La fallida Superliga europea ha enfurecido a los hinchas y alarmado a las autoridades, pero al mismo tiempo ha transformado en aliados a los dos clubes españoles con una de las rivalidades más acérrimas del futbol.
Después que 10 de los 12 equipos involucrados en la secesionista competición se bajaron raudamente ante una enardecida reacción negativa, el presidente del Barcelona, Joan Laporta, emergió ayer como el solitario socio del plan concebido por su contraparte del Real Madrid, Florentino Pérez.
“Es absolutamente necesaria”, declaró Laporta a la televisión pública catalana en su primer pronunciamiento sobre el proyecto. “Los clubes grandes aportamos muchos recursos y debemos decir la nuestra (palabra) respecto al reparto económico”.
El Barcelona difundió poco después un comunicado en el que procuró apaciguar tensiones y prometió escuchar las voces de los detractores.
Los conjuntos más poderosos de Inglaterra, España e Italia lanzaron la Superliga el domingo, pero el proyecto se desmoronó de inmediato ante la oleada de rechazo que provocó por parte de otros clubes, hinchas y autoridades gubernamentales en Europa.
Los seis clubes ingleses involucrados en la competición renunciaron el martes, renuentes ante el creciente repudio de sus aficionados y advertencias de intervención del gobierno británico. Al día siguiente, el equipo español Atlético de Madrid y los tres italianos en el plan — la Juventus, el Milán y el Inter — también se bajaron.
Pesa a quedar prácticamente como el único de pie, el presidente del Real Madrid, Florentino Pérez — señalado para ser el presidente fundador de la Superliga — dijo que la idea distaba de haber muerto, sino que estaba en “standby”.
Tanto la Juventus como el Milán dejaron abierta la posibilidad de sumarse a la Superliga en una fecha posterior en sus comunicados divulgados el miércoles.
Laporta, quien previamente presidió al Barcelona entre 2003-10, fue relegido en el cargo el mes pasado. Cuando hacía campaña, Laporta no se manifestó a favor de la Superliga, pero cambió de postura tras asumir las riendas de un atribulado club, que arrastra una deuda que excede los mil millones de euros (mil 200 millones de dólares).
Las finanzas del Barcelona han sido muy golpeadas por la pandemia, algo acentuado por haber tenido la nómina más cara del futbol la pasada temporada. Uno de los grandes desafíos de Laporta, al manejar las cuentas del equipo, es tratar de convencer a Lionel Messi de que firme un nuevo contrato al final de este curso.
Los 12 clubes de la élite europea aspiraban a aumentar sus ingresos, eliminando a la UEFA de la ecuación y remplazando a la Liga de Campeones con un nuevo torneo de 20 equipos.
Edición: Emilio Gómez
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