Carlitos Gutiérrez, voluntario estrella del santuario de Evolución Animal

Una sinfonía de alegres ladridos anuncia la llegada de Carlos Gutiérrez al santuario de Evolución Animal. Antes de que abra la reja que se interpone entre la calle y el recinto, decenas de perros se disponen a arremolinarse en torno a su figura, ávidos del cariño que están a punto de recibir.

Carlitos, como prefiere que le llamen, es el voluntario estrella de la asociación. Con 83 años a cuestas, explica que su pasión en la vida radica en cuidar de los animales, lo que ha hecho desde hace 12 años de la mano de dicha institución.

En ese lapso, el animalista acudió de manera ininterrumpida cada semana al inmueble ubicado en el municipio de Umán; y aunque estas visitas se truncaron a razón de la pandemia, el día de hoy, luego de ocho meses, logró encontrarse nuevamente con sus amigos.

“Son mi vida” asegura con una sonrisa sincera, mientras reparte galletas. Los canes agradecen el gesto con lamidas y piruetas que Carlitos recibe gustoso. Ha sido demasiado el tiempo en que ha prescindido de su amistad.

En las instalaciones de Evolución Animal, detalló que sus compañeros preferidos son los perros desvalidos. Aquellos que llegan al santuario maltratados, con alguna discapacidad o después de ser atropellados. Sabe que no los adoptarán fácilmente. 

Carlitos llama a los perros por su nombre, y ellos le responden de diversas formas. Su presencia ilumina sus miradas, en ocasiones nubladas por la realidad del abandono e indiferencia de los humanos que, en algunos casos, prometieron cuidar de ellos. 

A Carlos también se le nubla la mirada cuando, tras ocho meses de ausencia, pregunta por alguno de sus amigos y le informan que “ha cruzado el arcoíris”, que es como llaman a la muerte en ese lugar. Resignado, continúa su peregrinar por las hileras de jaulas.

Al finalizar el recorrido, la ropa de Carlitos, que estaba bien planchada; ahora luce entintada con las huellas marrones propias de patas caninas. En sus brazos lleva marcada la evidencia de esos emotivos encuentros.

Contador de profesión, panadero por vocación; y animalista por pasión, Carlitos encontró en los animales -especialmente en los perros- el cauce de su vida. Más que una terapia, la convivencia con estos seres le ha traído una necesaria paz, la cual transmite a sus semejantes.

Desde aquellos añejos viajes a un rancho en -en donde también esperaban su llegada- comenzó a darse cuenta del sentimiento que le causaban; y fue el destino lo que lo condujo a Evolución Animal, con quienes simpatizó impactado por el desinterés de sus acciones.

No son pocos los perros que han pasado por la vida de Carlitos; incluso los ha llegado encontrar luego de ser adoptados. Sin embargo, también hay canes como Beethoven, Chiquis y Bebé, quienes, sin lugar a dudas, lo esperan ansiosos más allá del arcoíris, contó el animalista.

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Edición: Laura Espejo