Joana Maldonado
Foto: Twitter @Railinc
La Jornada Maya

Chetumal, Quintana Roo
Lunes 1 de abril, 2019

El proyecto del Tren Maya tiene que resolver una serie de retos y es importante hacer una evaluación de sus impactos inmediatos y de largo plazo en el ámbito ambiental, debido a que puede haber afectaciones importantes si no se hacen de manera adecuada, señaló Mario González Espinoza, director general del Colegio de la Frontera Sur (Ecosur), y anticipó que la institución firmará un convenio marco con el Fondo Nacional de Fomento al Turismo (Fonatur) para agregar proyectos específicos al Tren Maya, pues indicó que cuentan con bases de información que servirán para cubrir necesidades al proyecto.

“Tenemos varias capacidades que pueden interesar al proyecto del Tren Maya, en los diferentes tramos por cuestiones de impacto ambiental (…) Se han construido bases de información de nuestros investigadores por décadas y ahí tenemos una importante posibilidad, y lo que podemos aportar en la concertación y trabajo con comunidades”, señaló.

El Tren Maya, apuntó el académico, representa un reto importante para conseguir el consenso de los pueblos originarios por donde van a transitar los tramos y que “esto no se construye fácilmente”, insistiendo en que los investigadores de Ecosur tienen experiencia para formar capacitadores que trabajen con las poblaciones de manera adecuada y se construyan consensos.

Impacto por décadas

El proyecto tiene necesidades inmediatas en cuanto a su implementación inicial, pero va a tener necesidades permanentes por décadas porque “está dirigido a impactar de manera significativa la vida nacional en esta región y eso implica tener la necesidad de evaluaciones prospectivas, acumulación de información para contestar preguntas antes de que ocurran los eventos”, señaló González Espinoza.

Consideró que la Estación para la Recepción de la Información Satelital (ERIS) puede ser de gran ayuda para capturar imágenes que coadyuven con el proyecto, pues las imágenes representan la posibilidad de elaborar “varias cosas”, y realizar simulaciones, seguimiento de cambios de uso de suelo, modificaciones de procesos en la línea costera y detector de incendios forestales.

“Algo importante que voy a ofrecer a Rogelio Jiménez Pons es que con la antena Eris, podemos ofrecer seguimiento de obra día a día en todos los tramos que estén en construcción (…) Son del tipo de cosas que Ecosur puede mostrar”, insistió.

Sobre el impacto a largo plazo del Tren Maya, indicó que es importante conocer qué va a significar para las nuevas generaciones dentro de 30 o 40 años en el ámbito social o educativo el Tran Maya, y que estas necesidades requieren ser proyectadas y evaluadas con anticipación, incluso por los efectos no tan favorables y se puedan aprovechar los atributos del proyecto.

Resolver retos

Mario González Espinoza consideró que uno de los retos del proyecto del Tren Maya tiene que ver con el asunto estructural porque la península de Yucatán se encuentra bajo una formación rocosa relativamente frágil y se necesitan hacer cálculos adecuados con márgenes de seguridad correctos para que las cargas que pueda representar no afecten y colapsen.

“Hay riesgos de que estos puedan ocurrir en las cuevas de murciélagos (…) Si no se hace adecuadamente, dañaríamos un fenómeno natural de una riqueza enorme (…) También hay riesgos de la movilidad de la fauna y a la recuperación de la vegetación, que me parece que en ese tema se puede recuperar rápidamente porque la vegetación en la península se regenera a partir de tocones que ya existen”, precisó.

Añadió que hay que asegurar que eso ocurra ya que una vez que se recupera la vegetación, se recuperará la fauna y otra más pequeña no arbórea y subrayó que eso debe ser bien evaluado para saber en cuántos años durará el impacto ambiental inmediato. “Aunque se usen los derechos de vía que ya existen, no importa, habrá impacto ambiental, pero hay que ver en cuánto tiempo se cicatriza y de qué manera se hace (…) Otra cosa es la evaluación de la demanda que va a tener la región por agua y el impacto en cuestiones de urbanización, social, educación hospital y servicios urbanos, el bienestar no viene porque un tren pasa delante de mi casa, el bienestar viene porque la gente vive bien”, precisó.

El investigador consideró que ningún proyecto vale la pena si tiene un costo económico impagable, pero si el costo es recuperable se puede restaurar, se pueden prever movimientos de la fauna, el costo económico se puede atenuar, mitigar y en algunos años ya no existir en gran medida.

“La huella humana es un hecho innegable, nada es gratis en la naturaleza, se trata de una compensación de costos y beneficios porque por un lado hay costos que podemos reducir al mínimo, hay que ver de qué manera los beneficios se maximizan”, indicó.


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