Luego de casi tres años, el matrimonio Cabral Andrade nunca había estado tan cerca de formar su familia tan anhelada. El camino ha sido largo, pero el viernes pasado dieron un importante paso para la adopción del pequeño Zabik.
El viernes 13 de agosto se ratificó ante el Poder Judicial la voluntad de la madre biológica de dar a su hijo en adopción, con lo que perdió la patria protestad, lo que da pie a que se inicie el papeleo para que Jesús y Liliana se conviertan en los padres legítimos del infante.
“Nos explicaba la procuradora (Teresita Anguas Zapata, titular de la Prodemefa) que la jueza pide un tiempo para garantizar la adaptación del menor, no sé cuántos meses sean, pero son alrededor de seis”, explicó emocionada Liliana.
Luego del tiempo de convivencia, se convocará a una audiencia final en la que llamarán al infante para preguntarle cómo ha sido el tiempo con sus nuevos papás. Tras esto, cambiarán los apellidos de su acta de nacimiento.
Actualmente, el pequeño vive su nueva historia cinco días a la semana cuando convive con Jesús y Liliana. En sus redes sociales, la pareja comparte material que no deja duda de la simpatía que hay entre las tres partes.
La gente de la Prodemefa -sicólogos y trabajadores sociales- continúa visitando la casa de los Cabral Andrade a fin de cerciorarse que la convivencia se esté dando de manera óptima, aunque esto, aclaró, no significa que estén a prueba. Es un tiempo de consolidación.
Han sido dos meses para fortalecer estos vínculos, los cuales comenzaron con breves visitas al albergue a fin de que el niño se familiarice con ellos; y luego tuvieron la oportunidad de sacarlo a conocer su nuevo hogar. Hoy en día, pasan juntos la mayor parte del tiempo.
“Lo difícil ha sido desprenderse, pues ya nos acostumbramos muchísimo a que esté con nosotros y cuando se va sentimos una tristeza enorme, que cambia toda nuestra rutina. Él también ya quiere estar acá, con nosotros”, aseguró.
Liliana celebró que su hijo Zabik tenga conciencia plena del proceso que están viviendo, lo que atribuye a su madurez. Él acaba de cumplir ocho años, fecha que, por cierto, no pasó desapercibida para sus nuevos padres y lo festejaron, aún en el albergue.
Edición: Laura Espejo
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