Juan Díaz
Ilustración Arbee Farid Antonio Chi
La Jornada Maya

1° de octubre, 2015

Las autoridades responsables de los Servicios de Salud de Yucatán (SSY) han hablado en repetidas ocasiones y ante diversos medios de las características y las consecuencias del virus del dengue y del chinkungunya, aunque es de lamentar la mala calidad de la información recibida; pues no solamente produce confusión sobre lo que debe hacer la población para evitar su propagación, y angustia por su alta capacidad de contagio, sino que descarga en la sociedad una gran responsabilidad en las acciones para cuidar su salud.

Los mensajes difundidos por la SSY se reducen a alertar sobre la presencia de las enfermedades virales transmitidas por la picadura de los mosquitos [i]Aedes Aegypti[/i] y [i]Aedes albopictus[/i], de la que uno debe cuidarse eliminando la posibilidad de que se reproduzcan en agua estancada y utilizando mosquiteros en puertas y ventanas; como si con ello se redujera y controlara efectivamente el índice de contagio. Estas dos acciones provocan incertidumbre, ya que por un lado se desconoce el mecanismo de eliminación de las 500 toneladas de desechos recolectados en las colonias meridanas durante las campañas de descacharrización, y que son potenciales criaderos de moscos. Por otro lado, en la fumigación no se ofrece información a la sociedad: se utiliza el insecticida K-otrhine (nombre comercial) para la nebulización y, más allá de afirmar que es inofensivo para la salud humana, nada se sabe de las condiciones óptimas para el aprovechamiento del producto.

Estas dos acciones, de por sí deficientes en planeación, equipo, información y organización, no pueden ser entendidas como la columna vertebral del Programa Estatal de Control Epidemiológico. Deberían servir para acompañar una mayor estrategia de control y, en su caso, eliminación de la epidemia.

Este proceso debería estar bajo la dirección profesional del Departamento de Vigilancia Epidemiológica de la SSY que, a su vez, depende del Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica para la correcta vigilancia epidemiológica: 1) un sistema de información, definido como el proceso sistemático de recolección, recuento y clasificación, presentación y análisis de los datos de la epidemia; 2) recursos humanos instruidos en epidemiología, capaces de estimar la magnitud que representa, documentar la distribución y propagación de los padecimientos, detectar y efectuar el seguimiento de casos y realizar el diagnóstico de laboratorio; 3) laboratorios que garanticen la confirmación o descarte de diagnósticos de los padecimientos sujetos a vigilancia, y 4) un sistema de evaluación y supervisión con asesoría técnica en los distintos niveles técnico-administrativos. Esta oficina debe coordinarse con las dependencias estatales, así como con el Centro Nacional de Vigilancia Epidemiológica y Control de Enfermedades (Cenavece), para instaurar de forma eficaz y eficiente el programa de vigilancia epidemiológica.

Hasta ahora sabemos, por el boletín de la Secretaría de Salud Federal, que se confirmaron -hasta el 19 de septiembre -690 personas infectadas con el virus del chikungunya y 991 con el de dengue (791 por fiebre y 249 hemorrágicos), por lo que Yucatán pasó al sexto lugar en dengue y quinto en chikungunya a nivel nacional. Cabe recordar que estas cifras no incluyen los casos atendidos en clínicas y hospitales privados, o en farmacias con servicios de consulta médica, ni a las personas atendidas en sus domicilios; menos aún reflejan la situación que vive la población rural.

De vivir en uno de los 106 municipios de Yucatán, como Cuzamá (4 mil 800 habitantes según el INEGI), a una hora de distancia en combi de Mérida, y experimentar los síntomas de dolor en articulaciones, fiebre de hasta 39 grados, vómito, falta de apetito y cansancio excesivo, se tienen cuatro opciones de atención: viajar a Acanceh, a la clínica que sólo cuenta con médicos familiares, y esperar tres horas; esperar al sábado, cuando llega un médico especialista; pagar la consulta del médico privado no especialista, o ir hasta Mérida a una clínica del Seguro.De tomar la última opción, uno deberá esperar entre 4 y 6 horas para ser atendido y que un médico evalúe si se está infectado y determine si es necesario practicar análisis de sangre. En caso de tener dengue o chikungunya, y no influenza H1N1, se obtiene una dotación de paracetamol para tres o cuatro días, en los cuales es imposible curarse totalmente y deberá visitarse nuevamente al médico.

La semana pasada, en Cuzamá, los policías antimotines realizaron la fumigación como pudieron, obligados por las autoridades pues no están capacitados para esa tarea, debido al fallecimiento de una persona a causa de complicaciones de salud provocadas por el virus del chikungunya; lo cual indica que las autoridades municipales y de Salud desconocen la correcta aplicación de los protocolos contra las epidemias y por eso caen en la improvisación el mal uso de los recursos, o peor aún, en la repetición de prácticas tradicionales que no están funcionando para controlar el actual brote epidémico.

El Estado debería enfocarse, por un lado, a disminuir la incertidumbre social causada por la inadecuada campaña publicitaria; por otro, instaurar medidas recomendadas por profesionales, para evitar contagios innecesarios, y por último debería enfocarse a cumplir la tan cacareada atención preventiva que, de paso, podría evitar complicaciones secundarias.

Lamentablemente, los ciudadanos tenemos que sufrir en nuestra salud las consecuencias de los errores producidos por la absurda ejecución de salidas tradicionales y la falta de profesionalismo de la SSY. Pero no conformes con esto, las declaraciones de los servidores públicos nos acaban de informar que seguiremos en esta frágil situación de contagio masivo, al anunciarnos la llegada del virus Zika el año que entra, transmitido por los mismos mosquitos; que ya está en Sudamérica y que debemos prepararnos a sufrirlo bajo la lógica oficial que las infecciones son parte de la vida y ni modo. ¡Sálvese quien pueda!

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