Daniela Tarhuni
Ilustración: Chakz Armada
La Jornada Maya

1° de septiembre, 2015

Inundan los [i]timelines[/i] de Facebook y Twitter y nos encantan. Aunque no conozcamos la historia detrás de ellos y no los entendamos, lo cierto es que los [i]memes[/i] de la paradoja de Schrödinger nos hacen reír cada vez que aparecen en nuestro [i]timeline[/i], pues se trata de algo mucho más complejo que un gato enojado con su amo por estar encerrado en una caja.

La paradoja trata de un experimento imaginario concebido en 1935 por el físico austriaco Edwin Schrödinger, en el que un gato está encerrado en una caja que contiene un mecanismo que une un detector de electrones a un martillo. Justo debajo del martillo, hay un frasco de cristal con una dosis de veneno letal para el gato.

Pueden pasar dos cosas: que el detector capte un electrón, active el mecanismo haciendo que el martillo caiga, rompa el frasco y –tristemente– muera el gato; o bien, puede suceder que el electrón tome otro camino y el detector no lo capte, con lo que el mecanismo nunca se activará, el frasco no se romperá, y el gato seguirá vivo. Hasta aquí todo es lógico.

Pero este experimento imaginario iba más allá: Schrödinger lo empleó para expresar dos conceptos fundamentales de la física cuántica: la superposición, que se refiere a la dualidad onda-partícula de los electrones, y la decoherencia, el principio que destruye dicha dualidad debido a su interacción con el observador.

En el mundo cuántico, el electrón sale disparado y viaja como partícula, pero también - y al mismo tiempo - como onda. En la escala atómica ambas posibilidades se cumplen por lo que el electrón será detectado y el gato morirá, pero, al mismo tiempo, no será detectado y el gato seguirá vivo. Se trata de una superposición de los estados vivo-muerto, en los que ambas posibilidades y estados son reales.

Pero, cuando se abre la caja, nosotros sólo vemos al gato vivo o muerto, ya que el experimento está concebido sólo a escala subatómica y el hecho de observar determina el experimento y define una realidad: la vida o la muerte del gato, proceso denominado decoherencia.

La paradoja de Schrödinger contribuyó al avance de una nueva rama de la física que se venía desarrollando desde 1900 cuando Max Planck, en un intento por explicar la radiación térmica ante la Sociedad Física de la Academia de Ciencias de Berlín, propuso que la luz y la materia no intercambian energía en cualquier cantidad - como se creía - sino únicamente en múltiplos enteros de una cantidad mínima posible, a la que denominó un quantum (cuanto) de energía. Esta idea abrió de par en par las puertas de un nuevo mundo de estudio: el de los átomos, los núcleos atómicos y las partículas elementales.

Más allá del gato, lo que hizo Schrödinger fue formular una de las ecuaciones más importantes de la física cuántica: una función de onda capaz de describir el estado de una partícula.

Hay que recordar que, a finales del siglo XIX, la visión del mundo se basaba en el modelo mecanicista del universo de Newton, en el que el espacio era considerado absoluto e inmutable. Cada causa producía un efecto medible, rastreable y predecible; pero conforme los descubrimientos relacionados con los fenómenos eléctricos y magnéticos avanzaron, fue imposible obtener respuestas desde los modelos de la física clásica.

Y cuando un modelo ya no basta para explicar los fenómenos de la naturaleza, es momento de aventurarse a buscar nuevas teorías que expliquen la realidad. La aportación de Schrödinger cuestiona los conceptos de estado, realidad y observación, y dejaba claro lo poco que se conocía sobre la mecánica cuántica. En la actualidad, es una de las teorías científicas más exitosas de la historia, aunque represente un laberinto sin salida que a todos maravilla, y que también ha dado lugar a un sinfín de charlatanerías [i]New Age[/i].

La paradoja del gato de Schrödinger también presenta un gran atractivo, pues las paradojas utilizan expresiones que aparentemente envuelven una contradicción, aunque en realidad nos presenten resultados válidos, reales o verosímiles. Otro atractivo de esta paradoja reside en que, a través de la mecánica cuántica cualquier suceso, por muy irreal que pueda parecer, siempre tiene alguna probabilidad de ocurrir.

Sin duda, el atractivo de tener a un gato enojado por su estado dual e indeterminado hasta que lo observamos es muy mediático. Sin embargo, quienes tienen gatos lo saben: los gatos adoran las cajas y ninguno se resiste a la tentación de entrar en ellas. Es un ejemplo más de la naturaleza extraña y enigmática de estos animales que, como las partículas en el mundo subatómico, no entendemos del todo, pero nos siguen maravillando.


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