Desde la mujer lagarto hasta los vaqueros

La Jornada Maya
Paul Antoine Matos
Ilustración Arbee Farid Antonio Chi

16 de noviembre, 2015

Desde la carretera se presiente la Feria Yucatán Xmatkuil. Cinco kilómetros separan a Mérida de su amplio estacionamiento. El trayecto por el periférico no le pide nada a los juegos mecánicos que adentro se elevan y dan vueltas. Los baches y los parches de la calle hacen un viaje igual de emocionante, lleno de prominencias y traqueteos, como una aventura en safari; lástima que el vehículo en el que uno anda no sea un Jeep o un todoterreno.

Como cada año, desde que la memoria alcanza, un personaje no puede faltar: La Mujer Lagarto. No confundir con lagartona, nos referimos al emblema del tráiler donde se muestran los animales con deformidades genéticas que fueron y seguramente siguen siendo causa de las pesadillas de los niños y burlas de los adolescentes.

En la idealizada imagen que la anuncia como un fenómeno, La Mujer Lagarto, que más bien tiene un semblante que recuerda a Blancanieves, rodeada de de una vasta fauna, como la Gallina de Peluche, El Pato de Cuatro Alas y el Gato-Conejo, compite con otros anuncios similares: El Niño de Dos Cabezas, la Casa Embrujada y los Misterios del Universo, dedicado ovnis y extraterrestres, en el que se extraña la presencia de Jaime Mausán.

Otra mujer, que desde hace varios años es uno de los platos fuertes de Xmatkuil, es Alejandra Guzmán, quien el sábado, por enésima vez en la feria, ofreció un concierto en el Palenque. Decía el columnista Johnny Brea que lo mismo sucedió en su época con Juan Gabriel, quien era el invitado infaltable.

Los olores llenan el ambiente. Las papas fritas, los esquites, las hamburguesas, los tacos, las frituras y la cerveza se combinan en el aire con el estiércol de las vacas y toros, la tierra mojada y el sudor producido por el bochorno, tras la lluvia de la tarde del sábado.

Parece que el tiempo no pasa en Xmatkuil. Los mismos juegos, los mismos juguetes, los mismos animales, los mismos artistas. Hasta el jaguar tricicletero de Bicimaya se mantiene pedaleando, incansable desde hace años, al frente del edificio, cuya construcción tiene un estilo imitación neomaya.

Las pistolas de juguete y las camisas de equipos de futbol [i]chafas[/i] adornan los fachadas de los renovados edificios, mientras que los pollitos son vendidos a los niños, quienes entusiasmados los adquieren para jugar al principio y después no saber qué hacer con ellos. Ropa y zapatos se ofrecen al igual que lentes que pretenden ser de marca, publicitados por pilotos de Fórmula Uno, a un precio muy bajo.

Las clásicas bromas como los chicles enchilados, el polvo pica- pica para que “sufra el mamón y le devuelvan a la chica”, así como las plumas y encendedores que dan toques eléctricos, serán la causa de sonoras carcajadas entre los alumnos de secundaria, prepa y alguno que otro universitario durante el próximo mes.

El castillo de la gran refresquera ha aprovechado la emoción por[i] Frozen [/i]y creó un espectáculo en torno al tema. La obra dura alrededor de 45 minutos, por lo que estar en la cola puede ser más tardado que esperar la consulta en el Seguro Social.

Pero también se observan algunos pocos cambios; se venden micheladas de sabores, incluso de uva y durazno. Un par de exposiciones llaman la atención de los visitantes. Una de momias donde se muestran los procesos mortuorios que se usaban, incluso hasta hace un siglo; y otra más de estatuas vivientes, donde algunas de ellas se mueven y los visitantes se asustan impredeciblemente. Allí, un soldado de juguete era visto por dos policías de verdad.

[h2]Casas de empeño, austeridad y toros[/h2]

Una casa de empeño está en la avenida principal y la pregunta inevitable surge ¿cuántos padres dejarán allí su celular sólo para ofrecerle a sus hijos el juguete que desean o subirse a un juego mecánico? Y es que una visita a Xmatkuil, si uno adquiriera todo lo que se le antoja, puede resultar bastante costosa.

Por estacionar un vehículo en el monte se pagan 30 pesos. Después, la entrada es de 20; una comida para una sola persona va desde los 50 hasta los 100, dependiendo de lo fino del restaurante; una marquesita 20; una camisa alrededor de 100; la entrada a las casas embrujadas, 10, por persona; 20 más por el castillo; y así se van sumando los gastos, para fácilmente alcanzar 500 pesos por persona.

En los edificios gubernamentales el contraste es notorio. Mientras el estado llevó a la mayoría de sus secretarías, el ayuntamiento de Mérida mantenía la austeridad, con un par de dependencias.

El gobierno del estado presume al nuevo sistema de transporte urbano, Situr, con el piso pintado como las calles, aunque el asfalto en ese lugar era mucho más liso que en la periferia. La Secretaría de Salud tenía un juego para concientizar a los niños sobre la eliminación de criaderos y evitar la propagación del mosquito transmisor del chikungunya.

Enfrente, el municipio de Mérida ya presume El Carnaval que, por tercer año consecutivo, se realizará ahí, en Xmatkuil.

Por último, la razón de ser de la Feria Yucatán Xmatkuil: varias hileras de vacas y toros son presumidas por los rancheros, quienes buscan llevarse un reconocimiento por su labor al crecer al ganado. El olor a estiércol es mayor en este lugar, por obvias razones, pero los grandes vaqueros del estado negocian. A uno de ellos le ofrecen 200 mil por un toro; sin embargo, no lo acepta, porque su objetivo es llevarlo al nacional.

Las botas y los sombreros vaqueros son parte de la escena, mientras los animales con pereza se mantenían de pie. También los jinetes montando caballos y la charrería se hacen presentes en Xmatkuil, desde hace más de 30 años.