Gloria Serrano
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Mérida
10 de julio, 2015

Son las 7:45 de la noche y me dirijo a tomar el ascensor. A mi lado, se encuentran dos hombres y una mujer conversando sobre los posibles efectos de la crisis griega en la economía mexicana. “Yo sí me veo como colonia gringa, la verdad que estaríamos mejor”, dice la chica a sus acompañantes y uno de ellos se apresura a responder, con ironía, que “eso será si no gana Donald Trump”, el magnate estadounidense nacido en Queens, ahora precandidato a la presidencia para las elecciones de 2016. Ya en el segundo piso, a la entrada de la Sala Mayamax, el personal del Gran Museo del Mundo Maya recibe con cordialidad a los asistentes y entrega programa en mano.

Al interior, los integrantes de la orquesta se disponen a tomar su sitio en el escenario, mientras la prensa hace lo propio en los pasillos laterales. Las butacas de este espacio, con capacidad para 350 personas, también han sido ocupadas por los espectadores prácticamente en su totalidad. La Ópera Maya, dada a conocer por la Secretaría de la Cultura y las Artes de Yucatán (Sedeculta) como “un evento donde el público asistente tendrá oportunidad de apreciar a través de la ópera la belleza de esta lengua milenaria”, está por comenzar. La gala inicia con un breve mensaje de bienvenida que es leído en maya por una joven ataviada con el traje típico distintivo de Yucatán, y después en español por el maestro de ceremonias. Transcurrirá poco más de la mitad del programa previsto, antes que se vuelva a escuchar el particular acento gutural de la segunda lengua indígena con el mayor número de hablantes en la República Mexicana, reconocida desde 2003 como lengua nacional por la Ley General de los Derechos Lingüísticos.

A continuación resuenan los ya popularizados acordes de la obertura de la ópera Carmen. Le siguen bellos fragmentos de los compositores europeos Weber, Mozart, Strauss, Lehar, Donizetti, Puccini, Delibes y Verdi, siempre acompañados de la voz teatralizada –en solitario, dueto o grupal– de barítonos, sopranos y mezzo sopranos, coordinados por Sigurd Hennemann, el director de orquesta. Como en toda gala, las mujeres lucen brillantes vestidos de colores chillones que contrastan con la indumentaria masculina que es más austera. Luego de una pausa de 10 minutos, el concierto continúa con emblemáticas piezas musicales como Tema de amor de la película El Padrino y Vissi d’arte (Tosca), interpretada por la soprano Mary Grogan, Directora de Ópera Maya, ahora orquestada con la batuta del Dr. Jason Thompson.

Al finalizar su intervención, reaparece el Coro de Ópera Maya para presentar Mundo (Leone, Argentina), obra ganadora del concurso de composición 2013, organizado por la misma fundación. El público escucha expectante los contemporáneos sonidos de flautas y tambores, que en cierta forma remiten a las civilizaciones precolombinas y sirven de armonía para que el coro emita escuetas frases en lengua maya. Vienen después las cadenciosas Conga del Fuego Nuevo y Danzón No. 2, ambas composiciones del sonorense Arturo Márquez, que dan paso a K’atun (Metzinger, Unidos), ópera ganadora del concurso de composición en su edición 2014, cuyo movimiento sonoro es mayor, al igual que las expresiones que incorpora en el idioma del Mayab.

Esta tercera y última parte del concierto, es dirigida por el maestro Horacio Javier Velázquez que cierra su participación con el emblemático Huapango del jalisciense José Pablo Moncayo, quien se dio a la tarea de reinterpretar sones veracruzanos como el Siquisirí, para crear esta magistral pieza que siempre complace a quien la escucha y que obviamente la gente aplaude. Sin embargo, el repertorio seleccionado no incluye poemas sinfónicos más próximos a la península como Caminante del Mayab, coautoría de Antonio Mediz Bolio y Guty Cárdenas, o La noche de los mayas de Silvestre Revueltas. El coro completo sale de nuevo a escena, algunos asistentes se ponen de pie para ovacionarlo y a los pocos minutos da por terminado –sin grandes euforias– este espectáculo en el que predominó un público de mayor edad y donde no fue notoria la presencia de espectadores de origen maya. A pesar de ello, de acuerdo con el boletín de prensa emitido en días previos por la Sedeculta, la importancia de esta gala “reside en el hecho de difundir la lengua maya en un evento de ópera internacional”.

Más tarde, al regresar del concierto, leo en Facebook el comentario que deja Vicente Canché Moo con relación a mi columna Saber mirar que se publica cada semana en La Jornada Maya y que en esta ocasión también apareció escrita en lengua maya: “(…) que no se hable solamente de lo “antiguo”, “lo pasado”, los mayas también disfrutamos del arte, de la música actual (y más)”. Leerlo, me hace recordar lo que escribiera el rey poeta Nezahualcóyotl tiempo antes de que Colón llegará a América: aquí nadie vivirá por siempre / también los príncipes a morir vinieron / todos tendremos que ir a la región del misterio / ¿acaso en vano venimos a la tierra? / dejemos, al menos, nuestros cantares.


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