De 1976 a la fecha, Andrea Herrera López no ha parado de crear. Su contribución a la cultura en Yucatán la hizo la más reciente acreedora al máximo galardón del teatro regional, la medalla Héctor Herrera Cholo, presea que dedica a su padre; colegas y público. 

Ha sido un largo recorrido desde las primeras funciones en una sala de fiestas; hasta que la creatividad vertida en sus personajes los logró posicionar en un lugar especial dentro de varias generaciones del público yucateco.

Su carrera formal en el teatro comenzó a mediados de los años 70 de la mano de su padre, Wilberth Herrera. Aún siendo una niña trabajaba en la sala de fiestas Maravilla, propiedad de don Wilberth, que, en aquel entonces, era la primera y única en el país en contar con un espectáculo de títeres.

Sus hermanos Pedro y Juan también laboraban en el complejo. Hacían teatro con títeres y poco a poco fueron aprendiendo las técnicas para mover adecuadamente las marionetas, y darles vida. Después se familiarizaron con los cambios de voz y otros aspectos propios de su disciplina.

Al paso del tiempo, la sala de fiestas Maravilla se convirtió en un teatro en donde ofrecían funciones los sábados y domingos; también incursionaron en el ámbito de la publicidad; la televisión y sin darse cuenta, el camino artístico de Andrea Herrera ya estaba trazado. 

El teatro Pedrito nació porque a don Wilberth Herrera no le gustaba lo que sus hijos veían en la televisión; y decidió crear un lugar para contar historias cuyos temas radicaban en el valor de la amistad; el amor; honestidad y trabajo.

“Creo que mi papá hizo un retrato muy fidedigno de la sociedad yucateca, lo que le valió el reconocimiento de la gente; pues ellos mismos se veían en los personajes; o a sus vecinos; o a la gente con la que convivían”, detalló.

En ese respetuoso retrato figuró la emblemática Lela Oxcutzcaba, alter ego que don Wilberth utilizaba para decir lo que su condición de hombre introvertido no le permitía. Era un lugar para hacer sanas denuncias sociales.

Forjó su propio nombre

Sobre los retos en su trayectoria, la maestra titiritera reconoció que, si bien no ha recorrido un camino del todo árido, sí han existido obstáculos. Por ejemplo, al llevar su espectáculo a fiestas particulares, algunos hombres no querían pagarle por ser mujer, “yo no intercambio dinero con mujeres”, le decían.

“El ser mujer me puso algunas trabas; y también el ser la hija de Wilberth Herrera. Tuve que hacerme un nombre aparte, aun estando vivo él. Fue mucho trabajo para tener un tipo de voz diferente a la que él nos daba con Titeradas”, señaló.

A fin de cuentas, logró formar un equipo de trabajo que se presentaba simultáneamente con don Wilberth; así que ella tuvo que buscar su propio camino, lo cual fue un proceso complicado. Desligarse de ser la hija de don Wilberth y llegar a ser Andrea Herrera; y lo logró.

Hoy Andrea tiene más de 30 años de carrera en los que ha destacado con personajes distintos a los creados por su padre; y no deja de celebrar que hayan sido del gusto del público. Son queridos y reconocidos por varias generaciones.

Jamás pensó en un camino distinto al del teatro, pues asegura que desde que era una pequeña se enamoró de ese oficio “de una forma incontrolable”, se convirtió en una amante del trabajo con los títeres, al igual que don Wilberth.

Honor y compromiso

Para Andrea es un gran honor; y sobre todo un compromiso con la sociedad yucateca el haber sido galardonada con la presea Héctor Herrera, pues al premio lo acompaña el nombre de un hombre que consagró su vida al teatro regional.

“Trabajador, comprometido y amante de su trabajo. Formador de muchas generaciones de actrices y actores en Yucatán”, así lo describió.

Este homenaje lo dedica, en primera instancia, a su padre; a su familia -con la que ha trabajado desde 1976- y a quienes de una u otra forma han formado parte de la compañía Titeradas. Para la galardonada, el legado de don Wilberth no es de corte familiar; sino perteneciente a todos los que disfrutaron de su obra.

“Me siento responsable de continuar mostrándolo, difundiéndolo y preservándolo”, acotó.

El teatro exige reinventarse

En cuanto a la situación del teatro regional en la actualidad, la ejecutante expuso que la pandemia ha afectado no solo la salud; sino la economía en todos sus giros. En el caso del artístico, el panorama es complejo y diferente. Exige una reinvención.

“El teatro es totalmente un ejercicio de comunicación entre el público y el actor, por lo que, si se hace algo en línea, es diferente, porque estamos con tapabocas; y no se recibe la atención, el aplauso o la respuesta esperada de la audiencia. Deja un vacío muy grande”, lamentó.

En ese sentido, subrayó la necesidad de que los artistas escénicos desarrollen nuevas formas de comunicarse con su público; y aprovechó para invitarlos a disfrutar de la primera función virtual de La Lela de las Galaxias, que será este sábado -primero de agosto- a las 17 horas. Los boletos pueden adquirirse a través de la plataforma https://www.tusboletos.mx/

Andrea Herrera externó sus fervientes ganas de regresar a los escenarios, pero reconoció que todavía falta mucho debido a la cuestión sanitaria, será en un futuro lejano; quizá en 2021, cuando se abran nuevamente los lugares de esparcimiento, como el teatro que tantas satisfacciones le ha procurado.

 

Edición: Enrique Álvarez


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