Contingencia, el verdadero peligro para el duelo por COVID-19

Las medidas de salud aumentan el estrés en las personas que han perdido a alguien por el virus
Foto: Ap

Las medidas de confinamiento impuestas para evitar contagios por COVID-19 son un peligro para la salud mental de las personas que han perdido un familiar por el nuevo virus, pues el control sanitario obliga a los deudos a constantemente recordar su pérdida, vivir en estrés y les dificulta cerrar su duelo rápidamente, asegura el sicólogo Joel Hernández.

Hernández, especialista en sicoterapia y ex coordinador del área de sicología de la Clínica de atención integral rehabilitación de personas con problemas de salud mental y adicciones (Caiyrad), afirma que el dolor que sufren los deudos de las personas fallecidas por COVID-19 no es diferente al que sienten quienes han perdido a alguien por otras causas inesperadas: “la pena y culpa son parte esencial del proceso de duelo, sin embargo, estos se ven agudizados cuando la muerte ocurre en un contexto en el que los individuos sienten que no pudieron despedirse apropiadamente”.

Pese a que en sí misma esta agudización no es un signo de alarma, la actual pandemia está generando un proceso que es problemático, pues las medidas de prevención hacen que los deudos constantemente recuerden su pérdida y vivan en estrés, lo que les dificulta cerrar su duelo rápidamente.

“Tras el fallecimiento, los familiares tienen que continuar viviendo en estado de alarma por el virus. Esta situación hace que por un lado, las personas constantemente recuerden su pérdida y se enfoquen en el dolor derivado de la misma, así como en el temor que viene del riesgo a contagiarse por el COVID-19”, afirma Hernández.

“Y por el otro, las medidas de seguridad impuestas por las autoridades suponen una fuente de estrés extra que detona su enojo. A todos nos incomodan los filtros, pero después de sufrir una pérdida, los sentimientos de las personas se revuelven y maximizan, por lo que estos molestos chequeos de salud pueden convertirse en detonadores de inestabilidad”.

El terapeuta señala que además, estás son personas que tienen que permanecer mucho tiempo encerradas en un mismo espacio. En conjunto, estas situaciones ponen a las personas que han sufrido una pérdida por el COVID-19 en una situación precaria que puede devenir en crisis cuando no encuentran la forma correcta de desahogar su dolor y cerrar su duelo.

 

Ayuda sicológica individualizada

Respecto al proceso a seguir después de perder a alguien por el COVID-19, el experto asegura que lo más importante es reconocer la individualidad y entender que las pérdidas generan impactos diferentes en cada persona, por lo que no hay que tratar de forzar o acelerar el proceso de duelo.

“Contrario a lo que afirman muchas personas, no hay un sólo proceso de duelo, sino muchos, basados cada uno en el individuo, sus emociones y experiencias. Por eso es necesario no presionar a los deudos. Tras la muerte hay que darles espacio para que ellos mismos marquen su pauta y tengan la libertad de pedir ayuda si sienten que la necesitan”.  

Hernández desaconseja apoyarse en grupos o terapias grupales tras sufrir una pérdida, pues la disparidad sentimental personal que supone la muerte puede llegar a confundir a las personas en proceso de duelo: “imagínate que acabas de perder a tu hijo por el COVID-19 y acudes a un grupo de apoyo tanatológico. Ahí te puedes encontrar con gente que está ahí porque ha perdido a un amigo, un abuelo o incluso una mascota”, afirma.

“Al agrupar experiencias tan distintas en un mismo espacio, las comparaciones personales se dan en automático y la sensibilidad emocional derivada de la pérdida genera desacuerdos interpersonales, y en muchas ocasiones incluso crisis. Hay que recordar que tras la muerte los sentimientos de las personas se revuelven y maximizan, por lo que conflictos leves fácilmente se vuelven detonadores mentales”.

El sicólogo llama a siempre buscar ayuda personalizada, pues sólo los especialistas pueden apoyar a las personas individualmente, según sus experiencias personales. “En este clima generalizado de miedo y dolor que vivimos, las personas que atraviesan una crisis no deben dudar en pedir auxilio. Nosotros estamos dispuestos a incluso prestar nuestros servicios de manera gratuita cuando nos damos cuenta que la vida de una persona está en riesgo, porque entendemos las dificultades de los tiempos actuales”, finaliza.

 

Edición: Laura Espejo


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