Lyn May, la sensualidad vigente

María Briceño y Paul Antoine
La Jornada Maya

24 de agosto, 2015

El ritmo de los tambores resonaba hasta en los últimos rincones del teatro Armando Manzanero, acompañando los desafiantes movimientos de la sensual Lyn May, mientras era observada por los ojos hipnotizados de los mil 200 asistentes de la obra Por qué los huiros aman a las cabronas.

Con cada retumbar de los tambores, la exótica bailarina de aspecto oriental mueve su cuerpo sobre la pista de cabaret que se montó en el escenario, ante la inquietante mirada de Mactá, uno de los cómicos regionales que participaron en la obra.

Lyn May, enfundada en un leotardo que combina transparencias con rojos vibrantes, chispeante, hace que el público se rinda con aplausos que reconocen a una de las pocas vedettes legendarias que nos quedan.

Al terminar su participación, la sobresaliente representante del cine mexicano de ficheras, retornó a su camerino, mientras Mactá, Tila María Sesto y Nani Namú continuaban con la adaptación regional del libro de Sherry Argov.

En entrevista con La Jornada Maya, Lyn May, aún con su tocado metálico carmesí y envuelta en una cobija del mismo color, debajo de la cual se adivinaba su cuerpo desnudo; la actriz y bailarina recibió con entusiasmo las preguntas, mientras su imagen se multiplicaba en los espejos del camerino.

¿Cómo era hacer cine en la época de los setenta en México?
“Era muy alegre, con mucha comicidad, producción, chistes y albures. Era muy diferente al cine de hoy”, afirma con seguridad, detrás de sus lentes de aumento.

En esa época, cuando en México se vivía marcadamente una doble moral, ¿cómo se recibían sus películas?
“Esas películas marcaron justamente una época muy bonita, fue precisamente la gente la que alzó esas películas. Eran llenos totales en los cines y la gente salía feliz, porque tenían comicidad. Los argumentos tenían la sal y la pimienta que se requiere para que la gente estuviera contenta; por eso pegaron muchísimo. (sus pies desnudos descansan sobre la silla, de cuclillas). Cuando se filmó Tívoli, una de las películas más memorables de aquellas sexicomedias, se estableció un punto de partida para hacer muchas más películas de cabaret; incluso obras de teatro que fueron muy buenas y exitosas. Puedo decir que quienes las produjeron se hicieron millonarios.”
¿Por qué dejó de hacerse ese cine?

Porque todo tiene una época y todo va cambiando. Las crisis en el país, siempre hay crisis de todo. Ahora se hace un cine con poquitos actores, que incluso se vuelven sus propios productores, por la falta de lana.
¿Es posible que regresen esas películas?
Es lo que queremos, que regrese el cabaret, con su música, con todos los elementos de ese momento; ya no hay lugares donde pasarla bien; es necesario regresar a la buena música para bailar y a las buenas canciones. Qué bueno sería que volvieran las noches de cabaret.

¿Hace cuánto que no venías a trabajar a Mérida?
Es la primera vez. Soy feliz, por venir a trabajar en este teatro. Me gusta mucho.
¿Cuál es su secreto para mantener el cuerpo que tiene y los bailes que realiza?
Bailar, hacer ejercicio todos los días y comer poco, comer la mitad de lo que se come normalmente. Si me sirven un plato con pollo, no me lo como todo, sólo la mitad. Ese es el secreto.

¿Qué te deja el baile, el teatro, el cine?
Mucha satisfacción, porque a la gente le gusta lo que hago. Me gusta que gocen conmigo.

¿Qué es lo mejor que te ha pasado?
Que el público me quiera, que me ha salido todo bien, que mis hijas estén bien. Con eso estoy feliz y además sigo trabajando, sigo vigente.

¿Cómo lograr que regrese el cine de cabaret?
El público mismo lo va a ir pidiendo, porque si ven que un teatro se llena y tiene mucho éxito, otro empresario va a ir a poner otro teatro y así van descubriendo que está gustando.

¿Qué te parecieron Tila, Mactá y Nani?
¡Ah!, son buenísimos, ya les dije que son buenos comediantes y merecen estar en México para que crezcan más en la televisión.

¿Cómo ves el teatro yucateco?
Maravilloso, es diferente, pero se descubre que hay muy buenos talentos, gente que vale mucho, trabaja mucho y gusta mucho.

¿Qué sabías de Yucatán y su escena artística?
Vine como turista y no había trabajado. Me encanta Mérida, su gente cariñosa, cálida, muy tranquila la ciudad, porque ahorita en otros lados hay mucha violencia.

Lyn May apura el final de la entrevista: “les agradezco mucho que hayan venido, ya me voy a vestir”.