Paul Antoine Matos
La Jornada Maya

17 de septiembre, 2015

El verde, blanco y rojo que distinguen a nuestro lábaro patrio, ondearon y resplandecieron sobre los edificios coloniales que circundan la Plaza Grande de Mérida, durante la conmemoración del 205 aniversario del inicio de la lucha por la Independencia de México.

Las actividades de las fiestas patrias comenzaron a las 20 horas con una sesión extraordinaria del cabildo de Mérida, encabezada por el presidente municipal Mauricio Vila Dosal, en el Centro Cultural Olimpo.

El alcalde meridano estuvo acompañado por los regidores y el secretario General de Gobierno, Roberto Rodríguez Asaf, en representación del gobernador de Yucatán, Rolando Zapata Bello.

La periodista y escritora María Teresa Mézquita Méndez fungió como oradora invitada. En su mensaje reconoció el crecimiento de la ciudad y sus efectos positivos y negativos; habló de las últimas tres décadas, en las cuales Mérida ha enfrentado huracanes, epidemias, conflictos electorales, crímenes que quedaron impunes: “La humanidad tendrá un espacio siniestro, reservado a la mezquindad y el horror”, sentenció.

Permeó de nostalgia al recinto cuando rememoró la Mérida de la que han desaparecido monumentos y espacios de gran dignidad para dar lugar a hoteles, estacionamientos y plazas comerciales. Lamentó el crecimiento del parque vehicular y señaló que se han rebasado los límites de la ciudad. También han pasado “gobiernos indignos de nuestra esperanza y gobiernos dignos de nuestro respeto”.

Sobre la situación nacional, declaró: “Una pesadumbre nos invade cuando esa flor de inteligencia, ese intelecto en formación, ese nido de renovación y esperanza que son los estudiantes, son finalmente voces acalladas, luces apagadas y vidas truncas, desaparecidas”.
Resaltó que en Mérida se han construido centros de investigación, universidades, leyes de protección del patrimonio, hospitales y agrupaciones artísticas que “nos permiten seguir creyendo, a pesar de todos los pesares, en la humanidad, en la belleza, en la comprensión de la cultura y el conocimiento”.

“En esta celebración, abracemos la más pura y real de todas las independencias, la Independencia del pensamiento, es la única que sobrevive cuando todas las demás se han perdido”.

Al terminar el mensaje de Teté Mézquita, el alcalde hizo lo propio. Enfatizó la importancia de enfrentar la pobreza y la falta de oportunidades que aún existen en el México contemporáneo. Consideró que la injusticia y la desigualdad que prevalecían en 1810, aún continúan presentes, por lo que no deben ignorarse.

Después de la sesión de cabildo, en la Plaza Grande, terminaban los preparativos para la ceremonia del grito a cargo del gobernador. Alrededor de cinco mil personas asistieron al lugar. Ancianos y niños, familias, parejas y grupos de amigos, todos reunidos para recordar a los héroes que comenzaron la lucha contra la corona española. También extranjeros estuvieron presentes, observando la celebración de las fiestas patrias. La espera fue amenizada por un conjunto de entretenimiento local, a cuyo ritmo bailaron los asistentes.

En el palacio de gobierno, uno a uno fueron llegando los representantes de los distintos niveles de gobierno: Angélica Araujo Lara, senadora y ex alcaldesa; Jorge Carlos Ramírez Marín, diputado federal; David Alpizar Carrillo, secretario de Fomento Económico; y Mauricio Vila Dosal, presidente municipal de Mérida, entre otros.

A las 22:54 horas llegó la escolta de la bandera mexicana, que fue recibida por el secretario de Seguridad Pública, Luis Felipe Saidén Ojeda. Posteriormente, el secretario General de Gobierno leyó el Acta de Independencia, para después facultar al gobernador a dar el “grito”, recordando a los héroes que nos dieron patria.

Cada “viva” de Zapata Bello, era respondido estruendosamente por el público, entre quienes destacaban algunos que llegaron ataviados con los colores patrios, incluso había caras maquilladas de verde, blanco y rojo.

Al concluir la ceremonia, las luminarias de la Plaza Grande se apagaron para ofrecer un espectáculo de luces, cuyo escenario fueron los respectivos frentes del Palacio de Gobierno y la catedral de Mérida, al cual sucedieron los tradicionales fuegos artificiales que hicieron resplandecer el cielo meridano, acompañado por los estruendosos “chifladores” y los acordes del Huapango, de José Pablo Moncayo y otras tradicionales melodías mexicanas.

Al extinguirse la pólvora, compases de acordeones anunciaban el inicio del concierto que Espinoza Paz ofrecería en la noche patria.


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