Crónica de un usuario

Óscar Rodríguez
Fotos: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

29 de febrero, 2016

Soy uno de los miles de usuarios que todos los días realiza una travesía de varias horas para llegar a mi centro de trabajo; sí, en el transporte público que todos sufrimos, pero que es tan necesario para la movilidad de una urbe de un millón de personas. Las unidades del transporte público, en su mayoría, están en mal estado y sus choferes tienen una escasa preparación.

Al igual que la totalidad de los usuarios del servicio urbano colectivo, invierto más de cuatro horas de mi día para transportarme, debido a que la mayoría de las rutas confluyen al Centro Histórico, a excepción de las identificadas como Circuito Poniente, Confort, Colonias, Metropolitano y Kukulcán. Por tal razón estoy obligado a abordar al menos dos camiones de distintas rutas si deseo viajar al norte, sur u oriente de la capital yucateca.

Como descanso los sábados, mi viacrucis, de domingo a viernes, comienza en punto de las ocho horas, desde ciudad Caucel, un fraccionamiento de reciente creación, cuyos 70 mil ciudadanos no tenemos abasto de movilidad suficiente.

Afortunadamente no tengo que dejar a mis hijos en la escuela, ellos estudian en instituciones públicas cercanas a mi domicilio; sin embargo, durante mi trayecto en la esquina donde espero la combi ruta 11 del Frente Único de Trabajadores del Volante (FUTV) observo a decenas de madres y padres de familia que desesperados esperan al servicio urbano para llevar a sus hijos o bien regresar a sus hogares tras dejarlos en sus colegios.

La espera se hace eterna, los colectivos pasan llenos, debido al largo recorrido que las unidades del servicio público realizan al interior de esa zona, que incluye un tiempo de 15 minutos extras si tomas la ruta “directa”, pues la “normal” pasa por lo general repleta.

Y así comienza un caminar de al menos 800 metros en la búsqueda de la calle 60, para encontrar el camión Ruta 4 Animaya, cuyos autobuses, según se rumora entre los usuarios son de alguien muy influyente. Su deterioro es evidente, sobre todo en sus asientos y frenos, además de que sus choferes no cuentan con uniforme, capacitación e, incluso, se percibe su desaseo para brindar un servicio decoroso.

Si bien la ruta once (perteneciente al FUTV) respeta su trayecto oficial e intenta que sus choferes porten uniforme y no sean groseros con su pasaje, los guiadores de la Ruta Animaya usan la música a todo volumen, conducen con exceso de velocidad, no dan boleto de viajero como la mayoría de las rutas, además de alterar su recorrido como les place, sin que ninguna autoridad haga nada al respecto.

Tras lograr la hazaña de subirse a un camión o a una de las combis que circulan por el poniente de la ciudad, la prisa de los choferes por llegar a su paradero pone en riesgo la vida de los usuarios; a ellos sólo les importa que la hora del pasaje no se pierda, pues durante el resto de su jornada el número de usuarios desciende sensiblemente.

La antigüedad de los autobuses genera un ruido para muchos usuarios insoportable durante el trayecto; en ocasiones es acompañado por música a todo volumen durante los 40 minutos de viaje.

¡Por fin llegué al Centro! Pero la aventura no concluye, aún tengo que caminar otro kilómetro, del parque de San Juan al paradero de los camiones que van al norte de la capital yucateca; la escena es común, miles de personas luchan por un espacio para tomar un camión a sus centros de trabajo.

Ha pasado hora y media, llego al Centro de Convenciones Yucatán Siglo XXI; son las nueve de la mañana y aún tengo dos compromisos más por delante, uno de ellos al oriente de la ciudad, por lo que me preparo para otro largo viaje de una hora. ¿Cuántas horas pasa un trabajador o estudiante al día transportándose en Mérida?

[h2]Taxis caros[/h2]

Otra opción de transporte para quienes no tenemos automóvil, son los taxi; sin embargo, el cobro mínimo de un auto de alquiler es de 20 pesos con los que no se puede avanzar ni dos kilómetros.

Actualmente la mayoría regulan su tarifa mediante un supuesto taxímetro, que marca diferentes cantidades por la misma distancia recorrida; lo cual percibo cada vez que viajo, cantidades que fluctúan entre 70 y 95 pesos, por un viaje desde el centro; esa irregularidad hace suponer que los aparatos que registran las tarifas están alterados.

Para una persona que gana menos de 8 mil pesos mensuales, resulta más que caro, prohibitivo usar este tipo de transporte.