En su décima edición, la Noche Blanca regresó a sus orígenes

Katia Rejón
Foto: Jafet Kantún
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Lunes 10 de diciembre, 2018

Después de seis años de existencia, la Noche Blanca llegó a su décima edición como un regreso a sus inicios, con Renán Barrera al frente del Ayuntamiento de Mérida e Irving Berlín como director de Cultura del Ayuntamiento. En todos los espectáculos se anunció que esta iniciativa fue la primera de su tipo en todo el país, aunque se trata de un calco de otras ciudades europeas.

A lo largo de sus ediciones esta noche ha tenido desde invitados internacionales y festivales dentro de festivales (como Filux Mérida), apuestas a lo pop, a lo folclórico, a lo nuevo y o lo anticuado. Sin embargo, en pocas ocasiones ha habido poca participación de la gente, que se aventura a caminar el centro de la ciudad o asistir a un evento específico, la edición pasado fueron 40 mil personas y las cifras oficiales de esta vez hablan de 60 mil.

Uno de los argumentos más repetidos entre la opinión pública sobre la Noche Blanca es que “hay tantos eventos a la misma hora que es difícil elegir”. Porque no sólo está la programación oficial del Ayuntamiento, sino la de galerías y artistas de la periferia que no lograron o no quisieron estar en la agenda municipal, pero aprovechan la vida que hay en las calles del centro este día para realizar eventos especiales.

En los últimos años la proliferación de las galerías ha sido más evidente, sobre todo en el Centro Histórico. Toda la calle 60, que se cierra parcialmente para el paso seguro de los transeúntes, tiene en cada cuadra al menos un espacio abierto para las artes visuales. Algunas galerías sacan sus mesas a la puerta para estar más a la vista de los caminantes, y otras apuestan a la música o a un pequeño espectáculo para retener algunos minutos a los asistentes.

Toloc MX, un sitio apenas inaugurado este año, presentó la exposición colectiva [i]Suksma[/i] de María José Molina Gual y Nelly Quijano Duarte. Suksma significa “gracias” en balinés y presenta fotografías de un viaje de las artistas a Indonesia. Además de postales presentadas en distintos formatos y una instalación donde aparecen las imágenes colgantes, también están representadas ofrendas de la cultura balinés como las ofrendas de fruta (canang raka) y las ofrendas florales (canang sari). Así como la festividad Pedanaan, la más importante en Bali y se lleva a cabo cada 30 años. Pedanaan significa “dinero” y la ceremonia se realiza para estar conectados con la paz, prosperidad y purificación.

Pero no sólo en las galerías, centros culturales y museos hay oferta cultural. Una de las cosas especiales de la Noche Blanca son los músicos callejeros que si bien se ponen cualquier día, éste les otorga un público cautivo más grande. Balele, un grupo de música y danza africana, dio un espectáculo sobre la calle 60, cerca de la iglesia de la Tercera Orden. “No se vayan, no se vayan”, decía uno de los músicos antes de que una bailarina saliera a dar un número de danza africana. Una comitiva de guayaberas blancas entre los que se encontraban el alcalde de Mérida, Renán Barrera Concha; la secretaría de Artes y Culturas de Yucatán, Erica Millet Corona; y el director de cultura del Ayuntamiento, Irving Berlín Villafaña, se detuvieron dos minutos frente a los músicos callejeros y les aplaudieron mientras se dejaban fotografiar.

En la misma iglesia de la Tercera Orden hubo una lectura del poemario a dos voces Supino rostro arriba a cargo de José Ramón Enríquez (autor del libro) y Pablo Herrero. En el texto el autor cuenta un poco sobre su vida y su fe. Hay que decir que hablar de Dios como lo hizo José Ramón Enríquez, aún en un espacio eclesiástico con arreglos florales, santos y olor a incienso, es una experiencia estética y no religiosa.

A diferencia de los años anteriores, éste no tuvo en la cartelera a personajes de la farándula o de la música pop, pero incluyó proyectos musicales de calidad y “poco conocidos” de la zona sur del país. Los Aguas Aguas, agrupación veracruzana que dio el concierto con el que cerró la noche, fue visitado por cientos de personas que sabían sus canciones y bailaron desde la una de la mañana cumbia, reggae, cha cha chá, funk, jazz, son cubano y otros géneros en medio del clima también tropical de un diciembre en Mérida.