Óscar Rodríguez
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya
Mérida, Yucatán
Lunes 19 de septiembre, 2016
La tragedia nuclear que se registró en la ciudad ucraniana de Chernóbil, hace 30 años, podría ser un indicio del futuro de la humanidad y de la Tierra, debido a la destrucción que generamos en el mundo, lamentó Alain-Gilles Bastide, fotógrafo y autor del libro documental [i]Chernóbil forever, cuaderno de viaje al infierno[/i], que fue traducido al maya por Feliciano Sánchez Chan.
El proyecto surgió en 2005, cuando Bastide decidió realizar un reportaje de autor, a manera de trilogía, sobre las marcas que deja el ser humano en el planeta. En tiempo presente, utilizó a París, una metrópoli en movimiento, con fotos en blanco y negro, vista desde el suelo; para el pasado, eligió La Habana, como una ciudad en la que el tiempo se suspendió, con fotografías en colores pastel, vista desde los muros; considerada por él mismo como una poesía; finalmente, tras una reflexión intelectual, encontró en Chernóbil el símbolo del futuro.
La elección de la zona dañada por el desastre nuclear de 1986, se debió a que “es un lugar muy extraño, no hay otro así en la Tierra, todo se fijó en el tiempo. Chernóbil es un desierto que cayó sobre un territorio inmenso donde había vida, ciudades, pueblos y, de un golpe, se vació”.
Ahí, comentó el sábado pasado, durante la inauguración de la exposición fotográfica, en el Museo de la Ciudad, encontró un futuro en el que la sociedad industrial, el mundo occidental, arrasó con otras civilizaciones. Esa civilización pretende tomar el lugar de los dioses, y en ese afán, “desgraciadamente, se va a llevar al mundo”.
Eso sucederá, debido a la explotación de los recursos como el agua y la tierra. Eso está acabando con nosotros, aseguró.
Para realizar el proyecto, estudió a profundidad, por dos años, las películas e investigaciones sobre el accidente nuclear, porque “sabía que había explotado un reactor nuclear, pero no me había interesado”, aceptó.
Al ser cuestionado sobre cómo era el estado de la vida silvestre, manifestó que existe una propaganda mundial en la que se indica que la flora y la fauna se volvieron más bellas después del accidente, pero “ese es un cuento criminal, porque no es verdad”.
Indicó que sí, las plantas crecen y la vegetación recupera su lugar, pero si los científicos se acercan y ven las flores y árboles, notarás que está trastornado. “Las muy pocas fotos de los animales allá, no son los que se ven en la televisión, hay que denunciar eso”.
[b]Chernóbil en maya[/b]
El libro fue traducido por Feliciano Sánchez a la lengua maya. El traductor indicó que se enfrentó a una situación distinta en su carrera, porque Chernóbil es un asunto que nos importa a todos, debido a que “describe un futuro de tecnología incompatible con el desarrollo humano”.
El autor de la obra señaló que la maya ha estado apegada a su vida desde que llegó a México en 1979, para hacer un reportaje sobre la plataforma petrolera Ixtoc I, así como hace siete años llegó a ofrecer cursos de fotografía en la Escuela Superior de Artes de Yucatán y conoció a Francisco Martín, quien le recomendó traducir el libro a la lengua de la región peninsular, por el abandono de los grandes centros sociales mayas.
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