Verónica Camacho Chávez
La Jornada Maya

Dzilan de Bravo
24 de mayo, 2015

El pepino de mar es un marisco equinodermo, clasificado como [i]holothuroideo[/i] y que se encuentra en riesgo de extinción por la fuerte depredación y por la pesca furtiva que genera su alta demanda en países de Oriente y Europa. A pocos días de que concluya la temporada de la captura del pepino de mar en las costas de Yucatán, que inició del 24 al 30 de abril y que se amplió del 15 al 29 de mayo, se han registrado al menos 5 fallecimientos de los buzos por descompresión. ¿Qué hay tras el dinero rápido y la euforia por conseguir el máximo de cargamento de pepino de mar? ¿Qué ocurre en nuestra costa alrededor de este marisco tan preciado que se cobra varias vidas cada año? ¿Qué sucede tras bambalinas?[/b]

En los últimos días, las cooperativas y permisionarios instalaron cámaras hiperbáricas de forma improvisada en Dzilam de Bravo y en Río Lagartos. Sin embargo, el número de pescadores con problemas al salir a la superficie rebasa la capacidad de estos dispositivos. “Los pescadores no están capacitados para este tipo de buceo y para su desgracia el pepino de mar está cada vez más adentro. Tienen que viajar hasta 50 o 55 millas en lancha y allí el mar está más profundo. Están agarrando el pepino de mar a 25 o hasta a 30 metros de profundidad”, indicó el doctor Alejandro Hernández, encargado de la cámara hiperbárica en Dzilam Bravo.

El doctor señaló que la situación se agrava con la falta de capacitación de los pescadores y esta se observa con la cantidad de pacientes que llegan con problemas de descompresión y con su salud muy comprometida que termina, en algunos casos, en la muerte. “Los pescadores se mantienen mucho tiempo debajo del agua, a una profundidad excesiva y al subir lo hacen de manera muy rápida, lo que genera una enfermedad disbárica por descompresión, ya sea moderada, leve o grave”, dijo.

Explicó que los que llegan graves están buceando a 19 bazas –a 30 metros- y se quedan más de una o dos horas subiendo a la superficie en 5 o 10 minutos; entonces esta intoxicación por el nitrógeno que se genera causa una repercusión porque no se alcanza a disolver. Si suben rápido, estos gases van causando daño y se crean burbujas. “Si llegan a salir rápido todavía tienen que regresar hasta 4 horas en lancha para llegar al puerto y encontrarse una cámara hiperbárica”, apuntó.

[b]La cámara hiperbárica, imprescindible[/b]

Señaló que la cámara recrea el trabajo que hizo el buzo. Se necesita, en muchos de estos casos, otra cámara aparte de la que se tiene en Dzilam con mayor capacidad para ayudar al buzo a recuperarse. “Esta cámara alcanza a cubrir 60 pies, 2.8 atmósferas, 22 metros; si el buzo estuvo más abajo y mucho tiempo y ya se lastimó se necesitaría bajarlo a una mayor profundidad para que tuviera una buena recuperación”, dijo.

El doctor señaló que cuando el paciente está grave se tiene un indicio neurológico en el cual ya no tiene respuesta al dolor, está inconsciente y no tiene respuesta motora. “Estamos rebasados porque los buzos se lanzan sin capacitación, el costo de la cámara es elevado, los insumos que se requieren también son costosos y hay muchos pacientes por lo que hay que decidir quién entra primero a la cámara”, reconoció.

[b]"Las autoridades son negligentes y no hay un trabajo fuerte, consciente y serio de salud pública"[/b]

También, dijo, existe una negligencia fuerte por parte de quienes tienen que regular el acceso al mar, a la actividad de la pesca, porque se necesita una capacitación sobre todo para llegar a esa profundidad. “A partir de este punto ya estamos mal porque nadie está regulando esto. La temporada es corta y llega gente de Campeche, Veracruz, Tabasco y Quintana Roo; se avientan cómo pueden y en términos generales muchos la libran, aunque salen con lesiones leves”, declaró.

“No se está haciendo un trabajo de salud pública porque los pescadores siguen falleciendo. Hay mucho dinero de por medio y la realidad es que en los puntos claves debería haber una clínica con una cámara especializada y tendría que haber una campaña de prevención y de capacitación”, afirmó. Señaló que en la última semana se han atenido de 30 a 40 pacientes en la cámara hiperbárica, en su mayoría con enfermedad leve aunque dos entraron con un nivel moderado. La situación se puede complicar y volverse grave.

“Las autoridades ya cuentan en sus presupuestos con algunos decesos por año en cada temporada de pesca. Esto no debería ser así. Si tienes cientos de buzos que no tienen la capacitación para estar haciendo este trabajo alguien necesita tomar medidas para regularlo. Quiero creer que estamos salvando vidas pero si persisten las negligencias no hay manera de ayudarlos”, lamentó.


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