Paul Antoine Matos
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya
Lunes 6 de mayo, 2016
Las heridas tardan en cicatrizar. Entre los golpeados el pasado 3 de mayo en Chablekal por la policía, las huellas de los macanazos, patadas y puñetazos, todavía son visibles. El dolor de haber perdido una casa o de haber vivido una injusticia, también deja huella. La indignación y el dolor, permanecen por mucho tiempo y pueden convertirse en rabia social.
En Chablekal hay mucha rabia y una sensación de impotencia, furia hacia el tendero (Román Zapata, oriundo de Cholul) quien compró el predio que habitaba don Salvador Euán y Antonio Chalé Euán. Los habitantes de la comisaría meridana no lo pueden ver ni en pintura. Advierten, a quien pregunta por él, que mejor ni se aparezca por el pueblo. También hay mucho enojo hacia las autoridades, hacia los policías. El recuerdo, a un mes del desalojo, todavía provoca lágrimas. Narraciones que sorprenden por los detalles de las detenciones, con los detenidos encapuchados, golpeados, llevados en las cajas de las pick ups de la Secretaría de Seguridad Pública a toda velocidad. Las imágenes y los vídeos, proyectados en la noche del viernes 3 de junio en la plaza, por el equipo de Indignación, congregaron a los vecinos, a las familias. Decenas y decenas se arremolinaron en la plaza para ver las fotos que dieron la vuelta en redes y medios, el 3 de mayo. Para escuchar los testimonios y la estrategia legal para afrontar la amenaza que se cierne sobre más de 10 familias que podrían perder sus casas. Ahí vimos de nuevo a los policías, intentando evitar que vecinas hicieran sonar las campanas de la iglesia para alertar a la población. También se vieron las conocidas imágenes de los policías confrontándose con los habitantes, las pedradas de un lado, los gases y los macanazos del otro. La historia de ese día, recopilada por Indignación quedará grabada en la memoria colectiva de Chablekal como una auténtica infamia.
La casa, objeto del litigio se encuentra vacía, sin puertas y sin muebles, tras la irrupción policiaca para apoyar a los funcionarios y abogados que realizaron el desalojo. La diminuta y humilde vivienda podría sorprender por la ambición que ha despertado. Sin embargo, su ubicación estratégica y el crecimiento urbano en Mérida y Yucatán, que están haciendo muy ricos a algunos, explican mucho de lo que ha sucedido. Entre los nuevos ejidatarios aparecen apellidos y nombres de potentados nacidos en Mérida, ajenos por completo a la comisaría.
Existen seis predios más en litigio en Chablekal. Hablamos de más de 10 familias que podrían perder sus casas. Estamos ante un problema social que no se puede solucionar únicamente con órdenes de desalojo por parte de la autoridad.
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