Al escribir Últimos días de mis padres, Mónica Lavín volvió a revivir la muerte de sus padres. Pero al mismo tiempo también volvieron a vivir. Al hurgar en sus memorias. Sus vivencias, sus viajes en familia los vio nuevamente, como son en realidad. Un universo de pasiones, con luces y con fallas.
Mónica Lavín abre el corazón, tanto que “me despelleja”, pero a la vez la arropa. Con su texto, trata de dignificar la muerte y homenajear la vida de donde viene, con todas sus fallas y sus luces.
El libro fue presentado este viernes, 16 de marzo, como parte de las actividades de La Feria Internacional de la Lectura Yucatán (Filey). A la escritora la acompañó el escritor Carlos Martín Briceño.
“En los Últimos días de mis padres, el acontecer de la orfandad y el dolor por la ausencia se transforma en belleza gracias a la prosa rítmica y poderosa de Mónica. Es una novela triste y gozosa que celebra la vida y dignifica la muerte. Su lectura acongoja, pero al mismo tiempo reconcilia”; indicó Martín Briceño.
La escritora reconoce que las familias son complicadas. Son micro universos, donde están concentradas todas las pasiones. Lo invisible y lo visible, lo que no decimos. Lo que sí decimos. Juegos de poder y de pasión.
Le gusta tanto leer sobre temas familiares, que escribió una novela sobre la suya. Mientras la escribía, durante la pandemia del Covid-19, no le pregunté nada a nadie, ni les mostró avances.
Nunca había escrito un libro tan personal, porque sólo una vez se mueren tus padres, aunque cuando lo escribió volvieron a morir. “Y cada vez que la lee alguien se mueren otra vez, pero viven también. Dignificar la muerte y celebrar la vida de dónde venimos con todas sus fallas y luces”; indicó.
A su vez, la escritora confiesa que una de las razones de su obra es que necesitaba entender, “ordenar el caos”. “Hay algo que quieres comprender del misterio de la vida, contar la historia, hurgar en la memoria”, expresa.
Ella quería entender a sus padres, no sólo como sus progenitores, que es una visión parcial de quienes eran, sino el hombre y la mujer que fueron y su relación. Sin tomar partida por nadie. “Un padre o una madre se puede enamorar de otra persona, son muy imperfectos, la imperfección es parte de lo que me gusta indagar”, señala.
También, Mónica admite que, a diferencia de sus otras novelas, este libro no tuvo un plan previo, sino que hubo una especie de “salto de rana” de la memoria y observación.
Edición: Laura Espejo
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