Paul Antoine Matos
La Jornada Maya

31 de agosto, 2015

Profesional con una trayectoria de 35 años, el arquitecto Enrique Duarte Aznar conoce del desarrollo urbano de Mérida; ha trabajado en proyectos como el Gran Museo del Mundo Maya, la remodelación del aeropuerto Manuel Crescencio Rejón y la Unidad Deportiva Inalámbrica. En entrevista con La Jornada Maya, el arquitecto indica que, cuando las ciudades se expanden, aumentan su superficie y generan espacios urbanos vacíos, que muestran que la ciudad simplemente crece, carente de diseño; no se desarrolla en el sentido de mejorar las condiciones de vida de sus habitantes.

Mérida ha crecido expandiéndose hacia los cuatro puntos cardinales, pero por falta de un diseño urbanístico se han generado muchos espacios abandonados.

“A lo largo de su historia, en Mérida se han construido fraccionamientos que han tomado en cuenta el diseño; con calles bien trazadas, criterios de organización espacial y dirigidas a los diferentes estratos sociales, como Altabrisa, Country Club, Fidel Velázquez y la colonia Alemán; pero son casos aislados, no obedecen a un criterio de diseño y expansión como ciudad”, señaló.

[b]Autoridades rebasadas[/b]

Duarte Aznar manifestó que las autoridades han sido superadas por el crecimiento de la mancha urbana de Mérida; su mantenimiento y los servicios municipales han deteriorado los recursos públicos, pues los gobiernos no tienen capacidad para afrontar esos gastos, no es suficiente la recaudación para afrontar el crecimiento urbano. La sociedad debe ser crítica, proactiva y propositiva; asumir responsabilidades, sin eximir a las autoridades de sus obligaciones. “La ciudad la podemos disfrutar todos o padecer todos”.

“Las autoridades se han visto rebasadas en su capacidad administrativa, se han quedado cortas ante el crecimiento de la capital; por lo que el municipio requiere diseñar un plan para aprovechar al máximo los recursos con que cuenta”, abundó el arquitecto, quien no visualiza la existencia de un proyecto para el desarrollo urbano, ni municipal ni estatal.

“El centro histórico de Mérida vive una modesta recuperación, aunque la expansión sin diseño ha ocasionado que el corazón padezca algún tipo de arritmia, porque hay predios de gran valor patrimonial e histórico en el abandono. Ahí es donde está la fortaleza de la economía yucateca, que permite a la ciudad mantenerse viva pero debe existir una política pública para que la recuperación sea de forma adecuada, ordenada y conveniente para todos”, apuntó.

“Deben crearse políticas que estimulen, no que asusten, a los propietarios para mantener en buen estado los predios ubicados en el primer cuadro de la ciudad”, abundó.

Reconoció que a los arquitectos les ha faltado creatividad para conciliar las posibilidades espaciales de los predios con las necesidades de la vida contemporánea. “Debe haber mayor participación de arquitectos urbanistas”, agregó.

“Uno de los problemas que enfrenta la ciudad son las banquetas, las cuales no están adaptadas para peatones, mucho menos para quienes sufren alguna discapacidad. La alta densidad de población y la incapacidad económica de los administradores de la ciudad han ocasionado que se den soluciones a medias y no de fondo”, agregó.

El tema peatonal está ligado al transporte público, los obstáculos que existen en las aceras, desalientan a la gente a utilizarlo. “Si se facilita el desplazamiento peatonal, con buenas aceras, sombreadas, seguras, paraderos en condiciones óptimas y un sistema eficiente, habría un mayor uso del transporte con el consiguiente beneficio ecológico, pues se usaría menos el automóvil”, señaló.

[b]Ciudad incluyente[/b]

“La ciudad, como espacio de fortalecimiento social, de enriquecimiento mutuo, de protección y desarrollo; es uno de los grandes logros de la humanidad. Pero, por las condiciones de desplazamiento para satisfacer necesidades como el trabajo, la educación y la diversión, debemos pensarla de modo incluyente, pues esa es su naturaleza. Debemos pensarla sustentable, sin comprometer los recursos de las generaciones futuras; reducir la vegetación para construir y posteriormente colocar sobre las calles motores generadores de calor, contribuye a la elevación de las temperaturas, con el consiguiente deterioro ambiental.

Las energías alternativas a los combustibles fósiles están en proceso de desarrollo y su costo es elevado; sin embargo, hay acciones que podemos realizar para reducir las altas temperaturas de la ciudad, como plantar árboles en lugares adecuados, de especies adaptadas a las condiciones de la ciudad, que provean sombra y generen corrientes de viento, que eleven la humedad y reduzcan la temperatura, apuntó.

También es importante la orientación adecuada de las ventanas para una buena ventilación, así como proteger los cristales con sombras, para impedir la entrada de calor.

El arquitecto recomendó sombrear las azoteas con mallas, paneles solares o plantas que reduzcan la temperatura, pues el 75 por ciento del calor proviene de los techos.


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