Ben Chérrez
La Jornada Maya
San Francisco de Campeche
Martes 7 de marzo, 2017
[i]Para Pepita[/i]…
Genaro daba pasos apresurados por la espesa vegetación. Es fácil para un gigante vagar por el bosque, ya que su gran tamaño le permite recorrer amplias distancias en corto tiempo. Sentiría vergüenza si la cena no estuviera a tiempo. Artemio, el ogro del pantano colindante, sería su invitado por esa noche. Sus encuentros eran monótonos pero con la formalidad de un ritual: la cena, el intercambio y la presentación musical del anfitrión. Genaro tenía preparada su guitarra. Le parecía divertido rascar con una falange ese trozo de madera con hilos atravesados. Tenía un mes que había dejado el tambor. Para el intercambio dispondría de un pote con ungüento de sirope de savia que le regaló su prima la hechicera del norte. No estaba dispuesto a proporcionarle al ogro lo que tanto apetecía: un tarro de jalea de gusano pedrusco. De pronto al llegar a la bifurcación del camino se topó con una circunstancia inesperada. Una discusión altisonante entre una zarigüeya parda y un ceremonioso pingüino. La primera no dispuesta a cambiar la orientación de su camino y el segundo negándose con gruñidos estridentes a tolerar las burlas por sus torpes movimientos. Genaro abrió de pronto los ojos al escuchar los gritos de Artemio que lo llamaban. Le dolía la cabeza a la altura de la frente. Los pasos agitados y la rama de un árbol de sauce le entorpecieron la caza y el guisado.
El pleno inició la discusión de 71 reservas, aunque 22 serán enviadas al Diario de los Debates
La Jornada
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