La Jornada Maya
Foto: Anayansin Inzunza

Ciudad de México
Sábado, 23 de julio, 2016

Los teotihuacanos tenían un calendario tipo gregoriano, que con pequeñas correcciones, era muy preciso, aseguró Daniel Flores Gutiérrez , encargado del Anuario del Observatorio Nacional.

“Esa exactitud consiste en que al llegar a la cuenta de 360 días, lo demás era observacional (…) el equinoccio y el solsticio casi siempre van a estar más o menos en las mismas fechas, hay correcciones calendáricas precisamente para que esas fechas no cambien demasiado, es más menos 2 días alrededor del día 21 de marzo para el caso del equinoccio.

“Cuando el Sol está en el perfil del horizonte natural con el de la Pirámide del Sol, empiezan a contarse los 360 días, y ¿qué pasa en los cinco días para completar el año solar? Desde el montículo, viendo la Pirámide del Sol, estamos observando los 5 días [i]nemontemi[/i], que llamamos días de espera, para iniciar de nuevo la cuenta de 360 días”, explicó el especialista en arqueoastronomía.

Durante la conferencia [i]Primera y última luz del año en Teotihuacán[/i], que se realizó en la Casita de las Ciencias de [i]Universum[/i], como parte del programa Universo Hoy, el experto en efemérides, meteorítica y difusión astronómica habló sobre la astronomía mesoamericana.

“En Mesoamérica había conceptos astronómicos que se utilizaban en todos los lugares, lo podemos ver precisamente con el uso de dos calendarios: el de 260 días y el de 360 días, más los cinco días [i]nemontemi[/i], esa era una actividad generalizada en Mesoamérica”.

Respecto al calendario de 360 días, explicó que está dividido en 18 meses, cada mes con duración de 20 días. Su fecha de inicio es el 2 de febrero, Día de la Candelaria.

El experto en astronomía mesoamericana comentó que Teotihuacán dejó de funcionar hacia el año 600, y a pesar de ello, el suceso astronómico que ha perdurado a través de milenios, sigue funcionando.

[h2]La importancia del Tláloc [/h2]

En los estudios comparativos sobre Teotihuacán, la Gran Tenochtitlán y otras regiones de Mesoamérica se ha reconocido desde tiempo atrás la existencia de diversos elementos iconográficos asociados a Tláloc y que ahora pueden verse como una tradición teotihuacana que ha permeado en grupos humanos distintos que los han compartido.

“Tláloc es la deidad para Mesoamérica. Es el hacedor de todo: la deidad de la lluvia, del trueno; le llaman el camino largo bajo la tierra, o sea, nos da una relación con lo que llamamos el inframundo y con la bóveda celeste”, explicó el especialista.

Daniel Flores Gutiérrez desarrolla el cálculo de efemérides astronómicas, movimiento de los planetas, astronomía mesoamericana y meteorítica.

Colabora con grupos de trabajo en investigaciones sobre meteoritos mexicanos y en el campo de la arqueoastronomía y astronomía mesoamericana en varios sitios arqueológicos, publicando artículos especializados.


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