Paul Antoine Matos
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Lunes 22 de agosto, 2016

Vísceras y sangre de un animal en sufrimiento salen a través del boquete dejado por la cornada del toro. La tierra, seca y polvorienta, se mancha. Su color café se torna rojo y se humedece. A lo lejos, las lágrimas de un niño también mojan el suelo. Es la primera vez en su vida que es testigo de la muerte. Su familia lo llevó a ver el dolor de un caballo que, agónicamente, relincha por última vez, un sonido opacado por el griterío de la gente que ovaciona al dueño del equino.

Son los torneos de lazo que acompañan a las fiestas patronales, que celebran casi todos los municipios de Yucatán. Junto a las corridas de toros, la Comisión de los Derechos Humanos del estado de Yucatán (Codhey) emitió la semana pasada una recomendación a los alcaldes de la entidad para impedir que los niños sean testigo de esos actos, calificados de violentos.

Al frente del equipo que realizó la recomendación está María Teresa Vázquez Baqueiro, directora del Centro de Investigaciones Aplicadas en Derechos Humanos, de la Codhey. En entrevista, dijo que desde 2007 se abrió un expediente hacia la fiesta taurina y en 2009 se emitió una recomendación a varios municipios de la entidad; sin embargo, no se tomaron las medidas adecuadas para reducir los espectáculos violentos; todo lo contrario, aumentaron.

Pero en 2015, el Comité de los Derechos del Niño de la Organización de las Naciones Unidas manifestó, en su informe, su preocupación por el bienestar mental y físico de los niños en actividades como corridas de toros y similares, así como su bienestar mental y emocional por exponerse a la violencia, recordó. A raíz de ese informe, decidieron que los alcaldes yucatecos conocieran la importancia de suspender esos eventos, mencionó.

Evitar que los niños acudan a las corridas de toros o torneos de lazos es porque observan a seres vivos ser golpeados y maltratados, por lo que la violencia se normaliza, la empatía se reduce y son capaces de golpear a otros niños o animales, manifestó Vázquez Baqueiro.

A eso se le agrega el hecho de que los toreros son felicitados y tratados como héroes, con aplausos, trofeos y compensaciones económicas que los niños toman como ejemplo para imitar en sus hogares, expresó.

El que se acostumbren a la violencia, señaló, provoca más riesgo de que repitan los patrones en su familia. “Con espectáculos así, no nos deben extrañar los altos índices de violencia, ataques de género y feminicidios”, declaró.

Comparó los espectáculos violentos con las películas, porque en los filmes existen clasificaciones que prohíben la entrada de niños a las salas de cine, por las escenas explícitas que se muestran. Entonces “¿Por qué sí pueden entrar a corridas de toros o torneos de lazo, que son un espectáculo en vivo?”, cuestionó.

Sin embargo, los padres consideran que carecen de opciones cuando ocurren las fiestas de la comunidad. “La gente te dice que está mal, saben que está mal que los niños vayan a ver los espectáculos, pero no tienen otra alternativa”, indicó.

A pesar de que dudan en entrar, porque también se corre el riesgo de que, por el alcoholismo, se generen riñas y peleas, que provoquen estampidas y pongan en riesgo la integridad de los infantes, afirmó.

Al sólo tener esa opción, se corre el riesgo de que las autoridades consideren que los habitantes de los municipios sólo se interesan por la violencia, entonces no ofrecen alternativas, declaró.

La intención no es prohibir las corridas de toros, pero sí impedir la entrada a los niños y ofrecerles opciones alternas mientras los padres las ven. Los torneos de lazo, recordó que son ilegales, pero aún así se continúan realizando en Yucatán y se destripa a los caballos, lo que “no abona a una cultura pacífica”.

[b]Opciones con tradición[/b]

Como opción para el público infantil, propuso que los alcaldes se acerquen al DIF estatal y adopten programas culturales que promuevan las tradiciones de las comunidades en donde se realizan los festejos, como concursos de canciones, bombas, ternos, poemas o cuentos. “Las tradiciones no tienen que ser violentas, pueden ofrecer espectáculos de calidad y contenido”, enfatizó.

Expresó que las autoridades estatales y municipales tienen que ofrecer las opciones culturales para reducir la asistencia de los menores a los espectáculos de sangre y muerte, pero también están obligadas a realizar campañas de concientización entre los padres, para que sepan de los peligros de exponer a sus hijos a esos eventos.


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