Revictimización y machismo: un riesgo para el espacio terapéutico

Raquel se sentía triste y deprimida por diversos temas relacionados a su antigua pareja sentimental, por consejo de sus amistades decidió acudir con un especialista de la salud mental. Sin embargo, lejos de sentirse segura; solo recibió juicios de valor; discursos revictimizantes y machistas. 

“Que yo era la que tenía características histéricas y neuróticas”. Al principio confió en el psicólogo. “Es el experto, debe tener razón en lo que me dice”; pensaba. No obstante, el dolor y las heridas solo se hacían más grandes. Luego de unos meses, no regresó y pudo acudir con otra especialista que sí la está ayudando.   

Las y los psicólogos deben brindar entornos libres de violencia; ofrecer terapias con una perspectiva de género, de diversidad, de infancias, en derechos Humanos, sin revictimizar ni fomentar prejuicios a sus pacientes.   

De lo contrario, en vez de ayudar, pueden perjudicar la calidad de vida de la persona, su estado de salud físico; aumentar los riesgos de ansiedad, depresión, suicidio, u ocasionar que las personas se queden en círculos de violencia; que normalicen sus abusos.   

“Es sumamente peligroso, porque justo estamos en una posición de poder como como psicólogas o psicólogos y lo que digamos es escuchado y es utilizado personalmente; cuando hay espacios de poder también cae una línea hacia la violencia muy delgada y si no tenemos perspectiva podemos estar lastimando y violentando más a las personas que buscan ayuda hay alguna manera de que las personas”, sentenció reflexiona la psicóloga Nallely Barrera Acosta.   

¿Consideras que es importante que el psicólogo y la psicóloga también tenga una perspectiva de derechos humanos, de dé género y diversidad? 

“Definitivamente considero que es relevante estar capacitadas y capacitados en estas perspectivas, y yo incluiría también en la perspectiva de niñas, niños y adolescentes; es importante debido a que justo el espacio terapéutico, desde la ética profesional, debe ser un lugar en donde la persona consultante o usuaria se sienta con la seguridad de poder compartir todas las experiencias y vivencias de su vida”.   

“Si no tenemos perspectiva podemos lastimar y violentar más a las personas que buscan ayuda”, agregó.   

De acuerdo con la psicóloga, esa debe ser su herramienta en el ámbito terapéutico, entonces si las personas que están enfrente de nosotras, no se sienten con esta confianza de poder compartir estos aspectos de su historia, no se puede realizar un trabajo efectivo o en su caso, pueden caer en revictimizar a las usuarias o consultantes que llegan a terapia.   

“Las personas llegamos a un espacio terapéutico para pedir ayuda, porque queremos sentirnos mejor, pero si lo que sucede es que me revictimizan, estamos violentando a la persona y, además, el trabajo terapéutico no se da”; enfatizó. 

La maestrante en Intervención en Violencia recalca que cuando las personas llegan a los espacios terapéuticos es porque ya intentaron de muchas maneras el sentirse mucho mejor emocional y psicológicamente.   

“Entonces si llego y comparto alguna situación de mi vida y lo que escucho es que estoy mal, que estoy enferma, que me equivoqué, que me lo merecía, que no comprendo o que no entiendo, lo que sucede es que estoy abonando al estado anímico de la persona, pero en cuestión negativa”, subrayó.   

Como ejemplo, la especialista expuso que si alguien llega y comenta que se siente violentada por su padre y lo que dice el terapeuta es que está mal por juzgar a su papá, lo que están haciendo es revictimizar a la persona y además eso la hace estar constantemente en un círculo de violencia. 

 “Porque va a considerar que es normal que la violenten no solo por el simple hecho de ser su papá ya entonces eso puede hacer que aumenten las características de depresión, de ansiedad”, expresó.   

Para la especialista, la moral no existe dentro de estos espacios terapéuticos. Es decir que desde que son profesionales de psicología, les enseñan y practican que estos lugares no deben estar llenos de juicios, si mi religión me dice que las personas homosexuales no deberían de existir, por ejemplo, debo ser independiente a cuando está una persona usuaria en frente de mí. 

Lo que sí podrían hacer es decidir no trabajar con tal persona, por alguna razón que se lo impida, pero no intervenir y ejercer juicios de acuerdo a una ideología moral, personal o religiosa.   

“Es mi responsabilidad escucharle, orientar o canalizar si no me siento con la capacidad de poder atender el tema, desafortunadamente yo sí me he topado tanto con usuarios, que me han compartido experiencias de haber ido con otros profesionales o escuchar a otras compañeras y compañeros psicólogos hacer juicios morales con respecto a sus pacientes”; afirmó.

Incluso, revela algunos colegas han canalizado a sus pacientes para realizar terapias de conversión. “Fue impresionante, escuché esto de un profesional y además muy violento, que obviamente debatimos, porque esas prácticas son tortura y dentro de la ley ya no soy aceptadas, que no deberían de estar involucradas en nuestro ejercicio profesional”; señaló.   

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Recomendaciones

A las personas que desean acudir con un profesional de la salud mental, la especialista les recomienda: 

- Verificar que tengan cédula profesional; que sea un profesional en psicología y que no sea otro tipo de línea que no está capacitado para este tema; que sea una persona que esté actualizada, que independientemente de su edad se encuentre constantemente en cursos o en diplomados, maestrías.   

- Que sea un profesional enfocado al área que necesita; psicología infantil; neuro divergencias, especializado en estos temas alimenticios de violencia de género, diversidad sexual, etcétera.   

- Preguntar, qué tipo de terapia realiza y de manera genuina preguntar “¿puedes explicarme de qué se trata?”; verificar que trabaje los temas de derechos humanos y sentirse cómoda en el espacio.

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Edición: Fernando Sierra