Foto:

Manuel Alejandro Escoffié
Ilustración Arbee Farid Antonio Chi
La Jornada Maya

23 de octubre, 2015

En México, y sobre todo en Yucatán, ser [i]fan[/i] de Monty Python puede ser algo solitario. Extremadamente solitario. Solitario como un funeral con un único doliente. O como un equipo de soccer con nadie más que un seguidor gritando en el estadio. O una fiesta a la que todos fueron invitados y eres el único que se molestó en asistir. Puede que haya una o dos almas en el salón, pero llegaron como invitados de los otros invitados. Lo cual es una pena, porque querías conocer gente interesante y ninguno parece serlo. Uno de ellos trae lentes oscuros. Y sólo dos clases de personas usan lentes oscuros en espacios cerrados: los [i]faroles[/i] y los ciegos. Como Stevie Wonder. No por[i] farol[/i], sino por ciego. Stevie Wonder es todo menos un farol. Jamás me atrevería a llamar “[i]farol[/i]” al autor de canciones como [i]I Just Called To Say I Love You[/i]. [i]Y Feliz Navidad[/i]. No, momento…ese es José Feliciano. Que también es ciego. Y que sí me parece un poco farol. Digo, ¿quién le manda ir a grabar un cover de[i] Light My Fire[/i] en guitarra acústica? Ahora que lo pienso, Jim Morrison también era [i]farol[/i]. Aunque veía perfectamente. Pero no cuando andaba en sus [i]viajes[/i]. En fin… ¿en qué estaba? Ah, sí. Monty Python. El más grande repertorio cómico en el mundo que Mérida no conoce re-estrenó este mes en cines de Estados Unidos la pieza más popular de su filmografía, en conmemoración del cuadragésimo aniversario de su estreno: [i]Monty Python & El Santo Grial[/i] ([i]Monty Python & The Holy Grail)[/i]. Conocida en España como [i]Los Caballeros de la Mesa Cuadrada y sus locos seguidores[/i] y consistente en viñetas o [i]sketches[/i] parodiando las historias míticas del Rey Arturo, le dedico hoy estas líneas resignado a la certeza de que menos del 2 por ciento de quienes leen tendrán idea sobre a qué me refiero cuando hablo de conejos carnívoros, caballeros diciendo siempre “Ni” o el motivo por el que las mujeres acuáticas repartiendo espadas no conforman una base legitima para crear un sistema de gobierno. Cuando estoy en una sala de espera y, por algún designio de las circunstancias, alguien decide sintonizar en la televisión un reportaje sobre golondrinas en Animal Planet, es frustrante ser el único mordiéndose los labios mientras lucha inútilmente por no pensar en la velocidad a la que deberían volar cargando un coco entero con su peso. Y hasta hoy, cuando me involucro en una riña, no encuentro a una persona que reaccione con furia en vez de perplejidad al ser maldecida con el epíteto: “!Tu madre era un hámster y tu padre olía a moras silvestres!”.

Más extraño aún es encontrar a alguien con quien poder intercambiar anécdotas sobre las peculiares condiciones de su rodaje. Como el hecho de que, a falta de dinero para rentar caballos, se decidió que Arturo y su séquito avanzaran a pie con escuderos detrás de ellos simulando el efecto sonoro de los galopes. Que la cámara se rompió en la primera toma del primer día. O que Graham Chapman, el actor principal, fue incapaz de realizar una de las escenas más importantes por estar sufriendo de delirium tremens. Pero quizás lo más triste que difícilmente puedo compartir con este hipotético espíritu afín es el grado de entusiasmo ingenuo, pretencioso y salvaje con el que los Python se dieron a la tarea de crear una obra de proporción épica a partir del minúsculo presupuesto en sus manos, recién salidos de la caja chica y neófitos en la producción cinematográfica. Pocas películas personifican de manera tan contundente la idea de que la mejor forma de aprender cómo hacer algo es, efectivamente, haciéndolo.

Esto no es un editorial. Es una invitación a cualquiera que ya este cansado de sentirse sólo en sus carcajadas. Esta semana, con Star Wars: Episodio XVII y el aniversario de Volver Al Futuro acaparando el monopolio [i]geek[/i] en las redes sociales, los seguidores del Santo Grial debemos hacernos escuchar con fuerza. Ellos tienen sus sables de luz; nosotros nuestros cocos. Tienen a un Delorean; nosotros a un conejo gigante de madera. De modo que los invito a regocijarse en nuestra celebración. Aunque traigan lentes oscuros.

[email protected]


Lo más reciente

Afiliados a Untrac en Tulum refrendan apoyo a Diego Castañón Trejo

Transportistas cierran filas con el aspirante a la alcaldía

La Jornada Maya

Afiliados a Untrac en Tulum refrendan apoyo a Diego Castañón Trejo

Arranca ADO campaña “Un viaje con destino al 2 de junio”, en Cancún

Junto al Ieqroo, la empresa promoverá el voto en terminales de autobuses

Ana Ramírez

Arranca ADO campaña “Un viaje con destino al 2 de junio”, en Cancún

Gimnastas yucatecas y nacionales logran bronce en torneo panamericano

Patricia Núñez Pavón y Verónica Borges Medina formaron parte de la medalla grupal

La Jornada Maya

Gimnastas yucatecas y nacionales logran bronce en torneo panamericano

Empresarios de Quintana Roo firman pronunciamiento conjunto para fomentar el voto

Cerca de 30 cámaras se pronunciaron en favor de promover la participación ciudadana el 2 de junio

Ana Ramírez

Empresarios de Quintana Roo firman pronunciamiento conjunto para fomentar el voto