En Campeche, 446 embarcaciones tienen permiso vigente para la captura artesanal de pulpo maya, según la Comisión Nacional de Acuacultura y Pesca (Conapesca). Sin embargo, este sábado que inició la temporada, sólo cuatro lanchas del Camino Real en la bahía de Campeche que transportaron buzos a puntos marcados con GPS se hicieron a la mar para la captura del octópodo. El panorama es oscuro, manifestó el líder de la cooperativa Pescadores en Defensa del Mar, Virgilio Pérez Chan.
Las dos embarcaciones de esa cooperativa que salieron este sábado para sondear la presencia del octópodo sólo trajeron seis ejemplares de talla media. “Dos embarcaciones y un alijo, tres kilos de pulpo para un gasto de 2 mil 200 pesos en ambas; esto continuará así si las autoridades siguen de brazos cruzados ante la depredación y no realizan un nuevo estudio de biomasa de las especies marinas”, sentenció Pérez Chan.
El ex pescador destacó que en redes sociales, desde hace un par de días, se anuncia venta de pulpo a pesar de la veda. Esta vez no hubo rumores de quiénes ya habían acaparado, además que fueron pocos los buzos que salieron. Sin embargo, recibió reportes de que había buzos pero no había vigilancia marítima, ni de la Conapesca, ni la Secretaría de Pesca y Acuacultura (Sepesca) o la Secretaría de Marina.
Expresó que para los buzos o depredadores siempre habrá producto, pues utilizan trampas o en su caso bajan con compresores e incluso otras artes de pesca prohibidas, mientras que a los pescadores artesanales los acosan. “Raramente, hoy no hubo vigilancia, no hubo embarcación alguna de los organismos encargados de la vigilancia de la marina mercante de la entidad, por lo que seguramente pasará como en otros años, luego de 20 denuncias reaccionarán”, dijo.
Los pescadores volverán a salir hasta este lunes, esperando que haya más ejemplares en la zona permitida para su captura, pues en caso de comenzar la vigilancia, las embarcaciones menores o de ribera sólo pueden navegar dentro de las primeras 12 millas náuticas; es decir, en los primeros 18 kilómetros de la bahía hacia mar abierto.
Poca esperanza y mucha deuda
Luis y José Pérez, hijos de Virgilio, salieron este sábado. Señalaron que cada uno tuvo un gasto aproximado de mil pesos, gasto que ya está entre sus deudas con el patrón, pues sólo les rentan las lanchas y ellos ven por su gasolina, aceite para la gasolina, carnada y claro, su desayuno o refrigerio para la estancia en el mar, que por lo general es de entre seis y siete horas bajo el sol.
La salida del muelle del Camino Real fue a las 6 horas; sin embargo, llegan una hora antes para poner en orden los últimos detalles como el calibrado del motor, de las líneas que van sostenidas en las jimbas -que identifican a los artesanales de los buzos -y preparan su nevera con hielo para mantener el producto lo más fresco posible.
Luis fue el encargado de dar este año el recorrido a La Jornada Maya. Relata que todavía hace cinco años había producto, ya no como hace 15, cuando apenas acompañaba a su padre a la captura. Entonces, recuerda, desde el primer día había para saldar deudas.
Él capturó dos ejemplares de talla media, ambos rayaban en la ilegalidad, pero al medirlos cumplieron con la norma de Conapesca, que indica que mínimo deben medir 110 milímetros de longitud; recorrió tres puntos diferentes donde acostumbran tener buenos resultados, pero en ninguno hubo el éxito esperado pese a que en cada lugar esperó cuando menos hora y media. Dando las 12, exclamó: “Vámonos, sólo nos estamos asoleando y esto no va a mejorar”.
A Luis, su oficio le ha dado satisfacciones: ha mantenido a su familia y ayudado a sus padres, y aunque enfatiza que la pesca en Campeche ya no es redituable, no buscará otras opciones de trabajo cuando tiene las herramientas necesarias para seguir viviendo de un oficio que hereda de seis generaciones.
En el agua, comenta que los compañeros de otros muelles indicaron que la venta de pulpo estuvo a todo lo que daba y ninguna autoridad tuvo el valor para hacer inspecciones en las congeladoras o en el mar, pues los que iban de pesca de escama, señalaban a los depredadores y estos últimos, como si nada, “acostumbrados ya están a que los señalen”, dijo.
“Esperaré al lunes a ver si mejora la corriente boba pues no ayuda en nada; mientras, las lanchas ni avanzan correctamente y el ahorro que podemos hacer con el garete no es efectivo”, agregó, al tiempo que mordisqueaba un sandwich de jamón.
Edición: Emilio Gómez
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