La Jornada Maya
Ciudad de México
Jueves 7 de febrero, 2019
La zona arqueológica Abu Simbel en Nubia, Egipto, estuvo a punto de desaparecer debajo el agua hace 50 años, debido a la inundación por la construcción de la presa Asuán.
En 1959 se inició la campaña mundial con la finalidad de recaudar fondos para salvar los templos egipcios. Esta semana se recordó el rescate del antiguo conjunto, el cual representó un logro de ingeniería arqueológica sin precedente, pues el sitio fue trasladado a una nueva ubicación.
También fue un punto de inflexión en la percepción de los tesoros culturales como una responsabilidad de resguardo de la humanidad.
Construido por el faraón Ramsés II en 1284 aC, Abu Simbel está integrado por dos templos esculpidos sobre la roca, uno dedicado a los dioses Ra, Ptah y Amón, además alberga cuatro estatuas colosales de Ramsés II, de 22 metros de altura, sobre la impresionante fachada. El otro recinto rinde homenaje a Nefertari, una de las esposas del faraón.
Un equipo internacional de arqueólogos e ingenieros, coordinados por la Organización de Naciones Unidas parala Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), tardaron cuatro años, entre 1964 y 1968, en partir las construcciones en grandes bloques de más de 20 toneladas, luego desmantelar, trasladar y rensamblar los monumentos hasta su nueva localización, 65 metros más alto y fuera del peligro del agua. Costó unos 40 millones de dólares. El lugar fue declarado patrimonio de la humanidad por ese organismo en 1979.
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