Vino de Moldavia, una historia en una botella: Alergus Vasíle

Katia Rejón
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Viernes 22 de junio, 2018

Por primera vez en la historia de ambos territorios, 10 etiquetas de vino moldavo hecho con uvas autóctonas llegan a Yucatán. El estado es el primer destino mexicano de una bebida histórica que trae consigo no solo el sabor de las uvas que crecen en la región, sino una cultura que produce vinos desde hace 5 mil años.

Salvo la comercialización de algunos tapetes y un convenio de Cooperación Educativa y Cultural, Moldavia y México no se relacionan de ninguna manera. Más de 10 mil kilómetros nos alejan de la República de Moldova conocida por ser “el paraíso del vino”, principal producto de exportación de este país ubicado en el sureste de Europa.

Este país tiene una superficie de apenas 34 kilómetros cuadrados y una población de 3.5 millones de personas, se encuentra entre Rumania y Ucrania. Es un país joven, pues se creó en 1991 tras la desintegración de la URSS y es el séptimo exportador de vino del mundo. Desde el 2001 celebran el Día Nacional del Vino, aunque no dura un día sino todo un fin de semana.

Moldavino, distribuidora a la que representa Alergus Vasíle Constantin, surte a 20 establecimientos yucatecos como Taninos, Casa Dominga, Xcanatún, El Catrín, El Vagón del Baguette, Sushi Club y La Tratto. Después de Yucatán lo distribuirán en San Luis Potosí.

“Tengo familia aquí; por cuestiones personales viajo constantemente a Yucatán y sabemos que tiene un perfil muy interesante en el campo del turismo y la gastronomía. Se realizan muchos eventos en la región así que creemos que es un buen principio para introducir los vinos”, explica Vasíle en entrevista.

Como el resto de sus compatriotas, Alergus Vasíle tiene un vínculo familiar con la viticultura. “Todo el otoño, mi abuelo producía vino artesanal y desde los 10 años conozco todo el proceso. Es una pasión. Dejé la oficina por este sueño hace cinco años”, comentó.

En 2005, una de las dos bodegas más grandes de Moldavia, Milestii Mici, obtuvo el Premio Guinness por ser la bodega más grande del mundo. Se trata de una cava de 200 kilómetros de largo con avenidas subterráneas y una colección de casi dos millones de botellas. El empresario comentó que por dentro es como una ciudad, pues se recorre en automóvil.

La bodega más popular es la de Cricova, al norte de la capital, Chisináu. Está compuesta por galerías kilométricas y nombres de calles. En la prensa europea está registrado que decenas de mandatarios y personajes famosos conservan sus colecciones de botella bajo estas paredes que, como en Yucatán, son de piedra caliza. La cava de Cricova mide 85 metros de profundidad y tiene 125 kilómetros de largas avenidas. Agrupa alrededor de 1.2 millones de botellas, algunas de principios del siglo XX. El conocido vino moldavo Negru Purcari, hecho con las variedades de Cabernet Sauvignon, Saperavi y Rara Negra, es el favorito de la reina de Inglaterra.

“Hemos traído los vinos más representativos. Hay ligeros, medios y tánicos para maridar con carne y platillos fuertes. Todos llevan una uva autóctona como el Dor, un vino que también conlleva la tradición moldava. Dor es una palabra que significa nostalgia y viene de una canción tradicional que los pastores tocaban con la flauta”, agregó.

México es lo más lejos que ha llegado un vino moldavo. Aunque aseguran que la relación precio y calidad es muy buena (las botellas cuestan entre 250 y 2 mil pesos desde la distribuidora), buscarán realizar un convenio para que el arancel sea menor.

La historia política de la región ha sido fundamental para la exportación a otros territorios además de Rusia. Aunque comenzó desde la época romana, la producción estuvo prohibida durante los tres siglos en que los otomanos dominaron Moldavia. Ahora, el pequeño país atraviesa un embargo decretado por Rusia desde el 2006 que afectó las importaciones de vino moldavo pues este país era su principal consumidor. Ante esto, los viticultores locales han buscado darse a conocer en países de Occidente, llegando a Japón, Estados Unidos, Australia, Italia, Alemania, entre otros.

De alguna forma, explicó, el bloqueo económico ha servido para ampliar las opciones de exportación y México, con sus estadísticas cada vez más altas de consumo de vino, parece ser una buena opción. En Moldavia las personas consumen en promedio 20 litros per cápita anuales, México apenas pasa del litro, aunque anualmente sube un 16 por ciento el consumo. El país que más consume vino es el Vaticano con más de 50 litros per cápita anuales.

“Tenemos las uvas clásicas pero también las uvas locales. Son vinos pensados para la gastronomía del país. Hay demasiada historia detrás y queremos transmitirla desde la etiqueta. Es una historia en una botella”, finalizó.