Pueblos indígenas: El Jéets' Méek' como iniciación de la identidad maya

Esta ceremonia es similar a un bautizo, pero tiene el objetivo de reforzar las raíces
Foto: Cortesía

Aunque se desconoce desde cuándo comenzó su práctica, la ceremonia del Jéets' Méek' ha sido para los mayas uno de los rituales más preciados porque sirve para iniciar a los bebés dentro de su cultura con elementos y palabras que comienzan a formar su identidad como una persona originaria de un pueblo indígena. 

El Jéets' Méek' es también conocido como el bautizo maya porque es el ritual de iniciación de una persona en la comunidad, aunque en este caso está basado en la cosmovisión maya y relacionado con los usos y costumbres del pueblo. 

En el marco del Día Internacional de los Pueblos Indígenas, que se conmemora cada 9 de agosto, La Jornada Maya reconoce esta práctica ancestral que ha sido heredada de generación en generación y que incluso actualmente se realiza hasta en las grandes zonas urbanas de Yucatán, como la ciudad de Mérida. 

“Estos ritos son los que nos quedan que conservan la pureza de la lengua maya, también la transmisión de los usos y costumbres, y a la vez implica el reconocer el valor de todos los recursos naturales que tenemos y todos los elementos que pudiéramos utilizar en nuestra vida diaria… El Jéets' Méek' nos compromete y nos obliga a reconocer el uso de la lengua maya en estos elementos, es una forma de fomentar la identidad la identidad maya y de vivenciar la espiritualidad”, comparte Lorena Hau, docente y promotora cultural originaria de Kinil, Tekax.



Foto: Cortesía Jade Muñoz 


Y es justamente esta lucha por preservar la herencia maya la que lleva a muchas familias a seguir practicando este rito. Como el caso de Jade Muñoz y su esposo Rodrigo Ávila, quienes participaron como padrinos de Jéets' Méek' de María Constanza, hija de Carlos Vargas y Cynthia Torres. 

“Es un acto de amor y de compromiso hacia nuestra cultura maya, para preservar nuestras tradiciones que con el paso del tiempo se han ido perdiendo porque son menos las personas que lo practican y muchas veces sólo lo vemos en las comunidades más apartadas de nuestro estado o donde la presencia de la cultura maya es más fuerte; sin embargo, nosotros somos familia no mayahablante, pero tenemos muy firmes nuestras convicciones y nuestras decisiones acerca de nuestra cultura y esta combinación entre la parte de los mayas y la parte religiosa, es por eso que lo continuamos haciendo con los niños que llegan a la casa”, comparte Jade.



Foto: Cortesía Jade Muñoz 


La ceremonia, además de ser una iniciación simbólica busca proveer a los bebés de las herramientas que le ayudarán a desarrollarse en la comunidad. Aunque pueden variar dependiendo de la familia o comunidad, los elementos que generalmente están presentes son: xt'óop' (pepita) para abrir la mente; k'aj (pinole) para que nunca falte una buena alimentación y para fomentar la reflexión; chakbil je' (huevo duro o sancochado) para abrir las habilidades; y ja' (agua) como símbolo de pureza. También se les coloca una libreta y un lápiz para garantizar que sean buenos estudiantes. 

En el caso de las niñas, se realiza a los tres meses de edad porque el tres está relacionado con las tres piedras que coloca una mujer para preparar el fogón para cocinar y a ellas se les entregan púuts' (aguja para el bordado), xkayche' (aguja para urdir hamaca), y elementos de la cocina o del hogar, como ollas o cazuelas y una escoba. 

La ceremonia de los niños se lleva a cabo a los cuatro meses, número relacionado con las cuatro esquinas de la milpa y los puntos cardinales que usa para orientarse, y los bebés reciben lóobche' (coa), páawo' (bolsa para guardar semillas para siembra), e i'inaj (semillas), entre otros.



Foto: Cortesía Jade Muñoz 


Lorena explica que en las versiones más modernas de esta ceremonia se evitan los elementos específicos para mujeres y para hombres o se combinan y hasta se pueden añadir herramientas más modernas como tabletas electrónicas o computadoras portátiles. 

El ritual comienza con el encendido de la vela por parte de los padrinos y luego el bebé será acomodado con los pies separados y apoyado en la cintura del padrino, quien dará nueve vueltas en sentido a las manecillas del reloj alrededor del altar o la mesa donde se colocaron los elementos y se le va acercando cada uno de ellos. Posteriormente, la madrina se colocará al bebé en la misma posición y dará nueve vueltas en sentido contrario a las manecillas del reloj. 

“Es como una acción de abrir y cerrar porque en la cosmovisión maya todo lo que se amarra tiene que desamarrarse o todo lo que sube tiene que bajar otra vez, esto es muy común en muchos rituales y ceremonias en la cultura maya. Después de las vueltas, los padrinos regresan el bebé a sus papás con el compromiso de que van a hacer el acompañamiento para toda su vida”, detalla Lorena. 



Foto: Cortesía Jade Muñoz 


Evelin Suárez coincide en la importancia de seguir con las tradiciones mayas que han sido heredadas por los ancestros y por ello decidió realizar esta ceremonia con su hijo Santiago a lado de su esposo Ricardo Galaviz y sus padrinos Rebeca Galaviz y Julio Canul. 

“Es una tradición que se ha llevado a cabo siempre en la familia y es importante seguir con estas tradiciones mayas. Se coloca al niño sobre la cadera izquierda del padrino lo que representa que el niño pueda caminar más rápido o correr, también se le dan utensilios y cosas que puedan ser útiles para desarrollar sus habilidades más adelante. Tal vez nosotros no hicimos como una ceremonia tal cual, pero quisimos seguir y respetar la tradición, encendimos una vela en la mesa y después de que el padrino abrazó al bebé en su cadera, se dio nueve vueltas alrededor de la mesa. No sé si lo hicimos del todo correcto, pero la tradición y la ceremonia se realizó”, comparte. 



Foto: Cortesía Evelin Suárez 


Este ritual es también una muestra del sincretismo entre la cosmovisión ancestral y las creencias católicas, pues también suelen estar presentes imágenes religiosas. 

Lorena celebra que la ceremonia se realice incluso en Mérida, como en el caso de Jade y Evelin, porque no sólo refuerza la identidad maya sino que permite su interacción con otras culturas. 

“El hecho de que tengas esa iniciación dentro de la cultura maya no te impide conocer e interactuar con otras culturas, como en el caso de Mérida, donde ya somos muchos y muchos no son de aquí, no son del territorio maya, pero se han acoplado y han reconocido los usos y costumbres que tenemos como mayas, entonces también involucra la interculturalidad y eso es bien chévere”. 



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