El restaurante libanés Café Alameda, en el Centro Histórico de Mérida, tiene alrededor de 70 años de existencia. El quebbe frito o bola, los alambres de kafta, y los arrollados de parra son parte de los platillos más conocidos por los yucatecos. El sabor y los precios se han logrado mantener accesibles a lo largo de los años.
“Mis bisabuelos vinieron de Líbano en barco, llegaron a México desde Batroumine. Se embarcaron por una serie de problemas que habían allá. Primero llegaron a Puebla, sus hijos se fueron esparciendo, algunos llegaron a Sonora y otros a Ciudad de México. En Puebla mi abuelo puso un restaurancito, pero vino a vivir a Mérida con dos de sus hijos porque le gustó mucho. Acá fue que empezó con Alameda, estaba frente al parque Eulogio Rosado en la 56 por 63 y 65” compartió en entrevista con La Jornada Maya, Fiby Catrib Trujillo, una de las administradoras y responsables del negocio familiar actualmente.
La Alameda, como también se le conoce, fue fundada por el matrimonio de Antonio Catrib Fillad y Tamina Fillad, después estuvo al frente del negocio su hijo Julio Catrib Fillad y, cuando murió, su esposa Fiby Trujillo Fuente se hizo responsable. El tiempo que Alameda estuvo cerca de lo que ahora se conoce como la esquina de correos, a la entrada del mercado Lucas de Gálvez, fue en la década de los años 50. Ahí se encontró hasta 1992, año en el que el café se cambió a la calle 58 por 55 y 57, donde está actualmente.
“Aún se conserva, como se dice ahora, lo artesanal de los quebbes y todo lo que se prepara. Aquí sólo se maneja carnero y res. Los platillos más pedidos son el quebbe frito, los alambres de kafta (que es carne molida con un poco de cebolla y de perejil) y de carne, estos son asados al carbón. Se pide mucho el shishbarac que no se hace muy seguido, es una sopa ácida de labin a la que se le ponen unas bolitas de harina rellenas de carne de carnero molida”.
Otro de los platillos más pedidos en Alameda es el quebbe crudo, que es la carne de carnero molida cruda servida con cebolla, aceita de oliva, yerba buena y, en su adaptación regional, chile habanero. También se preparan los arrollados de parra, que tienen dentro la carne molida de carnero y arroz, se cocinan a baño María con un caldo hecho de huesos de carnero, lo que le da el sabor.
“Otra cosa que se hace sobre pedido es la panza de carnero. Ya que se juntan muchas panzas hay que cortarlas y se hace una bolsita, se le pone arroz con garbanzo y la carne molida de carnero. Se guisa con el caldo, con los huesos y la cabeza de carnero, como si fuera el buche. Se tienen que juntar como 30 panzas. Se realiza cada tres meses porque se hace de forma artesanal”.
Una de las razones por las que la Alameda ha logrado resistir a través de los años es porque han mantenido su sabor distintivo, al igual que los precios. En medio de un centro histórico que día con día se transforma en beneficio del turismo extranjero, este espacio es aún bastante accesible para los consumidores locales.
“Hasta ahora no hay nada arriba de los 100 pesos. Relativamente está bastante accesible, porque siguen subiendo los insumos, y nosotros le subimos al quebbe o a los alambres dos pesos cada dos años”.
Fiby Catrib Trujillo está al frente de Alameda desde que su mamá, Fiby Trujillo Fuente, dejó de asistir al restaurante a partir de la pandemia.
“Mi mamá sigue siendo el pilar, pero yo estoy acá en el restaurante. Mi mamá está al pendiente de los pedidos desde casa, por teléfono. Como con el carnero, que se lo pedimos a un señor que nos lo lleva desde hace varios años”.
El menú del Café Alameda es muy variado, aunque actualmente algunos platillos como el shishbarac o la panza de carnero no están disponibles siempre. Entre las cremas se pueden degustar las de ajo, berenjena, garbanzo o labne, las cuales se acompañan con pan árabe. También cuentan con el tabule y el eftoyer, que es una empanada de acelga.
Restaurantes como el Café Alameda son parte de los lugares distintivos para los yucatecos. El sabor se ha logrado mantener por años, lo que ha causado que de boca en boca las recomendaciones ubiquen al restaurante como uno de los más queridos por los locales. Frente a un Centro Histórico cada vez más afectado por la inflación y los precios para turistas, lugares como este siguen considerando el bolsillo de los mexicanos.
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