció que actualmente está cerrada, así que reciben atención en otro lugar.

“Nos preocupa la salud de los caballos, nos dedicamos a esto de generación en generación, en mi caso, desde mi bisabuelo. Los caballos son de nuestra familia, nacimos entre las patas de un jamelgo”, acotó el líder sindical.

En ese sentido, Eduardo Echeverría lamentó las críticas de rescatistas y diversas asociaciones civiles quienes les han golpeado, juzgado y criticado por el uso del animal. No obstante, dijo, la calesa es una tradición de más de 100 años en el estado.

“Le dio lo mejor a la ciudad en la época del oro verde, fuimos el primer transporte público, ahora el 80 por ciento lo usan los turistas. Abordan la calesa y les gusta el sonido, la ciudad, el viaje, nos felicitan por tener bien a los animales”.

“Nos critican, pero estamos dentro de la ley. Tenemos tomas de agua junto al centro de trabajo, pero no puede tener la cubeta a un ladito, porque es juguetón.  No toma un litro de agua, sino entre 40 a 60 litros, no la toma a cada rato ni helada, lo matas con eso”, advirtió.

Municipios caleseros

Echeverría Ayala aclaró que Mérida e Izamal son los únicos municipios que cuentan con calesas. En el caso de Motul, comentó, “lo que sucede es que no es un lugar turístico, sino uno donde el transporte de calesa servía como taxi y no se modernizó, es así como adoptaron el mototaxi”, opinó.

“Al modernizarse y crecer la ciudad, se implementó el programa de la calesa eléctrica, pero de hecho esa calesa no iba a ser para allá, sino para Cozumel, pero ya que quien la hizo es de ahí, la tienen, pero no da paseos turísticos, sino llevaditas", acotó.

En el caso de Progreso, dijo, “creo que nada más funcionó dos o tres meses. ¿Invertir tanto dinero para una calesa eléctrica y que se la coma el salitre?”, cuestionó.

La tarde de ayer, el secretario de la agrupación de caleseros, Eduardo Echeverría Ayala, y el director de Desarrollo Económico y Turismo del ayuntamiento de Mérida, Eduardo Seijo Solís, sostuvieron una reunión en la que ratificaron reglamentos ya vigentes. Los resultados del encuentro los revelará la comuna, en su momento.

Edición: Estefanía Cardeña