Juan Manuel Contreras
La Jornada Maya

Homún, Yucatán
Viernes 21 de septiembre, 2018

Aprovechando la protesta que se suscitó esta mañana a las puertas de la granja porcícola Keken, en el municipio de Homún, por parte de los Guardianes de los Cenotes, personal de la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) aprovechó para colocar sellos de clausura en cinco de los más importantes, casualmente, pertenecientes al colectivo Ka’anan Ts’onot.

Ante la noticia, la turba enardecida abordó de nueva cuenta sus vehículos motorizados y se dirigieron hacia la ruta de los cenotes. Aparcaron a la entrada de un sendero y caminaron hasta avistar un par de camionetas blancas en el horizonte, tenían el logotipo de la dependencia federal.

Cuando corroboraron la clausura de su principal fuente de ingresos, los ojos de los homunenses se hincharon y las venas de sus cuellos saltaron mientras vociferaban en contra de los empleados federales, quienes asustados, abordaron sus vehículos, aunque no se les permitió abandonar el lugar.

Los ánimos se encendieron, y todavía incrédulos de lo que acontecía, rodearon las camionetas oficiales solicitando enérgicamente una explicación a los funcionarios. Así transcurrieron varios minutos hasta que fueron obligados a descender. Eran cinco y “los mandaron a la boca del lobo”.

[b]El Calvario[/b]

La ruta de los cenotes que corre a cargo de Ka’anan Ts’onot consta de cinco kilómetros e igual número de ojos de agua. En definitiva, los pobladores no estaban dispuestos a poner en riesgo el sustento familiar, y conscientes del delito en el que incurrirían de remover ellos mismos los sellos de la Profepa, obligaron a los enviados a removerlos ellos mismos.

A los cinco en cuestión no les quedó otra opción que acceder a la petición del pueblo, y pese a las insistencias de que se les permitiera salir de ahí, los inconformes, a manera de castigo, los obligaron a recorrer el sendero a pie.

Entre insultos, cuestionamientos y algunos empujones, los servidores públicos fueron llevados uno a uno para quitar los sellos de clausura. Mientras caminaban, la multitud los custodiaba en todo momento reclamándoles su proceder, “¿y ustedes no tienen familia?”, preguntaron. Ante un posible linchamiento, sintieron miedo.

Activistas del colectivo Indignación estuvieron presentes, apaciguando a los rijosos y asesorándolos sobre la manera conveniente de proceder, “tuvieron suerte”, opinaron algunos de los presentes.

Ni el inclemente sol, ni el repunte de los termómetros, la sed o el miedo lograron mitigar la ira de un pueblo, que si ya estaba enfurecido por el riesgo que representa la granja porcícola para su salud, la clausura de sus cenotes fue la gota que derramó el vaso y lo que ocasionó tal reacción ante la indefensión y la desidia de las autoridades “competentes”.

[b]“Como si fuera el Chapo”[/b]

Luego de remover tres de los cinco sellos de clausura y de una intensa caminata, el contingente fue alertado por la presencia de los cuerpos de seguridad. Más de 30 antimotines de la policía estatal aguardaban a las afueras del sendero en donde estaban aparcados los mototaxis. Aguardaban las órdenes de sus superiores.

Temerosos de represalias, la multitud comenzó a salir a cuentagotas al encuentro con la autoridad. Integrantes de Indignación mediaron el diálogo con los uniformados y se les permitió atender a uno de los inspectores de Profepa que manifestó malestar físico debido al atrabancado recorrido. Dijo padecer diabetes y fue trasladado al Centro de Salud.

La intensa movilización policial llamó la atención de los quejosos, ya que argumentaron que las medidas tomadas fueron en legítima defensa de su patrimonio y el de su familia, “no nos quedó de otra”, lamentaron, y consideraron que el operativo fue excesivo, “pues si no somos narcos, somos trabajadores honestos que se tienen que defender ante las injusticias”, dijeron.

Tras cuatro horas de tensión, -en las que ningún directivo de Kekén ni autoridades municipales hicieron acto de presencia- la calma regresó Homún. Pese a que lograron conservar sus cenotes, los lugareños no se sienten victoriosos y aseguraron que defenderán “con la vida, de ser necesario”, el patrimonio que les corresponde por decreto.

“El camino todavía es largo y nos van a querer seguir chingando. No nos vamos a dejar, aquí vamos a estar defendiendo lo que es nuestro, le pese a quien le pese. En Homún somos gente pacífica y servicial, pero no nos quieran seguir buscando y robando, porque entonces sí nos van a encontrar”, advirtieron finalmente.


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