Mujeres conversan en la Filey en torno al 8M en Yucatán

''Si no lo solicitamos, nunca nos lo van a dar'', reflexiona Astrid Sánchez
Foto: Sabina Léon

Mujeres de diversas áreas y edades, compartieron su experiencia y reflexiones sobre el crecimiento del movimiento feminista en Yucatán. Principalmente las vivencias de las marchas del 8M.

Durante el conversatorio Yihan Arroyo, Alejandrina Pinto, Astrid Sánchez y Daniela Gómez Riestra plantearon las preguntas sobre qué trae a estas mujeres a hablar sobre el movimiento feminista, sus primeras marchas y el desarrollo que los colectivos han tenido en la sociedad y en la política.

Al platicar sobre sus primeras marchas, coincidieron en que el movimiento ha ido creciendo exponencialmente a lo largo de los años. Astrid, cuenta que desde su labor como periodista ha cubierto diferentes marchas, y destaca que en cada una trata de hacer la cobertura explicando las exigencias. Tal como una en Ciudad de México, la cual recuerda como una de las marchas feministas que más le ha marcado, cuando intervinieron con pintas El Ángel de la Independencia y que a partir de ahí se detonaron muchas cosas al rededor del país. Detalla que en esa movilización, se marchó en contra de la policía de Ciudad de México, tras denuncias de violación a una menor de edad, por lo que mujeres ingresaron a una estación e incendiaron el lugar; tras esto, compañeras periodistas dejaron cámaras y se unieron al “fuimos todas”, “si ellas quieren que se les escucha de esa manera pues está bien”, señala. 

En contraste, Yihan Arroyo, colaboradora de Apis Sureste: Fundación para la equidad A.C., recuerda su primera marcha en Mérida, que más bien parecía un plantón. Invitada por mujeres feministas pioneras en Yucatán, llegaron al Monumento a la Patria con unos cuantos carteles y no más de 30 personas. Y que debido a las pintas de otras partes de México, como en Ciudad de México, el movimiento se visibilizó y ha ido tomando fuerza a través de los años. 

Recuerda que algo significativo es que el movimiento se fue conociendo poco a poco, y mujeres más jóvenes comenzaron a unirse. “Comenzaron todos estos movimientos de pintas, todo esto que no quieren que se haga, y todo esto llevó a que se volteara a ver el movimiento”, detalla. Agrega que en ese momento ella pensaba que no era solo un tema, por pertenecer a una organización de la sociedad civil, “si no que era todo un movimiento que tenía que ser visibilizado”. Reconoce que sus motivaciones también han cambiando desde ese plantón a las grandes manifestaciones del 8M de hoy en día en Mérida.

Dani, una chica que cuenta que su primera marcha fue en Valladolid a los 17 años, su ciudad, fue pequeña y que casi todas se conocían y conocían sus luchas; y destaca que en esa primera movilización entendía un poco el por qué pero no el para qué. Unos años después, marchando con sus amigas, ahora en Mérida y rodeada de muchas más mujeres entendió que la lucha es diversa y que lucha por y para todas, detalla.

 

¿Cómo logramos que se visibilicen todas las luchas? 

“Cualquier forma en la que se pueda nombrar, que se pueda gritar, y no necesariamente tenga que ser una marcha”, detalla Astrid Sánchez. Señala que esta diversidad en la manera de gritar visibilizar el impacto de cuanta gente está siendo afectada. 

Demuestran que no son casos aislados, son violencias que ocurre todo el tiempo, explica. Yihan invita a llevar las formas de manifestación en nuestra cotidianidad, no sólo en el 8M o el 25N y reconocer la diversidad de contexto. 

 

 

¿Cómo tratar con sororidad a las mujeres que habitan los feminismos desde otras formas?

Al hacer esta cuestión, sobre el ¿qué podemos hacer juntas? Concluyen que lo principal es el acompañamiento; Astrid destaca que más que presionar, se debe entender y que el movimiento invite a la reflexión, “estamos respetando las formas y los tiempos de las personas”.

Por su parte, Daniela menciona que incluso como amigas en las marchas, a pesar de formar parte de distintos colectivos o contingentes, están pendientes de sus grupos, de sus compañeras, aunque no estén en el mismo lugar o sus motivaciones sean diferentes, porque se entiende desde la empatía que todas formamos parte del movimiento.

Yihan menciona que lo que le ha ayudado es mirar y escuchar otras historias con curiosidad, “escuchar como estas violencias sistémicas a las que todas podemos sufrir pero que también podemos compartir y nos permite mirlarlo de manera empática”.

Para concluir, las ponentes responden al cuestionamiento del ¿cómo se transmiten las demostraciones simbólicas de las marchas al cambio político y social?, a lo que destacan que desde cada una de las trincheras se están tratando de ganar espacios, el periodismo y en la literatura, por ejemplo. 

De acuerdo con Dani, el movimiento va pavimentando el camino para las nuevas generaciones y el feminismo es un aprendizaje continuo. Mientras que Yihan concluye que lo principal es conquistar nuestros propios territorios, nuestros cuerpos, “cuando nos apropiamos de nuestro ser, es cuando nos podemos posicionar hacia afuera de una forma diferente”. 

Para concluir reconocen que el 8M es una oportunidad para llamar a la reflexión; “porque todas somos trabajadoras, estudiantes, cuidadoras. Si no lo solicitamos, nunca nos lo van a dar", finaliza Astrid.

 

Leer: Ninguna película debería ser censurada: María Rojo sobre ‘Rojo Amanecer’ en la Filey

 

Edición: Laura Espejo


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