Morena inaugura escuela en Valladolid

Paul Antoine Matos
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Valladolid
8 de febrero, 2016

“El teatro es cristal, lámina, lago, espejo de las vidas de hombres y mujeres en sus pasiones virtuosas o perversas, o estacionadas en medio de la claridad o la locura; reflejo que te revira, avienta, muestra caras, gestos, intenciones de un individuo o de pueblos. El Teatro convencional, timorato, entelerido, miedoso, se escurre entre las horas y los dedos; no se refleja nada” las palabras de María Alicia Martínez Medrano, fundadora del Teatro Campesino e Indígena, dan la bienvenida a los políticos de Morena y habitantes de Xocen y Valladolid.

Un altar adornado con las palabras de Martínez Medrano, máscaras mayas, mazorcas, caparazones de tortuga, tambores, fotografías, recuerdos, dos h'men [sacerdotes mayas], y una dedicatoria a Cristina Payán, fundadora del Museo de Culturas Populares, se colocó ayer en el teatro escénico X’ocen, Laboratorio de Teatro Campesino e Indígena. Se trató de la inauguración de una de las ocho escuelas Universitarias de Morena.

En el “centro del mundo”, Xocen, comisaría de Valladolid, se inauguró la Escuela Intercultural Bilingüe María Alicia Martínez Medrano, con la presentación de la [i]La dama boba[/i], de Elena Garro, quien nació hace un siglo, inspirada en la de Lope de Vega.

Un ejecutivo de Morena inició una conversación con uno de los h'men. “Disculpe -expectativa, tensión- ¿dónde puedo pasar al baño”, preguntó el político. El maya le indicó el camino hacia una de las casas.

Momentos después, el aire se cargó de electricidad. No porque Morena donara la mitad de su presupuesto para instaurar escuelas, sino porque la Dirección de Alumbrado Público acudió con un vehículo y arrancó el motor de su grúa, la cual se elevó para conectar un par de reflectores. Iluminación. Valladolid celebra a su manera la clausura del Año Internacional de la Luz.

La calle se llenó de vendedoras. Una de ellas tenía un menú más amplio que varios restaurantes de Mérida: spaghetti, vaporcitos, ensalada rusa, chicharrones, frutas, dulces; una larga lista de alimentos. No quedó la menor duda de su capacidad previsora: asistieron al menos 250 personas.

Llegaron distintos funcionarios de Morena: Yeidckol Polevnsky, secretaria general del partido, Andrés Manuel López Beltrán, hijo del dirigente nacional, Andrés Manuel López Obrador, y Raquel Sosa Elízaga, coordinadora general del proyecto, fueron sólo algunos de los políticos presentes. La última fue recibida por el h’men Pablo May, al mismo al que le preguntaron por el baño, quien realizó una “limpia”, con aguas extraídas de los siete cenotes que rodean Valladolid. “Que se retiren los malos espíritus, dado que los Dioses nos han regalado la gran Vida”, expresó en maya.

“El sueño de Andrés Manuel López Obrador se cumple: que todos los jóvenes tengan acceso a la educación”, expresó Polevnsky. Raquel Sosa Elízaga indicó que los jóvenes podrán estudiar en una carrera que sí tenga un campo laboral; la directora aseguró que la de Morena será “una escuela participativa e incluyente, enfocada en los sectores desfavorecidos, con atención en la diversidad, equidad y justicia”; mientras que en su intervención, Rocío Nahle expresó que los legisladores de su partido aportaron la mitad de su salario para consagrar la transformación de México, a través del rescate de la educación y los valores del país.

Un anfiteatro rocoso fungió como butacas; el escenario, gigantesco, contó con lejanas casas de madera y huano; en el centro una tarima para la realización de la parte fundamental de la obra.

La dama boba se presentó con una gran cantidad de elementos mayas. Los actores, casi 150, eran bilingües; unos representaban a los actores de la creación del dramaturgo español, otros eran el público.

La cotidianidad de Coapa, la localidad en que se ambienta, con sus hombres cortando leña y en caballos, y las mujeres observando a los niños y niñas, quienes juegan y estudian, fue rota cuando el protagonista desaparece; fue llevado a Tepan, un municipio alejado de la capital, por el alcalde don Avelino, para que enseñe a los niños de la comunidad, a pesar de que es actor, no maestro. La obra se envolvió de la placidez que ofrece la selva yucateca; el fresco del atardecer hizo del teatro una experiencia reflexiva.

Los mayas siguen vivos y son artistas. No sólo son escritores y poetas, también son actores. Quienes participaron en la obra recorrían distintas edades, desde los más chicos con siete u ocho años, hasta adultos de 50 o más. Hombres, mujeres, jóvenes y niños, protagonizando o fungiendo como extras, lograron que el público se conectara con ellos, a través de las carcajadas. Aunque algunas frases eran en maya, incomprensibles para los visitantes de Morena y un sector del público, la forma de expresarlo permitió que se entendieran los hechos sin traducción.

Un mensaje de educación fue el que resaltó: el esfuerzo de las comunidades por aprender, su interés en conocer más del mundo que les rodea. Grandes sueños y hazañas por realizar, en eso se interesaban los alumnos del falso maestro.

Con sonoro aplauso concluyó la obra; no sin que antes los actores bailaran una jarana frente al público. Una sorpresa más esperó la ya oscura noche. Andrés Manuel López Obrador llamó desde la sierra Tarahumara. El dirigente nacional de Morena destacó que “la educación no es un privilegio, es un derecho de nuestro pueblo”.

Ese lago cristalino, en el que hombres y mujeres reflejan sus pasiones a través de gestos, que es el teatro, según María Alicia Martínez Medrano, permitió acercarnos a un espacio mágico, donde el tiempo –y la señal de los celulares- se detuvieron por más de dos horas, para encontrar en la educación y la cultura la posibilidad de construirnos a nosotros mismos, un espejo propio, formado por otros.