Isabel Molina, 'La tía': Pilar de la seguridad y el corazón de 'La Mezca'

Isabel Molina Gutiérrez es el pilar de la seguridad y el corazón de la Fundación La Mezcalería, a la cual considera su hogar, su familia. Desde hace 10 años se dedica a las labores de seguridad y limpieza del establecimiento. Su foto forma parte de la decoración y galería del reconocido bar en el centro de Mérida. 

Durante estos años ha creado un vínculo armonioso e inquebrantable tanto con clientes como los trabajadores del establecimiento, no sólo protege a las personas, sino que se asegura que lleguen con bien hasta sus hogares, tan es así que su nombre ha desaparecido hasta ser conocida como La tía.   

Con total franqueza, la entrevistada afirma que “La Mezcalería representa mi vida entera, si me dieran a escoger entre mi vida y La Mezca, escoja La Mezca”.  

“He tenido muchas alegrías, bendiciones, es muy lindo que vengan y te digan tía. Ya no soy Isabel soy tía para todo mundo”, agrega.   

A pesar de transmitir una calidez y un aire de ternura, confiesa que tiene un carácter fuerte, necesario para poder desempeñar su trabajo e impedir que entre gente en un estado inconveniente. “Les pido mil disculpas si alguna vez fui fuerte con alguien, pero a veces hay que serlo en el trabajo, hay gente que llega muy tomado y te pide que las dejes entrar”, comenta.  

No todo es dulzura, hay que tener un carácter fuerte. “Si te lo buscas también te regaño”, cuenta en la entrevista. 

El 27 de julio cumplió una década de trabajar en este lugar que ama, actualmente es la jefa de la seguridad y limpieza “profunda” de La Mezca, La Negrita y Casa Chica.   

Isabel Molina, de 73 años, rompe con los estereotipos, ha trabajado en la rama de seguridad desde hace más de 15 años. Fue jefa de Seguridad en ADO, así como ama de llaves de hoteles. Sus años de experiencia y sabiduría que lleva sobre sus hombros la respaldan.   

Hace una década llegó el momento de jubilarse, la mujer señala que debería estar descansando y disfrutando de la jubilación, sin embargo, a ella no le gusta no hacer nada. “Te vuelves un mueble en tu casa y a mí no me gusta, pero tuve la dicha de conocer mi hogar”, indica.   

Por invitación de su amigo Rafael Novelo, llegó a la Fundación, cuando todavía se ubicaba en la calle 56 por 53 del Centro de Mérida, para trabajar en el área de seguridad, pero además se dedicaba a repartir volantes e invitar a la gente para que vaya al lugar.   

Fue un cambio drástico, admite. Pero “soy muy aventada, no me dio miedo. Es una experiencia nueva”.   

Lo que más le gusta de su labor es poder ayudar a la gente, estar pendiente de su seguridad, sobre todo de las mujeres, incluso a las chicas que lo solicitan, ella misma las lleva a sus casas en taxi, hasta las puertas de sus hogares. 

Por esta acción y otras, es conocida como La tía, incluso indica que hasta la fecha muchas mujeres les agradecen las atenciones que ha tenido. “Yo cuido a la muchachada, no sólo a la mujer, sino también al hombre que merece respeto y ser cuidado”, indica.   

No obstante, señala que hay que saber cómo tratar a la gente, no ser grosera. No sólo es decirles “no vas a entrar”. Añade que hay que hacerles reflexionar sobre las razones por las que no pueden ingresar o por qué deben salir del lugar. Ante todo, la prioridad es la seguridad de todas las personas del establecimiento.   

Para la mujer, lo que más ama de trabajar en La Mezca es la calidez de la gente y que la recuerden.   

“Es lo más maravilloso del mundo, ver a la gente cómo me abraza”. Hace poco, recuerda, llegó una chica de Perú, a quien atendió hace unos años, y le dijo unas palabras que se quedaron marcadas en su corazón, le dijo: “Tía me acuerdo mucho de ti, te quiero mucho, si quieres ir a mi boda, yo te pago el viaje”.   

Son esos detalles que valora, los vínculos que crea, ya no los ve sólo como unos clientes, sino como algo que es parte de ella y que tiene que cuidar.   

En estos años, también ha conocido a muchas personalidades que han pasado por el bar, tiene a dos muy presentes, uno es Rubén Albarrán, vocalista de Café Tacvba y a Margarita La diosa de la cumbia.   

De Albarrán dice: “Me bello y precioso Rubén, es mi vida, lo amo desde que lo conocí, tuvimos muy buena conexión, es una persona muy linda”. Ella fue su personal de seguridad para un evento y lo protegió de todo. “Te llegas a compenetrar tanto que ya lo entiendes, ya sabes que desea sólo con la mirada”, destaca.   

Mientras que a Margarita la describe como una mujer muy humilde, la cantante tenía ganas de comer panuchos y fue a comprárselos hasta el mercado de Santa Ana. “Es una bella persona, muy sencilla, nada pesada”.   

Son anécdotas que se quedan marcadas. Al final cuando “me toque llevar el tren”, lo único que se va cargar son estos recuerdos que vivió, el aplauso y abrazo de tanta gente que la quiere, de sus sobrinos y sobrinas, relata.  

“¿Sigue casada?”, se le preguntó. 

“¿Me ves cara de amargada?”, responde con una sonrisa. La tía se casó, pero el matrimonio duró seis años. “Dime qué marido va a permitir que entres a las 3 de la mañana a tu casa”. Ella dices que es feliz, así como está “soltera”, sin embargo, está abierta al amor. 

“Aprendí a ser amada y me amo mucho”, manifesta.   

A la empresa y al dueño, Erick Samson, les agradece todo, el ofrecerle trabajo a una mujer adulta mayor, quien a sus 73 años sigue trabajando como si nada. 

“En esta empresa no necesitas cara bonita, sólo ganas de trabajar”. “Ese amor que me ha dado don Erik ha sido lo más maravilloso que Dios me dio en mi camino”.   

Declara que seguirá trabajando hasta que Dios le dé fuerzas o hasta que la corran, mientras tanto defenderá La Mezca “contra viento y marea”.

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Edición: Estefanía Cardeña