Por los efectos del cambio climático y el aumento de la extracción, en un tiempo todavía incierto, puede ser en un largo o corto plazo, habrá más agua salada que dulce en Yucatán (incluyendo los cenotes), lo que afectará drásticamente a la población, pues el agua salada es más complicada de tratar, advirtió la doctora Rosa María Leal Bautista, investigadora de la Unidad de Ciencias del Agua del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY).

La especialista indicó que el agua que hay en la región es suficiente y está en buenas condiciones para el crecimiento poblacional, sin embargo, es necesario cambiar nuestros hábitos, medir más el consumo del agua, ser más sustentables pues en un futuro posiblemente no haya agua tratada para beber o para nuestras actividades diarias.

Precisó que las autoridades y dependencias como la Comisión Nacional del Agua (Conagua) siempre nos han dicho que en la península hay suficiente agua, pero al final los tres estados no basan la cantidad de agua por cuestiones geopolíticas, sino por situaciones naturales.

Entonces, para la experta, hay que cambiar ese paradigma de que el agua en esta zona del país es buena y suficiente. Hacia el centro del estado, sobre todo en los puntos urbanos más grandes, por ejemplo, todavía se cuenta con puntos importantes de recarga, donde se restablece la cantidad de agua que puede ser distribuida hace el resto de la península, pero es donde menos información de calidad se tiene.

Al estar cerca del mar, se genera una intrusión salina, es decir, entra agua salada hacia el estado, lo que podría ser un problema mayor en un futuro por el cambio climático: “Vamos a tener más agua salada que fresca, a pesar de que llueva”.

La península, al no tener grandes ríos ni lagunas, depende totalmente del agua subterránea, misma que se distribuye y se utiliza para las actividades diarias, alimentar a los animales, regar cultivos, o incluso para beber.

Si esto llegara a pasar, los gobiernos tendrán que generar los mecanismos para disminuir las condiciones salinas del agua; además de quitar contaminantes y mantener una calidad adecuada. “La sal también afecta las tuberías de distribución, disminuye la vida de este sistema, y esto representa más costos”, expresó.

Explicó que esta situación se debe a varios factores, el principal es por el cambio climático que se vive en el planeta, generado por las acciones del ser humano, aunado a que cada vez estamos extrayendo mayor cantidad de agua, lo que permite la entrada de agua salada. “Si quitas algo de un lugar, se abre un espacio que será ocupado”, indicó.

Esta extracción se da en actividades industriales, ganaderas, agrícolas, para consumo humanos. “Nuestro propio crecimiento implica consumir agua”, indicó.

La experta recalcó que siempre ha habido presencia de sal en el agua dulce, por el sistema kárstico del suelo, es una característica natural al estar rodeados de mar, sin embargo, esto empezaría a variar por el factor humano al extraer más y más, lo que reduciría su espesor de agua dulce, pero igual está el tema natural.

En algunas zonas de la Riviera Maya ya tienen este problema, indicó, ya llegó tanta agua salada que no pueden extraer dulce, y la tienen que tratar.

Sí hay la tecnología y la ingeniería, lo que sí es complicado es el costo de implementar este tipo de mecanismos, que pueden necesitar una alta cantidad de energía, que no todos podrían pagar.

¿Qué se puede hacer?

Ante este escenario, la entrevistada opinó que las autoridades deben implementar políticas regulatorias más estrictas para administrar mejor el agua, así como reglamentaciones para determinar qué tipo de proyectos y empresas se pueden instalar, en qué zonas no, que no desperdician o contaminan el agua.

Llevar a cabo medidas de protección para recuperar zonas de recarga; además, la academia debe aportar su conocimiento, coordinarse con los gobiernos, encontrar posibles soluciones, crear zonas de reserva en puntos estratégicos.

La ciudadanía, por su parte, añadió, debe valorar la importancia del agua, dejar a un lado ese discurso de que aquí no hay escasez.

Cuidar el líquido, no desperdiciar, ahorrar agua, no hacer un uso excesivo de ella.

Los cenotes deben contar con medidas para regular la cantidad de personas y turistas que pueden ingresar por día al lugar, y mantener la calidad del agua.

Edición: Ana Ordaz


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