Zonas Económicas Especiales

Juan Díaz Yarto
Ilustración Arbee Farid Antonio Chi
La Jornada Maya

El presidente Peña Nieto ha sellado la ley para establecer tres ZEE (Zonas Económicas Especiales) que se ubican, precisamente, en la cintura de la república mexicana por encontrarse en ella, dijo “importantes ventajas naturales y logísticas competitivas suficientes para convertirse en una región altamente productiva”. Los estados elegidos que recibirán los 115 mil millones de pesos desde la cúpula del gobierno son Chiapas, Oaxaca, Guerrero y Michoacán, que conforman las tres zonas elegidas, a saber: a) el Corredor Industrial Inter-Oceánico, en el Istmo de Tehuantepec, que conectará al Océano Pacífico con el Golfo de México; b) la zona de los municipios de Michoacán y Guerrero que colindan con el Puerto de Lázaro Cárdenas, y c) la Zona Económica Especial, en Puerto Chiapas.

Esta decisión se basa, según nos aseguró el presidente, en el objetivo central de conseguir combatir la pobreza y la desigualdad de los habitantes del sur, para que tengan las mismas posibilidades que los del resto del país, cerrando brechas regionales con polos de desarrollo industrial capaces de atraer inversionistas, generar empleos, desarrollar cadenas de valor, aumentar la demanda de servicios locales y, en general, beneficiar a la población local.

Es difícil suponer que este cambio esperado ocurra sin contratiempos. Por un lado, la decisión de frenar el gasto público suelta la rienda a las fuerzas del mercado para decidir el comportamiento de la economía; y, por el otro, como dije, no tenemos un Estado de derecho confiable que permita construir acuerdos con los distintos sectores de la sociedad para impulsar proyectos de gran envergadura, como se supone serían las ZEE. Debido a ello surge la duda, ¿cómo aceptar que esta nueva medida tenga a la pobreza regional en el centro de su preocupación? ¿No habrá otros motivos escondidos para la selección de estas zonas?

Veamos. El área geográfica que abarcan las ZEE no se apega a los índices de pobreza publicados recientemente por el Coneval en su Informe de Medición de la pobreza en México 2015. En él, los 10 estados en los que la pobreza se incrementó en comparación con 2014 son, en orden jerárquico: Morelos 52.3, Veracruz 58.0 por ciento, Michoacán 59.2 por ciento, Oaxaca 66.8 por ciento, Edo. De México 49.6 por ciento, Sinaloa 39.4, Coahuila 30.2 por ciento, Hidalgo 46.6 por ciento, Guanajuato 54.3 por ciento y Chiapas 58.9 por ciento. Guerrero no está incluido por el Coneval, aunque sí por el presidente, debido a que registró una importante reducción en el periodo que va de 2010 cuando tuvo 47.6 por ciento a 40.5 por ciento en 2014. Sin embargo, continúa siendo el tercer estado más pobre del país, después de Chiapas y Oaxaca.

Tal parece pues, que la pobreza no es, como nos aseguran, el argumento central de esta medida. Especialmente intrigante resulta lo que ocurre con Yucatán, pues según las cifras del Coneval el 52.8 por ciento de la población está en pobreza patrimonial; con lo que calificaría suficientemente para ser incluido en las ZEE. Y aunque tampoco aparece en los diez estados señalados en la lista de arriba, esto sólo se debe a que, en 2015, experimentó una disminución en el índice de pobreza en 2.5 por ciento en relación a 2014.

Con base en lo anterior, si no fue la pobreza ¿cuáles fueron los verdaderos motivos que decidieron la ubicación de las ZEE? Tenemos derecho a conocer si acaso existieron otras razones socioeconómicas que no son de menor importancia y que más tienen que ver –parece– con el interés del capital privado nacional y extranjero. Factores como: mano de obra barata –consecuencia de las altas tasas de desempleo, la baja calificación laboral y la marginación de las comunidades–, el directo apoyo oficial para que privados se apropien de grandes extensiones del territorio y la de ser una región geográfica estratégica dadas las riquezas naturales abundantes de en esa cintura geográfica.

O tal vez se tenga la intención de liberalizar más la explotación de las importantes riquezas naturales abundantes en esa cintura geográfica, y, además, pretender utilizar, la influencia de los capitales para presionar soluciones al vapor, a las históricas, profundas y complejas problemáticas sociales que la caracterizan. Es decir, la importante presencia de población indígena marginada pero con altos niveles de organización como el EZLN y los grupos de autodefensas, la presencia e influencia de grupos de narcotraficantes y la permanente expulsión de trabajadores hacia los Estados Unidos.
Sin aclarar otros motivos, Peña argumentó vagamente (en presencia del gobernador de Yucatán, Rolando Zapata Bello) que los demás estados del sur, como Yucatán, Campeche y Quintana Roo, se beneficiarán por el efecto cascada que provocarán las inversiones públicas y privadas que construirán, por lo pronto, la necesaria infraestructura de comunicaciones y transportes. Pero entonces si ya lo tenía pensado, ¿por qué no incluyó de una vez a todo el sur?

Los yucatecos queremos saber los motivos reales por los que Yucatán quedó al margen de un proyecto tan importante que podría afectar negativamente nuestra economía en el futuro inmediato. Las autoridades estatales responsables nos deben aclarar si esa decisión se debió a que nuestros niveles de pobreza no son suficientemente extremos, o si la marginación de los grupos mayas aún no alcanza la gravedad de los estados vecinos, o si nuestra mano de obra barata, indígena maya y urbana, no está suficientemente deprimida para las exigencias del proyecto, o si acaso nuestros sitios arqueológicos no satisfacen aún las exigencias de los potenciales inversionistas.

Si nuestras condiciones sociales y económicas, ni nuestros niveles de pobreza y de marginación no pesaron lo suficiente en la elección presidencial de las ZEE, querrá decir que existen otros motivos desconocidos que determinaron su conformación, con lo que se refuerza la pregunta al señor gobernador ¿por qué a Yucatán no se le incluyó en las ZEE?

*Licenciado en economía por el Instituto Universitario Ortega y Gasset, España, y doctor en economía por la Universidad de Hamburgo, Alemania

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