La deseada y sustentable implosión de las ciudades

Natalia Montes de Oca
Ilustración Arbee Farid Antonio Chi
La Jornada Maya

9 de octubre, 2015

Si bien en países como los Emiratos Árabes Unidos, Francia, Alemania, etc. han empezado a tomar acciones para crear ciudades ecológicas, inteligentes ([i]smartcities[/i]) y que provean de todos los servicios, principalmente los más básicos, al citadino a pocos pasos de su hogar, en la gran mayoría de los asentamientos urbanos del planeta Tierra no se han llevado a cabo acciones que se vean reflejadas en la calidad de vida del ser humano y del ecosistema urbano. Las ciudades de la península de Yucatán no están exentas de esta problemática.

Jean Shinoda Bolen en su obra [i]Sabia como un árbol[/i] (2012:60) ha planteado que “suelo sano, plantas sanas, animales sanos son un principio de salud” para la vida urbana, incluso; y toda planeación urbana debe partir de este principio. En el estado de Yucatán destaca el crecimiento urbano desorganizado de la dispersa ciudad de Mérida, aun contando con planes de desarrollo urbano. Cada vez es mayor el número de personas que adquieren viviendas en zonas cercanas al anillo periférico en zonas intra y periurbanas, ¿pero qué implica ello? Patrimonio bio-cultural en peligro, y siendo más específicos se trata de un ecocidio pues al invadir territorio vegetal (el tan conocido “monte”) estamos rompiendo circuitos que conforman un ecosistema, que sustenta la vida de plantas y animales en peligro de extinción, cambiando la frescura verde del monte por el gris del cemento privando de respiración al terreno e incrementando la temperatura de las zonas asfaltadas y con un mínimo de árboles contribuyendo, lamentablemente, al fenómeno global del cambio climático. Los habitantes de los nuevos complejos residenciales periurbanos solucionan el efecto de la deforestación instalando aires acondicionados en sus casas incrementando aún más el círculo vicioso.

El estilo arquitectónico de los fraccionamientos construidos en los años más recientes corresponde al estilo minimalista y la mayoría de los diseños no contemplan las condiciones climáticas de la península de Yucatán; sin embargo, tanto el tipo de construcción como su ubicación a las afueras de la ciudad se ha convertido en una moda desde el poniente hasta el nororiente meridano. Y la compra de vivienda fuera de estas zonas, pero en área periurbana, se ha hecho por necesidad debido a sus bajos precios y a la mercadotecnia en todos los casos mencionados.

También se ha notado un choque cultural en las comisarías y haciendas que ya se han agregado a la ciudad de Mérida, especialmente para los habitantes originarios de las mismas, afectando su percepción del espacio y su condición socioeconómica.

Este éxodo ecocida va dejando atrás una ciudad cada vez más deshabitada desde su centro, pasando por fraccionamientos y zonas residenciales construidas desde mediados del siglo XX hasta 1990, con viviendas funcionales y con más espacio para áreas verdes en jardines delantero y trasero de las casas y ni hablar de las banquetas que tienen el doble de espacio en las cuales se han sembrado imponentes árboles. Espacio desperdiciado y con escasa vida social.

Pero, ¿puede detenerse este éxodo depredador? Sí puede y debe detenerse. Existen viviendas y espacio de sobra en el centro de Mérida, en los barrios que lo rodean, en las zonas residenciales de décadas pasadas que se pueden “reavivar” biológica y socialmente hablando, dejando de destruir el tan necesario ecosistema urbano circundante (el cual debe reforestarse), podemos retornar al corazón de Mérida convirtiéndola en una ciudad más eficiente y sustentable, como el caso de la colonia Miguel Alemán, a 10 minutos del centro de la ciudad, creada en 1950 y que en la actualidad ha sido repoblada por adultos jóvenes emprendiendo acciones de convivencia social, de revaloración de la estética arquitectónica funcionalista de los 50 y 60 de la ciudad, de reforestación y teniendo a su disposición servicios como mercado, restaurantes, supermercado, parque con gimnasio público, optando por no utilizar el automóvil para desplazarse dentro de la colonia para hacer uso de dichos servicios. Si esta colonia fue un parteaguas en los tiempos en que fue habitada por primera vez, parece que lo está volviendo a ser. Existe quien se atreve a llamarla “la Condesa de Mérida”.

Si se toma en cuenta el modelo de emprendimiento de los nuevos habitantes de la colonia Alemán para todas las zonas de la ciudad construidas en otras décadas y con baja densidad poblacional, Mérida estaría habitada desde su más pura esencia. Mencionaré tres obstáculos a vencer seguidos por una propuesta: El primero es el gasto que implica comprar una vivienda en esas zonas, y si no se le ha dado mantenimiento el costo de restauración hace aún más caro el proceso de habitabilidad, y ni hablar de una renta. Como propuesta sugiero crear políticas de apoyo económico para restauración de viviendas, tanto para el que compra como para quien va a adquirir su vivienda comprometiéndose a respetar el espacio para áreas verdes o arborizándolo más.

El segundo obstáculo es la falta de apreciación hacia otro modelo arquitectónico que no sea el de la moda periurbana actual, misma que corresponde a estrategias de mercadeo, a lo que propongo programas de apreciación estética y de funcionalidad de las viviendas intraurbanas de otras décadas, así como de sensibilización ambiental. Y el tercer obstáculo a vencer es la construcción de viviendas a muy bajo precio dentro de zonas periurbanas, ofertando viviendas a bajo precio dentro del área del periférico restaurando viejos fraccionamientos de corte popular. Esta propuesta es un poco más difícil de realizar, pues los fraccionamientos populares gozan de una densidad poblacional considerable; lo que orilla a muchos de los miembros de las familias que los habitan a adquirir casa habitación, que se ajusten a casa dormitorio en los nuevos fraccionamientos o su presupuesto, sin embargo la el ejercicio es posible, al menos parcialmente, dejando en claro que se debe de invertir en una mejor calidad de vida para dichas personas, por tanto Mejor Calidad de Vida de la Vida (Biosfera).

*Licenciada en antropología por la Uady.

[email protected]