Paul Antoine Matos
La Jornada Maya

16 de noviembre, 2015

El relleno sanitario de Mérida se enfrenta a una situación que pone en riesgo a las aeronaves del Aeropuerto Internacional de Mérida: los zopilotes que merodean la basura.

Las dependencias federales, estatales y municipales, así como las empresas Aeropuertos del Sureste (Asur) y Proactiva Medio Ambiente, de Servicios de Tecnología Ambiental (Setasa), han enfrentado la situación con diversas medidas para ahuyentar a las aves carroñeras y, si bien ha disminuido su cantidad encima de las montañas de basura, ésta sigue siendo un punto de alerta en los reportes de la aeronáutica y de la agenda de seguridad del ayuntamiento.

Dos pilotos, quienes solicitaron mantenerse en el anonimato, señalaron que al llegar a Mérida a través de la pista 1 del aeropuerto, cuya trayectoria es de oriente a poniente, pasan por encima del relleno sanitario de Susulá, el cual está a menos de 10 kilómetros del aeropuerto internacional Manuel Crescencio Rejón. Ahí, comentaron, han observado la presencia de los zopilotes, los cuales ponen en riesgo el vuelo.

“Se entra desde el oeste orientados a 100 grados hacia el este, a bajas altitudes; unos mil 500 pies en descenso, por lo que se pasa cerca del basurero”, indicó uno de los pilotos. Los zopilotes alcanzan entre mil 500 y dos mil pies, consideró, mientras se aterriza a 300 kilómetros por hora.

“La torre de control reporta el avistamiento de aves en la trayectoria del avión, pero no se pueden evitar, por lo tanto se continúa con la aproximación. En trayectoria sólo cabe ponerse abusado, pues no se pueden evadir. Si se ve a tiempo, el mismo pájaro trata de hacerlo, pero el zopilote es muy lento y cuando uno lo ve es porque lo tiene encima”, expresó el otro piloto.

[h2]Riesgos implicados[/h2]

Los principales riesgos de que los pájaros se estrellen con la aeronave es que entren a la cabina, a pesar del grosor de los vidrios, o dañen piezas del motor; pues su tamaño es considerable, aunque los pilotos están entrenados para aterrizar con un sólo motor, indicó.

Si hay un impacto, sólo se reporta en un formato escrito y se le entrega a los encargados de la aeronáutica, agregó el primero de ellos.

Aunque los zopilotes, por naturaleza, evitan chocar con los aviones, no están exentos de un incidente. En 2014, un avión militar que sobrevolaba por la zona recibió el impacto de una de estas aves en un motor, aunque aterrizó, según reportó un empleado del aeropuerto que decidió mantener el anonimato.

El dato se corroboró posteriormente con el Ayuntamiento de Mérida y la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).

La presencia de aves es normal en todos los aeropuertos y para ello se tienen varias medidas, como el uso de halcones; pero el caso de Mérida tiene un factor diferente debido a la montaña de basura que se acumula en uno de los más avanzados centros de reciclaje y con mejor disposición de los residuos en el sureste mexicano, como lo califican sus propios directivos.

Ante ello, las alertas aeropuertarias fueron emitidas por parte de la Secretaría de Comunicaciones y Transporte (SCT), ante las autoridades correspondientes de las empresas y los diferentes niveles de gobierno. El gobierno del estado, a través de la Secretaría General de Gobierno, en ese entonces presidida por Víctor Caballero Durán, convocó a reuniones para atender el problema.

[h2]Normas cumplidas[/h2]

Establecido en 1997, el relleno sanitario ubicado en Susulá, al oeste de Mérida, cercano al nuevo edificio del Congreso del estado, recibe alrededor de 800 toneladas diarias de basura; 70 por ciento de la producida en toda la entidad. Desde entonces, la concesión la tiene Proactiva.

En los primeros 15 años, las ocho primeras celdas recibieron la basura de la ciudad. Los desechos eran comprimidos para formar una montaña de 30 metros de altura, y desde la cual se puede observar, en el horizonte, toda Mérida. Está cubierta por mantas de plástico, detenidas por neumáticos, y gravilla para evitar que el olor salga.

