Acabamos con la naturaleza por dinero, ¿por qué no con el arte?: Lésper

Katia Rejón
Foto: Rodrigo Díaz Guzmán
La Jornada Maya

Mérida, Yucatán
Lunes 19 de marzo, 2018

La crítica de arte Avelina Lésper llenó la sala Mayamax del Gran Museo del Mundo Maya en el marco de la Filey. Decenas de personas no lograron entrar por el exceso de asistencia, pues la opinión polémica de la también historiadora de arte no pasó desapercibida en el programa de la feria.

"Sentido y sensibilidad" fue el nombre de la conferencia, en la que Avelina Lésper leyó explicó la diferencia entre la poesía y la literalidad, de cómo una obra de arte requiere de cierta abstracción para decirnos, con imágenes diferentes a lo literal, una idea; a diferencia de lo que ocurre con algunas obras de arte contemporáneo que son la idea misma sin ninguna necesidad de decodificación.

“La metáfora es un proceso de la inteligencia. La obra, cuando conmueve, involucra o nos empuja a sentir o meditar; provoca el silencio para las ideas”, comentó. El discurso no fue muy diferente a lo que manifestado en los últimos años: criticó el arte VIP (Videoarte, Instalación, Performance) pues representan “una obsesión con la actualidad que se remite a lo que en ese momento llame la atención, desde el sensacionalismo hasta los temas que ocupan las zafias tertulias en las redes sociales”.

Criticó a Aleksandra Mr Rocket, a Gabriel Orozco y Cruz Villegas, y el libro de tuits de Cristina Rivera Garza, que también estuvo en la Filey el año pasado. Comparó el vaso con agua de Wilfredo Prieto valorado en 20 mil euros con el poema “Muerte sin fin” de Gorostiza, también inspirado en un vaso de agua pero con un análisis poético y metafísico sobre el material.

[b]Perversión en el arte[/b]

“Si acabamos con la naturaleza por dinero, ¿por qué no habríamos de acabar con el arte también por dinero?”. Opinó que algunos artistas contemporáneos manipulan al espectador “con una jerga seudocientífica-intelectual vacía de significado”, pues justifican su falta de abstracción y complejidad con largas justificaciones académicas y “charlatanería que llaman racional, contraria a la imaginación, sensaciones y experiencia. Esa trampa supone que hace al arte más intelectual”.

Argumentó que el sentido de la obra de arte está pasando por una “perversión intelectual”, pues las obras carecen de sentido real que conduce al statement con implicaciones económicas, sociales y políticas que pretenden darle significado a la obra que no puede hablar por sí misma.

En la ronda de preguntas y respuestas, nadie cuestionó a la crítica. Los participantes hicieron preguntas que permitieron que la conferencista extendiera su opinión. “Qué bueno que estamos en un museo maya para que los antepasados sepan de la estulticia del arte contemporáneo”, dijo cuando alguien preguntó acerca del arte prehispánico.

Contestó que las manifestaciones divinas, los ritos, la cosmovisión y explicación de la existencia humana es una de las mayores aportaciones al arte y al ser humano, las cuales además se involucran en la cotidianidad.

Una persona le preguntó si el arte contemporáneo no era igual de incomprendido que las vanguardias en su tiempo cuando la crítica decía que las obras impresionistas no eran arte. “No estamos en frente de un Modigliani literalmente muriendo de inanición o de Van Gogh desesperado en un hospital siquiátrico. Los ejemplos que mostré están en las ferias de arte más caras, en los museos más vanguardistas y se están pagando miles de dólares. No es la misma situación, al contrario, éste es el arte del sistema y que toda la crítica dice que es arte. Es lo que se enseña en las universidades”, contestó.

Motivó a los artistas a seguir creando y envió un mensaje a los becarios del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes que ganaron becas con proyectos como “pegar una cinta en una tabla o defecar en el Zócalo”: “Pueden sentirse muy ganones pero sepan que son unos corruptos. Pueden continuar haciendo lo que hacen y ganando dinero con ello, pero sepan que los vemos como parásitos”.

Cuando la ronda de preguntas concluyó, la directora del museo, Laura Ramírez Rasgado, tomó el micrófono y dirigiéndose a la conferencista explicó las actividades y exposiciones que ha tenido el museo, tratando de forzar la relación del tema de la conferencia con la promoción del sitio. Al terminar su comentario, pidió escuchar a otro funcionario que iba a “complementar” lo que había explicado. Sin embargo, Lésper volvió a tomar el micrófono, agradeció al público y se puso de pie.