Desde ahí se observa el Coliseo Yucatán hasta el Parque Kukulcán -Álamo y el estadio Carlos Iturralde Rivero. También es posible ver los edificios más altos de la ciudad, como el hotel Hyatt, la Catedral y las nuevas torres que se construyen; incluso, mencionaron los trabajadores, la luz del faro de Progreso es visible durante las noches. Un paisaje impresionante, a costa del sentido del olfato.

Desde hace tres años comenzó la construcción de la segunda etapa, con ocho celdas nuevas. Hoy, una se terminó, con las mismas características de la montaña vecina; otra está en proceso de relleno, en la cual trabajan los tractores para compactar basura que aún está a la intemperie, y un espacio vacío donde se establecerá la tercera.

El basurero de Susulá, cuenta con una laguna donde los líquidos emanados por la basura (lixiviados) son recibidos, para posteriormente ser evaporados por el Sol. En la planta de tratamiento de aguas residuales, manejada por la administración municipal, se reciben los desechos humanos y el alcantarillado de la ciudad.

La directora de la unidad de desarrollo sustentable del Ayuntamiento de Mérida, Sayda Rodríguez Gómez, expresó que el relleno sanitario “cumple con las normativas federales que enlistan la recolección de basura”. Señaló que Proactiva ha sido una empresa efectiva en la atención a las contingencias que se registran.

La basura generada en hogares y viviendas de Mérida está a cargo del municipio, mientras al gobierno del estado compete la producida por la agroindustria y los centros comerciales. A nivel federal, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) y la Secretaría del Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), se encargan de los residuos peligrosos, tales como los de hospitales y la industria, apuntó.

La funcionaria declaró que los zopilotes se sienten atraídos por el olor que la basura desprende en el relleno sanitario de Susulá. Ante la problemática con los aviones, reconoció que la empresa ha tomado acciones para evitar más incidentes como el ocurrido en 2014.

En el mismo sentido, Salvador Canul Dzul, jefe del departamento de Recursos Naturales y Vida Silvestre de la delegación Yucatán de la Semarnat, afirmó que para modificar el comportamiento de las aves se requiere la autorización de la dependencia, ya que de lo contrario se estaría incurriendo en un delito.

“La legislación establece que el control de poblaciones silvestres requiere de autorización para llevarse a cabo. Se orienta a buscar alternativas para plantear a la Secretaría y ella autoriza y regula aplicación para el manejo y control de las situaciones”, manifestó.

Aseguró que, cuando se planteó la problemática. La población de zopilotes era de mil 500 a dos mil ejemplares, aproximadamente. Por lo tanto, la decisión de enfrentar a los animales atraídos por la carroña y la basura sería a través de la creación de un ambiente hostil, con condiciones para que fueran asustados y modificaran su área de vida, comentó. Tras un dictamen, la Semarnat aprobó las medidas.

[h2]Manejo y control de desperdicios orgánicos[/h2]

Desde octubre de 2014 se modificó la hora de llegada de los residuos orgánicos del rastro municipal y los mercados. Al ser animales de actividad diurna, los zopilotes se alimentaban de los desechos durante el día, por lo que se tomó la decisión de que llegaran por la noche, para que en la madrugada fueran cubiertos con gravilla y dejaran de ser utilizados por las aves, reveló.

Además del manejo y control de desperdicios orgánicos, se buscan las zonas de anidación para remover los huevos y trasladarlos a un lugar lejano; se utilizan bombas de butano para generar explosiones sonoras, frecuencias de ultrasonido, luces láser y papagayos para ahuyentarlos, enumeró.

Al igual que ocurre con el aeropuerto, hay un halcón que vigila la zona, aunque esto no es suficiente, ya que el número de zopilotes es más elevado del que le es posible controlar, mencionó Rodríguez Gómez, del Ayuntamiento.

En la visita realizada por[i] La Jornada Maya[/i], menos de 100 zopilotes fueron vistos merodeando el relleno sanitario, en comparación con los mil 500 o dos mil que el funcionario de la Semarnat señaló existían al principio. Canul Dzul destacó que ha habido resultados; el número de zopilotes ha bajado, pero los resultados “no son inmediatos; no se ha conseguido eliminar o quitar la población”, agregó.


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